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    • Cthulhu
      Cthulhu @SAM last edited by

      @sam Muchas gracias

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      • Cthulhu
        Cthulhu @Darwin last edited by

        @darwin Bueno. Igual quiero seguir optimista y ver cómo se negocia la letra chica.

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        • Z
          zonca last edited by zonca

          CNEA y la empresa NA-SA firman un contrato para completar la construcción del CAREM
          El acuerdo establece la finalización del edificio del prototipo del reactor modular de diseño 100% nacional, que se construye en Lima, provincia de Buenos Aires.

          Compartir en
          redes socialesCompartir en FacebookCompartir en TwitterCompartir en LinkedinCompartir en WhatsappCompartir en TelegramPublicado el lunes 05 de julio de 2021
          El pasado viernes 2 de julio se inició una nueva y definitoria etapa en el desarrollo del Proyecto CAREM25, con la firma del contrato para la terminación del edificio del reactor celebrado entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la empresa Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA).

          El acuerdo fue firmado por la presidenta de la CNEA Adriana Serquis y el presidente de NA-SA José Luis Antúnez. De esta manera, se formalizó la nueva relación contractual a través de la cual la empresa operadora de las centrales nucleares argentinas vuelve a constituirse como contratista de la CNEA en la construcción del edificio, un rol que había ejercido en la primera etapa de esa obra, desde 2014 hasta 2017.

          Al respecto, Adriana Serquis comentó que “la firma del contrato encomendando a Nucleoeléctrica Argentina para la finalización de la construcción de la obra civil del CAREM25, representa un hito muy importante en el comienzo de la reactivación del sector nuclear”.

          Además, la presidenta del organismo agregó que “es un excelente auspicio para un camino conjunto en el que podamos fortalecer los vínculos para que la CNEA pueda continuar llevando a cabo otros proyectos. Nos apasiona la posibilidad de volver a tener un rol de articulación de las capacidades existentes”.

          Por su parte, José Luis Antúnez afirmó que "el objetivo de colaboración con la CNEA forma parte de nuestro Plan de Acción, aprobado recientemente por el Poder Ejecutivo Nacional". En ese sentido, remarcó que "así como lo hicimos anteriormente, volvemos a acompañar a la CNEA en el Proyecto CAREM".

          A mediados de 2020 se había firmado un contrato "de transición", a partir del cual los equipos de trabajo de la Gerencia Dirección de Obras CAREM (responsable de la dirección integral de la construcción) y de la Unidad de Gestión de Proyectos Nucleares de NA-SA comenzaron un proceso de ordenamiento y análisis de la documentación técnica referida al edificio y el grado de avance al que se llegó con la anterior contratista. Este análisis incluyó un relevamiento de materiales y del estado de las instalaciones, como también los subcontratos pendientes y la situación laboral de los trabajadores que habían sido cesanteados y con los que se acordó la paulatina reincorporación.

          El objetivo global de aquel pre-contrato fue establecer las bases del que sería el acuerdo definitivo a partir del cual NA-SA retoma la ejecución de la construcción, bajo la dirección de CNEA. Este nuevo contrato establece una duración de 36 meses para completar el edificio del reactor, reeditando la sinergia entre la CNEA y NA-SA que en el pasado permitió iniciar la construcción y lograr importantes avances.

          En esta nueva etapa se busca aprovechar el mayor grado de avance de la ingeniería y, en general, toda la experiencia obtenida por ambos actores durante los últimos años, como así también sostener y consolidar la buena relación que se ha ido forjando entre los equipos de trabajo y con los grupos de trabajadores, factores que indudablemente favorecerán el cumplimiento del objetivo fundamental de terminar la obra y poner en marcha el prototipo del CAREM. "Es una alegría que hayamos podido lograr, al fin, la firma de este contrato", indicó la gerenta de Área CAREM Sol Pedre. "Vemos buena predisposición de parte de NA-SA para colaborar con la terminación del CAREM, incluso más allá de lo que tiene que ver con la obra, lo que considero una muy buena señal para el proyecto y para la CNEA en su conjunto", agregó Pedre.

          https://www.argentina.gob.ar/noticias/cnea-y-la-empresa-na-sa-firman-un-contrato-para-completar-la-construccion-del-carem?fbclid=IwAR3uhL-dnwAfDfZJm7qDaY2yw5ysFGh0_7WUtxjk_68j2YOkg8WAwaCoI8Q

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          • P
            Pepinillo last edited by

            Excelente noticia, un paso más en el largo camino del CAREM.

            1 Reply Last reply Reply Quote 0
            • S
              SAM last edited by

              El prototipo CAREM y el RA 10 son dos proyectos estratégicos de importancia superlativa, nos aseguran tomar una distancia tecnológica casi irreductible con los demás paises de la región, estamos 20 años por delante del segundo y estirando la diferencia.

              1 Reply Last reply Reply Quote 6
              • Z
                zonca last edited by zonca

                Más sobre el CAREM, muy buen repaso histórico del proyecto, aporta info que desconocía

                CNEA y NA-SA trabajarán en conjunto para completar la construcción del CAREM
                7 julio 2021, 06:00

                DCIM100MEDIADJI_0016.JPG

                NA-SA vuelve al CAREM: este viernes 2 de julio se firmó contrato entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la empresa Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) para la terminación del edificio del reactor, cuya excavación de cimientos data de 2011 y sigue aún en obra en Lima, provincia de Buenos Aires.

                El contrato lo firmaron la nueva presidenta de la CNEA Adriana Serquis y el nuevo presidente de NA-SA José Luis Antúnez, hombre que ya ocupó ese puesto y fue el artífice de la terminación de Atucha II. Así, la empresa operadora de las centrales nucleares argentinas vuelve a su rol de arquitecta nuclear. Estará a cargo de terminar el CAREM, de 32 MWe, como contratista de la CNEA.

                Adriana Serquis

                Fue el rol que ejerció entre 2014 y 2017, con un avance de obra sostenido. Pero en 2017 el entonces ministro de Energía, ing. Juan C. Aranguren, histórico CEO de la Shell, exigió que la obra recayera en una constructora privada (TECHINT) y la CNEA, con su presupuesto demediado desde 2016 y el dólar disparado desde 2018, se fue quedando sin plata real para pagarle. En 2018, la construcción prácticamente se detuvo y así sigue, sin grandes avances, hasta hoy.

                José Luis Antúnez
                Esta pequeña central nuclear fue presentada por primera vez en 1984 y se la consideró un proyecto «freak»: entre los reactoristas de casi todo el mundo, la idea era que el modo de bajar el costo de la electricidad nuclear pasaba por el gigantismo de las centrales. Esta idea tayloriana no era argentina, sino mundial. Pero a partir de 1982 la CNEA se había quedado sin presupuesto para terminar sus obras más críticas y costosas (Atucha II y la Planta Industrial de Agua Pesada), de modo que no tenía recursos ni predisposición para una planta tan experimental y divergente como parecía entonces el CAREM.

                Las ideas de construcción modular, fabricación estandarizada de componentes y seguridad inherente del CAREM, sin embargo, le ganaron adeptos en INVAP, que se echó el proyecto a espaldas. Junto con la Gerencia de Combustibles de la CNEA, INVAP resolvió los avances más importantes de la ingeniería: el diseño de sus elementos combustibles, y su testeo en un pequeño reactor construído por la CNEA exclusivamente para ensayarlos, el RA-8 de Pilcaniyeu.

                En 1988, dos años tras el accidente de Chernobyl en la URSS, el CAREM, entonces con una potencia planificada de 25 MWe, ingeniería básica resuelta y componentes críticos testeados, era la única propuesta de central nucleoeléctrica argentina madura capaz de suscitar la atención de posibles compradores externos, entre otras cosas por su enfriamiento pasivo del núcleo. Un reactor que se enfría por convección, sin bombeo, no puede sufrir un derretimiento de núcleo: una bomba puede romperse o quedar sin electricidad, pero la convección ocurre sola, por leyes de la Física. La Física no se rompe.

                Finalizando los ’80, el CAREM se había vuelto la primera y entonces única propuesta mundial con diseño a prueba del derretimiento de núcleo, el mayor accidente nuclear posible en la escala de gravedad INES. Y el costo del kilovatio/hora se podía bajar con fabricación industrial y masiva de componentes, montando casi toda la «isla nuclear» en fábrica, trasladándola en una sola pieza hasta el sitio de la central, y sumando varios módulos de baja potencia conectados a una única turbina, o a dos.

                Esto, además, resolvía el problema que ya había paralizado el mayor programa nucleoeléctrico del mundo, el estadounidense: la enorme inversión inicial. La repartía en el tiempo: una central multimódulo como ésta podía ir pagando su propio crecimiento en potencia vendiendo electricidad, sumando módulos hasta alcanzar su potencia tope programada. Era y sigue siendo una idea excelente desde lo financiero.

                Era inevitable que parte del mundillo nuclear internacional descubriera el CAREM. Desgraciadamente, también era inevitable que lo imitara. Aprovechando no sólo la pobreza sino la eterna indecisión del país hacia su propio proyecto, Japón primero y Corea después se quisieron llevar la tecnología a casa por la bicoca -para ellos- de financiar la construcción de un prototipo en Argentina. La CNEA no aceptó y creo que fue lo adecuado: ¿qué náufrago es tan idiota de vender su salvavidas, estando en el agua?

                En aquel entonces había otra propuesta mayor y más convencional también en oferta: el ARGOS 380 de ENACE, una «joint venture» entre la CNEA y SIEMENS. El ARGOS era una versión muy optimizada de Atucha I en la que se interesaron varios países del norte africano, atraídos por la solidez técnica de la propuesta, pero también por la independencia diplomática que aseguraba entonces (y también hoy) el uranio natural, combustible que evita importaciones y boicots.

                Pero los posibles compradores del ARGOS se enfriaron totalmente cuanto Atucha I, entonces con 14 años de operación, se rompió. Sin embargo, se enfriaron más aún por los atrasos de construcción de Atucha II, cuando fue evidentemente que el gobierno de Raúl Alfonsín no tenía propósitos de terminarla. Peor aún, los espantó el modo en que la CNEA tuvo que reparar Atucha I sin asistencia alguna del proveedor original, SIEMENS. Fue una reparación impecable, pero dejó en evidencia que la firma alemana, secretamente, ya tenía planes de retirarse del rubro nuclear, donde los secretos no duran nada. El sólido «joint venture» argentino-alemán había perdido credibilidad mundial súbitamente.

                Sin embargo, había un enorme interés de Turquía por asociarse a INVAP para testear el CAREM en ambos países, con dos prototipos, y luego salir a venderlo en Medio y Extremo Oriente. Los turcos no pensaban alfombrar de CAREMs su territorio. La veían fundamentalmente como planta «off-grid», hecha para funcionar aislada de redes eléctricas nacionales o regionales en sitios como islas, o en parajes geográficamente poco accesibles de otros países de desarrollo mediano, pero deseosos de entrar a lo nuclear por una puerta financieramente accesible y con seguridad inherente.

                Turquía, país bien electrificado en todo su territorio, tenía una idea bastante más clara del CAREM que Argentina: serviriía fundamentalmente para exportar a países con territorios muy grandes y/o complicados, y con redes eléctricas subdesarrolladas como Filipinas, Indonesia o Malasia, tan insulares… o como era entonces la propia Argentina.

                Lo vimos «prima facie»: en Turquía la palabra CAREM estaba en toda la prensa y toda la TV, y los 4 grandes partidos políticos apoyaban unánimemente el proyecto. Argentina, madre de este borrego, en cambio, no se enteraba siquiera de su existencia. El gobierno de Alfonsín se limitaba a dejar que los negociaciones avanzaran casi solas, sin interferirlas. Turcos fuera de la neblina. Nosotros no.

                Ya con propuestas muy avanzadas, propulsadas entonces por el infatigable embajador argentino en Turquía, Adolfo Saracho, el parlamento turco había alocado con voto unánime un presupuesto entonces importante para la obra en territorio propio.

                En 1989 empezaban a viajar a Bariloche algunos físicos y reactoristas de la TAEK (la CNEA turca) para discutir la transferencia de tecnología con la CNEA e INVAP. Entonces sobrevino la presidencia de Carlos Menem. Bajo la presión conjunta de la diplomacia de la OTAN y del nuevo canciller Guido Di Tella, el nuevo presidente de la CNEA, Manuel Mondino, espantó a los turcos con demoras irritantes y luego precios de fantasía. Tardaron en entender qué pasaba. Pero cuando lo hicieron, no quisieron saber más nada con nosotros.

                La importancia de Turquía en los ’80, como baluarte Sur de la OTAN para contener a la URSS, era enorme. La asociación nuclear de Turquía con Argentina era diplomáticamente imperdonable para esta alianza militar. Pero que además el Programa Nuclear Argentino, en decadencia desde 1982 por falta de fondos, se salvara gracias a esta asociación, era directamente intolerable. Máxime cuando Argentina había estado en guerra con el Reino Unido, la potencia número 2 de la OTAN, y era un país con capacidad propia -aunque de pequeña escala- de enriquecimiento de uranio.

                Con avances milimétricos y cuidando el centavo, el proyecto CAREM siguió milagrosamente vivo, exiliado en Bariloche, durante ambos períodos de Menem. Mientras duraron, el peligro para el CAREM era que la propia INVAP estaba repetidamente al borde del cierre, y debió achicar su planta de 1300 personas a 300, que cobraban sus sueldos, en cuotas y a veces.

                Durante el gobierno de la Alianza, un viejo aliado de la CNEA y de la tecnología nacional, el economista keynesiano Aldo Ferrer, consiguió hacer pasar una ley de financiamiento del CAREM prototipo. Pero el exsecretario de Energía, Jorge Lapeña, paró el proyecto con tres evaluaciones sucesivas de factibilidad del modelo CAREM de negocios. Cuando cada estudio iba saliendo a favor del mismo, Lapeña ordenaba otro más. En los dos años que tomó hacer los tres, la hiperinflación evaporó la partida otorgada en pesos por el Legislativo sin que se pudiera gastar un centavo en inicios de obra. Misión cumplida.

                Éste fue la primera «acción de guerra» abierta de un personaje del mundillo argentino «Oil & Gas» no contra el CAREM en sí, sino contra el programa nuclear en su conjunto, porque el CAREM se había ido transformando en su único salvavidas, por default de otros. Por supuesto, nos faltaba todavía ver a Aranguren en acción. La explicación no es compleja: 1000 MWe nucleares evitan el quemado de 1600 millones de m3 anuales de gas. Varios miles de megavatios nucleares no sólo estropean negocios: resquebrajan el poder político de las petroleras sobre cualquier gobierno débil. Eso es lo peligroso.

                En 2006, en medio del renacimiento nuclear argentino, la presidenta de la CNEA, Norma Boero, hizo volver el proyecto «a casa», y creó una gran gerencia para refinar su ingeniería. La Dra. Boero dice que la CNEA en 2006, desmoralizada por entonces 33 años de malos salarios, construcciones detenidas y la pérdida sin regreso de centenares de expertos, necesitaba un proyecto «de bandera» para salvarse, uno que juntara tras él todas sus gerencias y laboratorios. Y el CAREM era el único posible.

                Boero tenía absoluta razón, pero al mismo tiempo, aquella no fue fue una gran idea: a fuerza de rediseños y mejoras (nuevos generadores de vapor, robots de recambio de combustibles, etc), los cimientos, como se dijo, recién se excavaron en 2011.

                Aún así, era razonablemente esperable que la obra se pusiera crítica en 2017. No sucedió. A fines de 2015, cambió el gobierno nacional y llegó otro más decididamente pro-petrolero y antinuclear, que transformó a la CNEA en un organismo de cuarta, dependiente de una subsecretaría, amén de reducir su presupuesto a cifras ridículas. De modo que cuando la obra se detuvo en 2018 no le extrañó a nadie. Hoy este proyecto, a fuerza de más de 4 décadas de demoras, tiene no sólo imitadores y competidores afuera (ver el NuScale estadounidense o el SMART coreano) sino más enemigos adentro, cuya presión se vuelve mayor conforme el prototipo se corporiza.

                Hoy existen más de 50 proyectos de SMR (Small Modular Reactors) en el mundo, y algunos son tan innovadores y divergentes que el CAREM se volvió casi una idea «mainstream». Después de todo, sigue refrigerándose con agua (en lugar de sodio, o sales de plomo, o helio), y usa combustible de uranio poco enriquecido (no más del 3,4%), en lugar del 20%, y tiene recipiente de presión, raro, pero lo tiene. Hoy es un PWR muy compacto, muy modular, muy pagable y muy a prueba de accidentes.

                Por lo demás, es posible que el prototipo de 34 MWe en eterna construcción no sea la oferta comercial final. Ésta podría ser una planta de 4 módulos de 120 MW por pieza que comparta al menos 2 turbinas, también para ir añadiendo módulos, y con una idea de costo final de U$ 5000 por kilovatio instalado. Es muy barato, más o menos la mitad de lo que sale el kilovatio instalado de un PWR convencional gigante de 1000 a 16000 megavatios.

                Pero ya no estamos solos: hay proyectos estadounidenses en danza con seguridad inherente como el mentado NuScale y Natrium que se proponen llegar a los U$ 3000 (nadie dice que lo logren). China, Rusia y el Reino Unidos tienen proyectos de SMRs propios. En este nuevo contexto internacional e interno, el CAREM se salva, avanza y se exporta, o se muere. Y para que muera, alcanza con pararlo. Una vez más.

                Se esperaba que el avance de obra del CAREM prototipo y la ingeniería del modelo comercial renacieran casi automáticamente cuando llegó el presidente Alberto Fernández. Pero éste dejó en su lugar a las autoridades nucleares anteriores, es decir los encargados durante años de NO construirlo.

                La llegada de Serquis a la CNEA y de Antúnez a NA-SA es una señal de que parte de la coalición gobernante acaba de redescubrir el átomo. La dirección anterior de NA-SA en 2018 echó a la calle a la Unidad de Gestión de la empresa, los constructores y diseñadores de centrales. Antúnez, en cambio, es quien la había creado para terminar Atucha II, retubar Embalse y encarar las centrales que seguirían. No son diferencias de estilo. Son de propósito.

                Pasó algo parecido entre 2003 y 2006, con los entonces nuevos gobiernos kirchneristas. Formados políticamente en una provincia petrolera, no sabían muy bien qué hacer frente al Programa Nuclear. Los despertaron dos cosas: la epidemia de cortes de luz por falta de gas natural cuando la economía argentina volvió a crecer, y los terminó de ilustrar la inauguración del reactor OPAL en Sydney, Australia. Vendido por INVAP en 2000, hizo de Australia el dueño del 40% del mercado mundial de radioisótopos. Sigue siendo la exportación de tecnología avanzada argentina más importante de la historia, todavía hoy.

                Como explicó repetidamente desde este portal el Dr. Carlos Aráoz, lo importante del átomo no es la venta de electricidad barata, sino la transferencia de tecnología cara. Y su exportación.

                Este viernes pasado Adriana Serquis comentó: “La firma del contrato encomendando a NA-SA finalizar la construcción de la obra civil del CAREM25, es un hito muy importante en el comienzo de la reactivación del sector nuclear”. La presidenta de la CNEA agregó que “es un excelente auspicio para un camino conjunto en el que podamos fortalecer los vínculos para que la CNEA pueda continuar llevando a cabo otros proyectos. Nos apasiona la posibilidad de volver a tener un rol de articulación de las capacidades existentes”.

                Y José Luis Antúnez afirmó: «El objetivo de colaboración con la CNEA forma parte de nuestro Plan de Acción, aprobado recientemente por el Poder Ejecutivo Nacional. Como lo hicimos anteriormente, volvemos a acompañar a la CNEA en el Proyecto CAREM».

                En esta nueva etapa se busca aprovechar el mayor grado de avance de la ingeniería y, en general, toda la experiencia obtenida por la CNEA y NA-SA durante los últimos años, y también consolidar la buena relación que se ha ido forjando entre los equipos de trabajo y con los grupos de trabajadores, factores que favorecerán el cumplimiento del objetivo fundamental de poner en marcha el prototipo del CAREM.

                La gerenta de Área CAREM, Sol Pedre, dijo: «Es una alegría que hayamos podido lograr, al fin, la firma de este contrato. Vemos buena predisposición de parte de NA-SA para colaborar con la terminación del CAREM. Lo considero una muy buena señal para el proyecto y para la CNEA en su conjunto».

                Sol Pedré
                Oración de AgendAR: Que esta vez podamos, compatriotas

                https://agendarweb.com.ar/2021/07/07/cnea-y-na-sa-trabajaran-en-conjunto-para-completar-la-construccion-del-carem/

                1 Reply Last reply Reply Quote 4
                • Z
                  zonca last edited by zonca

                  Muy buena entrevista a Antunez, presidente de NASA. Aporta interesantes detalles de como piensan encarar la nueva CANDU y el resto del plan nuclear.

                  ENTREVISTA AL PRESIDENTE DE NUCLEOELÉCTRICA ARGENTINA
                  Antúnez: “La central nuclear se va a construir y podemos adelantar ese proceso”
                  Por Nicolás Deza

                  12 lunes
                  julio 2021
                  El presidente de Nucleoeléctrica recibió a EconoJournal para repasar la situación de la empresa, el nuevo Plan de Acción, la negociación por la central Hualong, la proyección de una quinta central de tipo CANDU para el futuro y la perspectiva general del sector nucleoeléctrico.

                  Construir y preservar. Son los objetivos estratégicos definidos por Nucleoeléctrica Argentina en su flamante Plan de Acción. La compañía estatal que opera las tres centrales nucleares en el país se prepara para nuevos desafíos. En el horizonte inmediato aparece la construcción de una central nuclear de tipo Hualong financiada por China. Representa una línea tecnológica novedosa para el país, de uranio enriquecido y agua liviana. A la actualización tecnológica se le suma además el sostenimiento y la expansión de la línea “nacional” de uranio natural y agua pesada. Las tres centrales argentinas operan con esa tecnología y la industria local la domina en profundidad.

                  Para encarar esta nueva etapa, Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA) recuperó a un histórico de la casa y del sector. José Luis Antúnez regresó en abril a la presidencia de la compañía. La historia de este ingeniero electromecánico egresado de la UBA en el sector nuclear puede remontarse hasta sus tiempos como director de NUCLAR S.A., la empresa que desarrolló el montaje y la puesta en marcha de la Central Nuclear de Embalse, allá por principios de los 80 en Córdoba. En tiempos más recientes lideró entre 2005 y 2014 la terminación y puesta en marcha de la central Atucha II en Buenos Aires, primero como director y luego como presidente de la empresa entre 2012 y 2015.

                  Antúnez recibió a EconoJournal en el sexto piso de la Sede Nodus en Villa Martelli para repasar la situación de la empresa, el nuevo Plan de Acción, la negociación por la central Hualong, la proyección de una quinta central de tipo CANDU para el futuro y la perspectiva general del sector nucleoeléctrico.

                  -Volvió a la presidencia de Nucleoeléctrica en abril, luego de varios años. ¿Cómo encontró a la compañía en lo que respecta a la operación de las tres centrales nucleares?

                  -Encontré una compañía muy distinta de cómo la habíamos dejado a fines de 2015. Respecto a la operación, encontramos una cantidad de inconvenientes operativos acaecidos durante el período de nuestra ausencia, del cual no tuvimos información hasta llegar. Esto nos llamó a incluir en primer término en nuestro plan de acción el tema de continuar mejorando, como siempre, la operación de las centrales, de manera tal de alcanzar los niveles que tenían hace unos años que eran comparables a los máximos estándares internacionales. Comparar factores de carga de centrales es sencillo. Es un número finalmente que representa el porcentaje de disponibilidad sobre las horas teóricas. Encontramos un marcado descenso sobre el que ya hemos comenzado a trabajar para corregirlo. Justamente por eso pusimos en primer lugar el plan de acción y no los planes de inversión.

                  -¿Qué balance hace de las paradas programadas realizadas recientemente en Atucha II y Embalse?

                  -Sería arrogante decir que en las pocas semanas que llevo sé exactamente el detalle de esas paradas. Pero ha habido inconvenientes intempestivos durante las propias paradas que podrían haberse manejado de otra manera. Es la forma de encarar las tareas lo que estamos en algunos casos cambiando. Los estándares de producción de NASA son absolutamente aceptables pero queremos que estén a tono con los mejores. Tenemos implementado un proceso de mejora continua y así continuaremos.

                  -La empresa informa que Atucha I y Embalse están operando al 100% de su potencia y Atucha II al 80%. ¿Cuál es la programación de operación para los próximos meses y pensando en el verano?

                  -Tenemos paradas programadas. Respecto a la evolución de Atucha II hacia el 100% de su potencia esperamos alcanzarla hacia fines de este año. Atucha II tuvo en 2018 un inconveniente serio muy distinto a una parada programada, que dejó un rastro de absorción extraordinaria de neutrones. Es el equivalente de haber limitado la potencia de la central. Esto ha llevado a que se vaya recuperando la potencia filtrando el fluido del circuito primario, cosa que lleva muchísimo tiempo y que se ve en lo lentamente que va subiendo la misma. Pero la central va a volver al 100% de potencia a fin de año.

                  ¿Quieren llevar las tres centrales al 100% de potencia para fin de año?

                  Exactamente. Hablando del 100% de la potencia y hablando de nuestra central veterana, Atucha I, que lleva 47 años en funcionamiento, poca gente sabe que hoy está produciendo 100 MW más que su potencia de diseño original de 1974. La nobleza de la máquina habla sobre eso. La central de Embalse también está produciendo sobre lo que fue su potencia nominal de diseño cuando arrancó en 1984. Atucha II, que es la máquina más nueva, va a llegar a su potencia de diseño y la evolución posterior determinará el funcionamiento de la central.

                  ¿Siguen con atención la situación de la bajante actual en el Río Paraná?

                  -Sí, para nosotros es prioridad uno en estos momentos porque el Río Paraná es el que provee de enfriamiento para dos de nuestras centrales, Atucha I y II. No solo lo observamos con atención sino que estamos tomando medidas físicas para paliar el tema, aumentando la profundidad del canal de acceso. Esperamos que no se llegue a la instancia de tener que disminuir la potencia o parar las centrales por la bajante. Es una bajante extraordinaria, la mayor en 100 años me han comentado.

                  -En los últimos meses hubo cambios en el directorio de Nucleoeléctrica, regresando usted a la presidencia de la compañía. También se designó a Adriana Serquis como presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). La semana pasada ustedes participaron de una reunión de evaluación de la situación del sector nuclear en el país realizada en la Secretaría de Energía. Parece que hay un relanzamiento de la política sectorial.

                  -Naturalmente, es prioritario para el gobierno el sector nuclear y prioritario tanto para la CNEA como para nosotros que eso ocurra, cada uno en su sector. Hay que recordar que el programa nuclear del gobierno es el programa nuclear global. De ello, el plan de acción de NASA que hemos dado a conocer es una parte. El programa es extremadamente amplio, va desde la investigación básica hasta la medicina nuclear. Hasta la electrogeneración, que eso somos nosotros. Hasta la asistencia técnica a la industria. Hemos tenido esta reunión no solo para considerar la situación general sino la articulación con la CNEA a los efectos de llevar a cabo nuestro programa de centrales nucleares, el de NASA. Tenemos mucha experiencia en esto, para terminar Atucha II hicimos lo mismo. Multitud de tareas de trabajo en conjunto con la CNEA. Hemos quedado con la doctora Serquis en que vamos a trabajar de la misma manera.

                  -La compañía aprobó un Plan de Acción días atrás que fija dos objetivos estratégicos prioritarios: la construcción de la cuarta central nuclear de tipo Hualong y la preservación de la tecnología nacional de uranio natural y agua pesada. Nucleoeléctrica lleva adelante la negociación de un contrato EPC con China National Nuclear Corporation para la construcción de la central Hualong. ¿Qué características tiene ese contrato?

                  -Es un EPC normal por construcción y entrega de la central funcionando. Nos va a permitir acceder a una nueva tecnología que es de uranio enriquecido y agua liviana. El contrato va a prever contenido local, naturalmente en lo relativo a las obras y los procesos de montaje y puesta en marcha, además de suministros locales. También va a incluir la transferencia de la tecnología para la fabricación local de los componentes del combustible que se van a usar en la central. Esa transferencia va a ser hecha a la CNEA, que es quien fabrica el combustible para nuestras centrales. Este proyecto va a servir para incrementar el acervo tecnológico tanto de la CNEA como el nuestro.

                  ¿En qué punto está esa negociación?

                  Ahora es el recomienzo de la negociación. Quedó abandonada hace tiempo. Una vez que fue aprobado nuestro plan de acción el 23 de junio del mes pasado avisamos a la contraparte china que ya estábamos listos para recomenzar las conversaciones. Ya las hemos recomenzado, vía virtual, tanto por la distancia como por las circunstancias del momento. Estimamos que serán varios meses de negociación para ponernos de acuerdo con los contratos.

                  -Jefatura de Gabinete de Ministros respondió en su último informe al Senado de la Nación que la central podría estar operativa en 2028. ¿Cuándo debería comenzar la construcción como para cumplir con ese plazo?

                  -Tendría que estar comenzando físicamente en el segundo semestre del año próximo.

                  -¿Prevén firmar el contrato comercial este año?

                  -Hacia fin de este año. A partir de ahí vienen una cantidad de procesos respecto a la contratación misma, a su financiamiento, que estimo que llevarían el primer semestre del año próximo y a partir de allí ya comenzar con la construcción. Lo que ya estamos adelantando es la preparación del predio para entregárselo a la CNNC tan pronto como esté habilitado el contrato, para evitar el tiempo muerto de empezar a despejar el predio a partir de la firma del mismo. La central nuclear se va a construir y podemos adelantar ese proceso. Eso va a empezar a fomentar el empleo en la zona de Zarate y de Campana, que tanta falta hace.

                  -La construcción de una central nuclear puede ser una buena noticia en un país que necesita generar empleos.

                  -Ya lo creo y tratamos de que lo sea lo máximo posible. En el tema de generación de empleo local, la otra central de uranio natural y agua pesada que vamos a encarar es esencialmente una gran creadora de empleo industrial. Además, el plan incluye algunos proyectos que no son centrales nuevas pero son de enorme importancia para nosotros. Uno es la extensión de vida de Atucha I. En 2024 va a parar Atucha I para una extensión de vida sobre la que ya estamos programando y trabajando. Extenderemos su vida por entre 15 y 20 años más. Va a ser una de las centrales más longevas del mundo. Hoy ya hay centrales nucleares licenciadas para operar hasta 80 años de funcionamiento en el mundo, principalmente en Estados Unidos.

                  La central Hualong
                  -¿Cuál sería el aporte de la central Hualong en el sistema eléctrico argentino?

                  -La potencia de diseño son 1200 MW. Descontando el consumo propio de la central son entre 1160 y 1150. En una central que opera 24 horas del día a lo largo del año es un aporte energético muy grande.

                  -¿Por qué se optó por esta tecnología?

                  -La Hualong nace de dos vertientes. La primera en el año 2010, una decisión de la Secretaria de Energía y el gobierno argentino de que era el momento de explorar la tecnología de uranio enriquecido. En esa decisión influyó mucho el hecho de que estuviera el prototipo del reactor CAREM en desarrollo. El razonamiento, muy acertado, de la Secretaría de Energía fue que si estamos construyendo un reactor de uranio enriquecido vamos a pretender exportarlo. Pero es muy difícil convencer a alguien de que compre lo que uno no usa. Por lo que sería razonable que nosotros también incursionáramos en centrales de gran potencia, no diseñándola nosotros pero sí entrando en un primer proyecto. De ahí viene una larga cadena que culmina en la selección del Hualong como el reactor adecuado. La otra vertiente, que ha pasado más desapercibida, es el acuerdo país-país de Argentina con China. Tiene un capítulo de infraestructura muy importante, dentro del cual estaba la posibilidad de comprar un reactor Hualong, y así nace la historia de este contrato que estamos tratando de completar ahora. Por lo que este contrato nace de una elección que hicimos, que la máquina más conveniente para nosotros era la Hualong, pero también la más conveniente por su esquema financiero.

                  -NASA tiene la experiencia reciente de haber terminado y puesto en marcha Atucha II. ¿Cómo repercute esa experiencia pensando en la construcción de una nueva central?

                  -Lamentablemente todo el proceso de construcción y el rol de NASA como arquitecto ingeniero de sus propios proyectos fue suspendido durante la administración anterior. No inició ninguno de los proyectos que eran parte del plan de 2014. Pero al volver hemos encontrado uno de ellos desaparecido, el proyecto nacional para un reactor de diseño CANDU. Tampoco estaba firmado el contrato por la central Hualong. Además fue disuelta la Unidad de Gestión de Proyectos Nucleares, es decir, el arquitecto ingeniero de NASA. De acuerdo a una disposición del año 2018, NASA fue reducida solo al papel de operadora de las centrales, sin participación en su diseño y construcción. Junto con la plana actual se tomaron las medidas necesarias para anular esa disposición y NASA ha recuperado su condición de arquitecto ingeniero de sus propios proyectos. Ahora tenemos que reconstituir esa unidad y volver a formar los grupos humanos, que es lo esencial de los grupos de ingeniería y construcción. Esta es exactamente la misma tarea que emprendí en el 2005 para terminar Atucha II, donde encontré disueltos todos los grupos dedicados a ser arquitecto ingeniero de nuestros proyectos.

                  Qué va a pasar con la tecnología CANDU
                  -El segundo objetivo estratégico refiere a la tecnología de agua pesada y uranio natural. ¿Por qué es importante preservarla?

                  -En primer término, no sé si quienes cancelaron el proyecto nacional advirtieron la magnitud de lo que hacían teniendo en cuenta que es la tecnología de las tres centrales que tenemos en funcionamiento. Cuando en 2018 se cancela ese proyecto y se indica que nunca va a volver a formar parte del programa nuclear argentino, alguien olvidó que uno puede pronosticar un futuro distinto y disponerlo pero lo que no puede es reescribir la historia. ¿Cuál iba a ser el destino de las centrales nucleares en funcionamiento? Rápidamente se produjo una lección que debería haber sido considerada cuando se tomó la medida. Se abandonó la planta industrial de agua pesada ubicada en Neuquén, cerca de Arroyito. Produce el agua pesada que es esencial para el funcionamiento de las centrales de uranio natural. Eso ocurrió allá por el año 2017/18 que dejó de producir y nos encontramos hoy con la paradoja de que la nación tiene tres centrales en funcionamiento, que necesitan agua pesada para su funcionamiento, pero que tiene salir a comprar el agua pesada al exterior, siendo el país el dueño de la mayor planta de ese tipo que hay en el mundo. Una extraña paradoja pero totalmente previsible cuando se tomó la decisión de cancelar el proyecto nacional.

                  -¿Qué ocurrirá con la planta en Arroyito?

                  -La planta es de la CNEA y es operada por una empresa mixta entre la provincia de Neuquén y la CNEA. Ergo, la planta es del Estado nacional. La empresa mixta operadora es un esquema que funcionó muy bien y que usamos para producir entre 2005 y 2015 las más de 700 toneladas de agua pesada que requirió Atucha II. Ya está tomando medidas la Secretaría de Energía para que se produzca la recuperación del funcionamiento de esta planta.

                  -La preservación de esta línea incluye la proyección de una nueva central de ese tipo para el futuro. ¿Cuál es el plan?

                  -Nuestro plan ha recuperado el proyecto nacional y lo vamos empezar a ejecutar con un método que nos va a permitir contribuir a la recuperación de la industria argentina, en particular de la metalmecánica, la eléctrica y hasta la química. Hablando de creación de empleo eso es lo más importante. ¿Qué hacemos con el proyecto Hualong? Reactivamos la industria de la construcción y del montaje. Vamos a crear en la zona de Zarate alrededor de 5000 empleos, más otros 600 o 700 permanentes cuando ya arranque la central. Vamos a haber reconstruido empleo pero para una masa de empleo especial, que es la de la construcción. El contenido local de un primer reactor de una tecnología nueva y a través de un contrato EPC va a ser relativamente bajo desde el punto de vista de los componentes industriales. Quiere decir que el Hualong va a satisfacer nuestras expectativas en cuanto a incorporar la nueva tecnología, en cuanto a la industria de la ingeniería y la construcción y en cuanto al empleo en el aspecto de la construcción y de la operación. Empleo industrial relativamente poco. Para compensar esto, tenemos en primer término la ejecución de la extensión de vida de Atucha I, que va a dar muchísimo trabajo industrial. Lo segundo es el Almacenamiento en Seco de Elementos Combustibles Quemados, que es un proyecto muy grande, de un par de cientos de millones de dólares. Eso es un puente que nos va complementar el empleo industrial durante lo que queda de este año y el próximo. Seguramente la extensión de vida de Atucha I seguirá hasta el 2024 y para ese momento los componentes ya van a estar fabricados. Entonces necesitamos algo más y encontramos la siguiente forma de hacerlo. Vamos a programar el proyecto nacional, que va a ser un reactor CANDU. La tarea de proyectar este nuevo reactor se va a hacer en Embalse, que es donde esta acumulado nuestros 40 años de experiencia tanto en la construcción como en la operación y la extensión de vida de Embalse. La experiencia CANDU de Argentina esta acumulada allí, por lo que la gerencia e ingeniería para el nuevo proyecto se van a realizar allí.

                  -¿Cómo van a programar el proyecto CANDU?

                  -Lo vamos a programar de forma distinta a la de una obra normal, que como toda obra comienza por la obra en conjunto con la compra de componentes. Este proyecto lo vamos a arrancar exclusivamente con la ingeniería de compras y de diseño para los componentes locales de largo plazo de entrega y alto impacto en la industria manufacturera argentina. Tarea que podríamos estar comenzando en 2023. Allí inyectaremos todos los fondos que tengamos disponibles. Si en algún momento se recupera el financiamiento entonces lanzaremos el proyecto completo, pero vamos a empezar por la compra de componentes nacionales. Esa es la idea que hemos aportado al deseo del gobierno de fomentar el empleo industrial que es crucial para enfrentar el desempleo y la pobreza.

                  La importancia de la energía nuclear
                  -¿Qué aporta una central nuclear en la matriz energética de un país como Argentina?

                  -El reactor nuclear por de pronto es un aporte de energía de base, cosa que muy pocos países tienen de fuente hidráulica. Nosotros tenemos, como es el caso de Yacyretá. Es una central hidráulica que es en la práctica una central de base. Lo que hace es aportar a la base del sistema y realmente a lo largo de todos estos años he visto que cuando faltan se extraña la energía de base de la central nuclear, porque no está condicionada ni al clima ni a la disponibilidad de gas, ni a la importación de combustible, ni a la lluvia tampoco. Son centrales muy parejas que con potencias relativamente pequeñas producen mucha energía. El promedio del mundo es que 440 reactores, que son menos del 5% de la potencia total instalada en el mundo, producen el 10% de la energía que consume el planeta. Su incidencia en la matriz energética es muy alta en proporción. Así que venimos aportando a la matriz energética desde 1974 con Atucha I. Épocas en las cuales Atucha I era tan importante que si salía intempestivamente de servicio había un apagón en el gran Buenos Aires, con sus modestos 200 MW de aquella época. Hasta el momento actual en que la salida intempestiva de una de las tres centrales no va a mandar a apagón al país pero sí provoca unos cuantos llamados de CAMMESA rápidamente a ver qué está pasando y por qué salieron. Después aporta algo que antes se consideraba una cosa elegante pero ahora está comenzando a considerarse como una cosa imprescindible. La generación nuclear no emite carbono. Esto ha hecho que en los últimos congresos se ha hablado de que lo nuclear va a ser una parte esencial si es que se quiere descarbonizar totalmente la generación eléctrica para el 2050. Una menuda tarea: el 40% de la energía eléctrica del mundo se produce con carbón hoy. Hasta casi el 70% es combustión de gas o de líquido, todas fuentes de carbono. Después vienen las que no producen carbono: la hidráulica, la eólica, la solar y la nuclear. Con una ventaja adicional para esta última: tiene un funcionamiento de base. Hoy nuestras tres máquinas aportan alrededor del 10% de la energía eléctrica anual del país.

                  -Una central nuclear es una inversión de capital muy elevada. ¿Cómo se debe valorar en lo económico el costo de la energía nuclear?

                  -Ahí tenemos una disputa ideológica con los evaluadores de proyectos. El método habitual de evaluación de un proyecto energético es el del costo nivelado de la energía, el LCOE. Está muy bien y funciona razonablemente bien para proyectos con vida útil de 20 años. Ahora, como es un método de flujos de caja descontados tiene un inconveniente. Aún con tasas relativamente bajas, sea del retorno del capital que se le pide al proyecto, sea de la inflación que afecta al ingreso, arriba del 5 o 6%, el LCOE más allá de los 20 años no ve nada. ¿Qué hacemos con los proyectos que viven 80 años? Cuestión que compartimos con las hidráulicas grandes. Tenemos un gran aliado en declarar que el problema de la evaluación de los proyectos eléctricos es problema del instrumento de medición, no de la máquina. Ya se han diseñado en Estados Unidos métodos de adaptación, como el VALCOE. Son métodos que trabajan con la contribución al sistema que hacen aquellas máquinas cuyos flujos de dinero no ve el método del descuento actualizado de los fondos. Para que el proyecto nuclear sea competitivo con ese instrumento tan primitivo que solo ve los 20 años, hay que conseguir una tasa de retorno que sea del 2 o 3%, cosa que ciertamente es inalcanzable en países como el nuestro. Pero cuando uno corrige en función de los flujos futuros que existen la ecuación es otra. Antes nos decían que una central con una duración de 40 o 60 años era una fantasía. La dura realidad ha hecho ver que hoy hay máquinas que están andando hace 60 años y funcionan mejor que antes. La flota estadounidense que es de alrededor de 100 reactores tuvo el año pasado un factor global de carga del 93%, con algunas máquinas que tienen 65 años funcionando. Es una contribución monumental. Eso flujos están hoy y los estadounidenses, que son bastante prácticos, hace ya rato que lo vienen reconociendo. Algunos Estados ya están remunerando a las centrales directamente. Otro elemento es la emisión de carbono. Cuando hace 30 años se evaluaba un proyecto el hecho de que emitiera carbono no era algo que estuviera perturbando el planeta. Ahora parece que sí, por lo tanto, a las fuentes que no producen carbono hay que premiarles la tonelada no emitida de carbono y no usar el primitivo método de multar al que emite. Alguien con suficiente plata paga la multa y ya. No es ese el método socialmente adecuado si es que quieren alcanzar un 2050 con energía eléctrica limpia.

                  -El sector nucleoeléctrico argentino es muy importante dentro de la región y a nivel internacional. ¿Cómo se lo preserva?

                  -Teniendo continuidad. Imagine el papelón de que una nación respetada en la región haya abandonado la única tecnología que tiene en funcionamiento. Hay que tener continuidad en las ideas. Si queremos hacer otra tecnología diferente a la que tenemos en funcionamiento debemos adoptar esa tecnología, pero sin destruir la que tenemos. ¿Argentina por qué tiene prestigio? No solo por las capacidades indiscutidas de la gente de la CNEA y de todos sus desprendimientos, como es el caso de NASA. Sino que trabaja continuamente con la energía atómica desde 1950. Tuvo la primera central nuclear al sur del Río Bravo. Le siguieron Brasil y México. Otro tema, en el que también hubo continuidad, es que Argentina ha sido pionera en la medicina nuclear. La palabra nuclear se aplica a varias cosas, que van desde lo horrendo que es lo bélico, hasta lo sublime que es la aplicación médica. Argentina de las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear ha sido pionera. Somos el segundo exportador de radioisotopos del mundo, en general para uso médico e industrial. Tenemos centros de medicina nuclear de avanzada. Con continuidad, trabajo duro y buena ciencia y tecnología, se va lejos. Ahora, dando bandazos salvajes, será más difícil. El tema del resurgir de Atucha II fue en el 2005. El sector nuclear estaba absolutamente destruido y se lo reconstruyó completo. Por suerte la parte de medicina nuclear pasó este último periodo no digo indemne pero bastante bien. Lo que se procuró destruir fue la parte nucleoenergética y por suerte no se lo consiguió.

                  -Otro punto del plan de acción es la colaboración con Electrobras de Brasil. ¿En qué consiste?

                  -Tenemos una gran cantidad de trabajo con los colegas de Electrobras. Nuestra gente de inspección de ensayos no destructivos tiene gran experiencia en el manejo de estos reactores en servicio porque comenzó hace más de 45 años con ese trabajo. Hemos encontrado un requerimiento para las centrales brasileñas de ir llevando ese historial de cómo va marchando la parte metalográfica de los reactores, a tal extremo que ya nos contratan sistemáticamente, inclusive a través de la empresa francesa Framatome. Estamos trabajando para Framatome en Brasil. Después tenemos un gran intercambio de experiencia operativa con los colegas brasileños, con permanentes visitas. Compartimos un reactor de diseño alemán que es el de Atucha II, pero el de ellos es de uranio enriquecido y el nuestro es de uranio natural. Así que tenemos un historial operativo en común con la central Angra II. Con Angra I no, es un Westinghouse de uranio enriquecido que no tenemos nada parecido. Pero Atucha II es un diseño de uranio natural y es una derivación del diseño Angra II de uranio enriquecido. Esos son los dos puntos en los cuales compartimos muchísima experiencia y seguro que vamos a seguir trabajando en otros temas.

                  -¿Qué conlleva el trabajo de responsabilidad social empresaria dentro del plan?

                  -NASA siempre ha trabajado por lo que el OIEA define como los principales accionistas de una central nuclear, que es la población de la zona. Es una política permanente y vamos a seguir aumentando este trabajo con las comunidades próximas. Tenemos una gran política de formación, con tres institutos educativos en Lima y apoyamos a todas las escuelas de la zona. NASA en el 2014 se transformó en la primera empresa estatal en emitir un balance de responsabilidad social empresaria.

                  https://econojournal.com.ar/2021/07/antunez-la-central-nuclear-se-va-a-construir-y-podemos-adelantar-ese-proceso/

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                  • Z
                    zonca last edited by zonca

                    https://www.telam.com.ar/notas/202107/562454-junio-2022-construccion-atucha-iii-proyecto-quinta-central.html

                    Prevén iniciar en junio de 2022 la construcción de Atucha III y relanzar de quinta central

                    Lo anunció el presidente de Nucleoeléctrica, José Luis Antúnez, en una entrevista con Télam. Resaltó la vigencia de la primera central a construir con financiamiento y tecnología china de uranio enriquecido, y la segunda de agua pesada y uranio natural de larga tradición en el país.

                    Por Ignacio Ortiz
                    Las dos nuevas centrales nucleares permitirán duplicar la oferta de generación eléctrica en torno de los 3.500 Mw.
                    Las dos nuevas centrales nucleares permitirán duplicar la oferta de generación eléctrica en torno de los 3.500 Mw.

                    La empresa Nucleoeléctrica Argentina SA (NASA) prevé iniciar la construcción de Atucha III, la cuarta central atómica de la Argentina, a partir de junio de 2022, y dos años después hacer lo propio con la quinta central del llamado "proyecto nacional", que será recuperado tras ser dado de baja en 2017.

                    Así lo anunció el presidente de Nucleoeléctrica, José Luis Antúnez, en una entrevista con Télam, en la que resaltó la vigencia de la primera central a construir con financiamiento y tecnología china de uranio enriquecido, y la segunda de agua pesada y uranio natural de larga tradición en el país.

                    Los siguientes son los tramos principales de la charla con Télam:

                    José Luis Antúnez, presidente de la empresa Nucleoeléctrica Argentina SA (NASA).
                    José Luis Antúnez, presidente de la empresa Nucleoeléctrica Argentina SA (NASA).

                    • Télam: ¿Qué ocurrirá con el futuro de las centrales de generación en esta nueva gestión al frente de Nucleoeléctrica ?
                    • José Luis Antúnez: Luego de un período de paralización, el plan de Nucleoeléctrica Argentina retoma el proyecto de dos centrales nucleares, en la misma dirección de la idea original hasta fines de 2015. Las circunstancias financieras nos obligan a reconsiderar el orden, por lo cual el nuevo programa será lanzar lo antes posible el proyecto que ya tiene financiamiento y después continuar con el propio, pero con sólo dos años de diferencia.

                    La cuarta central va a ser de uranio enriquecido y la quinta va a ser la nueva central de uranio natural y agua pesada. Dos centrales que sumarán 1.800 Mw (megavatios) a nuestra potencia instalada, lo cual es prácticamente duplicar lo que tenemos hoy.

                    • T: ¿Cómo será el proceso de cierre del acuerdo con China y cuándo podrá comenzar la construcción de Atucha III?

                    • JLA: En un panorama realista, nuestra idea es cerrar el contrato con la contraparte china hacia fin de este año y en los siguientes seis meses hay que completar los prerrequisitos para acomodar el proyecto dentro del tratado país-país, porque no nace de una licitación publica internacional. Se deben determinar la razonabilidad del precio, las condiciones concesionales favorables para el financiamiento y las condiciones técnicas. Todo eso va a llevar otros seis meses. Con lo cual el inicio del proyecto cuarta central en el terreno se puede estimar en junio 2022, y a partir de ahí son ocho años de construcción.

                    • T: ¿Qué cambios están negociando respecto al acuerdo original que se tenía hasta 2015 ?

                    • JLA: Al completar nuestro Gobierno a fines de 2015, los dos proyectos estaban lanzados, algo que hoy cuesta describir. Habíamos hecho un consorcio entre la Compañía Nacional Nuclear China (CNNC) y Nucleoeléctrica para hacer entre ambos los dos proyectos como diseñadores y arquitectos ingenieros, en conjunto y financiado en su totalidad por China, como parte de un acuerdo único país-país. Pero todo eso se disolvió.

                    Los cambios ahora del proyecto es que tendremos un contrato EPC de ingeniería, compras y construcción bajo responsabilidad de la compañía nuclear China, y en el que NASA va a tener su papel de operador y propietario. A ese contrato estamos procurando introducir algunas cláusulas que favorezcan a la industria y la tecnología nacional, en particular en cuanto a la provisión de elementos manufacturados, lo cual para una primera central de tecnología nueva es muy difícil, pero vamos a tratar de fomentar lo máximo posible la utilización de la industria nacional.

                    La quinta central del llamado "proyecto nacional", será recuperado tras ser dado de baja en 2017.
                    La quinta central del llamado "proyecto nacional", será recuperado tras ser dado de baja en 2017.

                    • T: Y en cuanto a la transferencia de la tecnología tipo Hualong...
                    • JLA: El contrato va a incluir la transferencia a la Comisión Nacional de Energía Atómica de la tecnología para la fabricación nacional del combustible para esta futura central de uranio enriquecido que la Argentina no produce, pero el combustible va a ser fabricado en el país. La mano de obra local de ingeniería y construcción y el resto de profesionales que maneja el proyecto va a tener muchísimo trabajo, pero la industria metalmecánica, eléctrica y la química nacional es la que tiene menor participación en un proyecto nuevo, de una tecnología aún no utilizada y que carece de la base industrial.

                    Es por eso que sacamos del estado de cancelación el proyecto de uranio natural y agua pesada y lo volvimos a colocar en el Programa Nuclear Argentino como la quinta central, pero lo vamos a programar de una manera distinta.

                    • T: ¿De qué manera está pensada esa quinta central ?
                    • JLA: Debido a la estrechez financiera vamos a hacer la ingeniería del proyecto nacional empezando por los componentes a adquirir en el país, es decir que mucho antes de lanzar las obras vamos a haber lanzado las compras de componentes y esperamos hacerlo comenzando 2023. De esa manera ocuparíamos a esa industria proveedora de componentes nucleares que es esencial porque son proyectos de larguísima vida y que sólo en repuestos y reemplazos, la industria tiene un sustente por mucho tiempo.

                    La primera central a construir con financiamiento y tecnología china de uranio enriquecido.
                    La primera central a construir con financiamiento y tecnología china de uranio enriquecido.

                    • T: ¿Y hasta 2023 cómo se sostiene la industria local tan especializada?
                    • JLA: Para eso pensamos un puente hasta cuando comencemos a comprar componentes locales. Y ahí recurrimos a dos proyectos que necesitamos y que vamos a ejecutar con la industria nacional. Una de ellas es extender la vida útil de Atucha I, que ya lleva 47 años funcionando a la perfección y para el que vamos a recurrir al máximo de la producción local de los componentes y repuestos que hagan falta.

                    Y el otro proyecto que ofrecemos es la construcción de la nueva planta de almacenamiento en seco, similar a la que estamos finalizando. Algo central porque los elementos combustibles usados en las centrales nucleares se almacenan durante largos periodos en piletas y luego en almacenamientos en seco, y aunque parezca mentira Atucha II ya lleva siete años desde el arranque del reactor y vamos a tener elementos combustibles dentro de tres o cuatro años con necesidad de aliviar la carga sobre las piletas.
                    °°°°°°°°
                    Extensión de vida útil de Atucha I
                    La Central Nuclear Atucha I inició la etapa final del proceso de extensión de su vida útil, tras 47 años de funcionamiento, una obra que demandará una inversión de US$ 300 millones y que permitirá extender su operación hasta más allá del 2040 con sus actuales 350Mw (Megavatios) de generación.

                    "Atucha I tiene que parar en 2024 y necesitábamos iniciar el proyecto de extensión de vida ya porque hay que empezar a fabricar lo que hay que reemplazar. Y ese proceso acaba de comenzar con la designación de la gerencia de proyecto", anunció el presidente de Nucleoeléctrica Argentina, José Luis Antúnez.

                    En una entrevista con Télam, el histórico directivo que presidió la empresa entre 2005 y 2014, se refirió a los planes de un sector estratégico "después de un periodo en el cual el plan nuclear fue raleado", según la definición de Antúnez sobre los cuatro años de la gestión Cambiemos.

                    "Tenemos este proyecto muy grande que es la extensión de vida de Atucha I, una obra que vamos a ofrecer a la industria nacional para poder participar hasta que llegue el momento del pleno funcionamiento del proyecto nacional", tal como se conoce a la quinta central argentina.

                    En ese sentido, destacó la participación de las empresas locales de larga experiencia en la industria nuclear: "Cambiamos la forma de hacer la obra porque la idea de la administración anterior era concretar el proyecto con una fortísima participación extranjera, nosotros lo haremos al revés".

                    "Lo vamos a hacer con tecnología nuestra y a la par de otra obra muy importante que es el almacenamiento en seco, ambos proyectos están en el orden de los 300 millones de dólares cada uno que esperamos gastar en pesos", aseguró Antúnez.

                    La afirmación tiene sustento en la experiencia adquirida tanto en la terminación de Atucha II que salió el equivalente de unos 3.400 millones de dólares, y se concretó en un 93% con componente nacional pagado en pesos.

                    "Aquel fue un fenómeno irrepetible por el caso muy particular de que todo lo importado estaba almacenado. Pero cada uno de los dos proyectos en marcha va a tener mucho mas del 50% de componente nacional", aseguró.

                    Si bien la primera central atómica argentina detendrá sus 350 Mw de generación en 2024 durante 25 meses, el proyecto de la extensión de vida debe comenzar antes para planificar los requerimientos y los aspectos que se podrían modificar para hacer más eficiente el próximo período de vida que podrá alcanzar entre los 15 y los 20 años.

                    "No tenemos previsto sumarle potencia porque ya Atucha I, que es la mitad de Atucha II y Embalse, ha sido una maravilla porque se diseño para 250 Mw, y ya durante la construcción comenzó a subir la potencia y medio siglo después está entregando 350 Mw, que veremos si es su límite técnico", detalló el presidente de NASA.

                    La Central Nuclear Atucha I, Presidente Juan Domingo Perón, inició su construcción en junio de 1968 y se convirtió en la primera central nuclear de potencia de América Latina, al ser conectada al Sistema Eléctrico Nacional en marzo de 1974.

                    Desde entonces, la planta generadora ofrece su energía al sistema desde la margen derecha del Río Paraná de las Palmas, a 100 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires en la localidad de Lima, partido de Zárate.

                    Si bien es la primera central argentina, todos sus sistemas de seguridad fueron actualizados y cumplen con las exigencias locales e internacionales.
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                    "Alcanzar un 15% de generación nuclear sería un buen objetivo"
                    Las dos nuevas centrales nucleares que relanza el Gobierno nacional a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica y la empresa Nucleoeléctrica Argentina (NASA) permitirán duplicar la oferta de generación eléctrica en torno de los 3.500 Mw (Megavatios), en un proceso para alcanzar un 15% de la matriz eléctrica.

                    Así lo planteó el presidente de Nucleoeléctrica, José Luis Antúnez, un Ingeniero Electromecánico recibido en la Universidad de Buenos Aires, al analizar que "la matriz energética eléctrica en la Argentina sigue tradicionalmente al PBI, con 1,2 punto de crecimiento por cada punto de producto".

                    En lo que va de 2021 el sistema nuclear está representando en el mercado eléctrico una oferta de entre el 8 y el 10%, aunque Antúnez aclara que "en el actual momento de demanda eléctrica baja, por poco que se reactive la industria va a bajar un poco más la participación actual"

                    "En el mundo esa participación es del 10%. Rara vez lo nuclear ha pasado ese margen de la demanda, así que fijarse al futuro ir al promedio general de las naciones desarrolladas en el orden del 15% nuclear sería un buen objetivo", sostuvo el experto en una proyección ambiciosa teniendo en cuenta que distintos estudian hablan de duplicar la generación eléctrica para dentro 20 años.

                    Los dos grandes proyectos que Nucleoeléctrica tiene previsto para su construcción, conocidos como la cuarta y la quinta central nuclear, permitirán sumar 1.100 Mw con la tecnología de uranio enriquecido y 700 Mw con la tecnología de uranio natural y agua pesada que es la largamente desarrollada en el país.

                    "En el camino de estas dos centrales que tienen un plazo de construcción de ocho años cada una, se debería ir planeando lanzar una central cada cinco años, es decir coincidir con la mitad del plazo de producción de la anterior para aprovechar mejor los recursos", afirmó el titular de NASA.

                    Las tres centrales nucleares en operaciones -Atucha I y II más Embalse- aportan al Sistema Argentino de Interconexión 1.700 MW, una experiencia tecnológica que permitió el desarrollo de ingenieros y especialistas en la materia de más de 200 empresas que fueron desafectadas por los cambios introducidos en la planificación entre 2016 y 2019.

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                    • S
                      SAM last edited by

                      Una pequeña corrección al artículo sel Sr. Ortiz, la cuarta central nulclear argentina ya está 75% finalizada y se llama CAREM. Si bien el CAREM que está en construcción es un prototipo de 25MW, no deja de ser una central nuclear de potencia que va a proveer energía eléctrica al sistema interconectado.

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                      • Z
                        zonca last edited by zonca

                        Retoman planes de recuperar la planta de agua pesada de Arroyito

                        El relanzamiento del programa nuclear requiere la revalorización productiva de la PIAP, la planta más grande en su tipo del mundo, paralizada desde 2017.
                        Por Ignacio Ortiz
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                        Retoman planes de recuperar la planta de agua pesada de Arroyito
                        La Argentina, el país de las paradojas, posee tres centrales nucleares en funcionamiento que representan hoy hasta un 10% de la oferta eléctrica total y que requieren un elemento clave que se producía hasta mediados de 2017 en la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP). Ubicada en la localidad de Arroyito, a 55 kilómetros de la capital neuquina, es considerada la más grande del mundo en su tipo para la producción de agua pesada, un moderador y refrigerante en los reactores nucleares que apelan al uranio natural como combustible, pero la desactivación del programa nuclear nacional condujo a su paralización y al despido de sus 350 trabajadores especializados.

                        La planta es propiedad de la Comisión Nacional de Energía Atómica, un organismo autárquico dependiente de la Secretaría de Energía de la Nación, y el relanzamiento de los proyectos como las cuarta y quinta centrales nucleares y la conclusión del reactor de baja potencia Carem pone en la mesa la necesidad de recuperar la provisión nacional de agua pesada y evitar su importación.

                        El presidente de la empresa Nucleoeléctrica Argentina S.A (NASA), José Luis Antúnez, dijo a e+ que “la PIAP tendrá un rol protagónico en el plan nuclear abasteciendo el consumo de agua pesada de las tres centrales que se encuentran en operación, pero por otra parte, producirá la primera carga de agua pesada necesaria para la quinta central y abastecerá luego su consumo cuando se encuentre en funcionamiento”. El histórico referente de la compañía y del sector nuclear se refiere a la reciente confirmación de avanzar en la cuarta central nuclear que llevará el nombre de Atucha II -con tecnología china Hualong de uranio enriquecido- y la recuperación del denominado “proyecto nacional” que continúa la tradición argentina de uranio natural y agua pesada, que había sido dado de baja formalmente a mediados de 2018. Ambas centrales sumarán 1.800 Mw (megavatios) a la potencia instalada, lo cual es prácticamente duplicar lo existente hoy, explicó Antúnez

                        En ese contexto, el presidente de NASA revaloriza la “importancia estratégica” de la PIAP neuquina al explicar que “no hay en el país otra planta de producción de agua pesada, lo que la constituye en un elemento esencial para el sostenimiento del dominio autónomo y soberano de la tecnología de uranio natural y agua pesada”.

                        La Planta de Arroyito se emplazó en Neuquén por las características del Río Limay, es uno de los ríos que cuenta con mayor concentración de deuterio (isótopo del hidrógeno), y posicionó a la Argentina como el principal productor mundial de agua pesada grado reactor (99,98% grado reactor), lo que le permitió exportar en distintos momentos a Asia, Europa y Estados Unidos.
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                        Fabián Ruocco, Director Ejecutivo del Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica (CEDyAT), el organismo técnico que realizó el Estudio de Impacto Socio-Ambiental para la modernización de la Central Nuclear de Embalse, reseñó que “mientras la saliente gestión de Cristina Kirchner (2015) incluía a China en acuerdos vinculados a la promoción del sector nuclear, el manoseo de la transición de gobiernos terminó por liquidar el proyecto original que consideraba, entre otros aspectos, la construcción de una central nuclear de tipo Candu”.

                        “Las centrales nucleares de tipo Candu son convenientes para nuestro país, entre otros motivos, por ser una tecnología conocida, probada durante décadas. Con gran participación de la industria nacional, principalmente en lo que respecta al uso de agua pesada, suministro de combustible y componentes metalmecánicos complejos”; precisó el titular del CEDyAT que también colaboró oportunamente en el Plan Estratégico de Nucleoeléctrica 2015-2025. En ese contexto, la Planta de Arroyito fue diseñada y creada en el marco del Plan Nuclear Argentino de la década de 1970, de la mano con un proyecto que incluía la industrialización de los productos primarios y el objetivo de romper con la dependencia de los hidrocarburos, con el gas en particular.

                        “La tecnología Candu fue la opción para llevar la matriz nucleoeléctrica entre el 15 y 17 %, era la época en que se llego a planificar la construcción de 8 centrales nucleares, por eso se define la construcción de una Planta de Agua Pesada de 220 toneladas al año lo que permitiría abastecer las centrales pensadas y, posteriormente, el stock técnico de reposición”, recordó Ruocco.

                        La PIAP comenzó su producción en 1994, lo que permitió otorgar autosuficiencia completa para el ciclo de uranio natural y agua pesada y abastecer toda la demanda de la Central Atucha II, pero a pesar de la necesidad de las tres generadoras en julio de 2017 la planta fue paralizada por decisión del entonces Gobierno nacional que argumentó falta de presupuesto, y un año después se procedía al despido de su personal especializado, en sintonía con lo que ocurría en las empresas Nucleoeléctica, Dioxitek -cuyo proceso de privatización fue recientemente revertido- el Invap y Combustibles Nucleares Argentinos (Conuar), es decir casi toda la cadena de valor nuclear.

                        Pero a pesar de la actual decisión de revertir la paralización, la Asociación de Profesionales de la Comisión de Energía Atómica y Actividades Nucleares (APCNEAN) que encabeza el investigador y directivo de la CNEA Andrés Kreiner, advirtió recientemente a la Secretaría de Energía que conduce el neuquino Darío Martínez, que después de un año y medio de asumido el gobierno la situación en la PIAP sigue deteriorándose y eventualmente hará necesario importar agua pesada (D2O) de reposición para las centrales por muchos millones de dólares.

                        Desde la entidad se estima una necesidad para reposición de agua pesada de aproximadamente 12,5 toneladas/año, lo cual tan sólo para los próximos 30 años de vida útil de las centrales implica unas 375 toneladas. La última gran tarea de la PIAP fue la producción de 640 toneladas de agua pesada para Atucha II, años durante los que se marcó un récord con la plena utilización de todas las instalaciones y capacidad operativa. La expectativa era -y es- poder producir otras 600 toneladas para el proyecto de la quinta central de tecnología nacional.

                        Pero además de que el mantenimiento es mínimo y no alcanza para preservar la PIAP, se destaca que otra tarea difícil de encarar será recuperar la especialización de su plantel, ya que de los 450 trabajadores con los que contaba sólo quedó un centenar y buena parte de ellos se dedica a tareas para los servicios petroleros de la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI).

                        El actual Secretario de Energía, por junio de 2019 cuando se desempeñaba como presidente de la Comisión de Energía y Combustibles de la Cámara baja, reclamaba “las partidas para que la PIAP produzca el agua pesada que necesitan el resto de las plantas argentinas”. Ya desde entonces entendía: “Si no lo producimos nosotros, hay que importarlo, y eso sería más caro que producirlo”, por lo que “hay que poner a funcionar la planta para producir las 300 toneladas de stock de agua pesada que demandan las centrales de energía atómica en su vida útil”. Hoy su cartera tiene en sus manos la responsabilidad de comenzar a definir cómo podrán financiarse las obras que demandará la recuperación operativa de la PIAP.

                        https://mase.lmneuquen.com/agua/retoman-planes-recuperar-la-planta-agua-pesada-arroyito-n829035

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