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Gaceta Marinera 69 años del primer vuelo de la Aviación Naval con descenso en la Antártida 69 años del primer vuelo de la Aviación Naval con descenso en la Antártida Lo llevaron a cabo dos aviones anfibios PBY-5A Catalina de la Armada Argentina. Establecieron la aeroposta naval y, a su regreso, marcaron un récord al unir la Antártida y Buenos Aires en un día. El 7 de febrero de 1952, dos aviones anfibios PBY-5A Catalina de la Aviación Naval concretaron el primer vuelo desde América del Sur con descenso en aguas de la Isla Decepción, en la Antártida. Se convirtió en un hito de la aviación mundial. Como resultado de ese vuelo se estableció el servicio aeropostal naval entre el continente americano y las bases antárticas. El primer PBY-5A Catalina de la Aviación Naval arribó al país en 1946 y tres años más tarde se crearon dos Escuadrillas de Patrulleros, con asiento en las bases aeronavales Punta Indio y Comandante Espora. La disponibilidad de una aeronave relativamente moderna y de gran radio de acción permitió encarar tareas de exploración, salvamento y patrullaje costero, además del adiestramiento de gran cantidad de tripulaciones de vuelo. La estafeta aeronaval argentina En enero de 1952, el Ministerio de Marina decidió crear el servicio aeropostal naval entre la Argentina y las bases antárticas para establecer correspondencia de manera regular. Se designó como responsable al Capitán de Fragata Pedro Iralagoitia. Inmediatamente la escuadrilla conformada por los aviones Catalina, matrículas 3-P-5 y 2-P-3 (más un tercero de reserva y apoyo) decoló de la Base Aeronaval Comandante Espora rumbo a la ciudad de Río Grande. Allí se estableció la base de operaciones: integraban el grupo, además de los aviones citados, las fragatas ARA ”Hércules” y ARA “Sarandí”, ubicadas en el Pasaje Drake, encargadas de proveer informes meteorológicos y emitir señales de radio para los radiocompases de los Catalina. El 7 de febrero de 1952, un grupo de aviadores navales de la Armada Argentina transportaron por primera vez correspondencia hacia la Antártida, marcando un hito a nivel mundial. Estos aviones debieron ser especialmente preparados para el operativo, se les agregaron dos tanques suplementarios de combustible para lograr mayor estabilidad de vuelo; se les introdujeron radares de exploración y dos jatos –sistema para proporcionar un empuje adicional– ubicados a ambos costados de la estructura de los aviones que, llegado el momento, se disparaban de la cabina del piloto y aumentaban la potencia de los motores. Durante 5 horas y media sobrevolaron sin complicaciones el Cabo de Hornos, el Pasaje Drake y la Isla Snow, acuatizando en el Puerto Foster de la Isla Decepción a las 15.30 horas. El regreso El 10 de febrero se emprendió el viaje de vuelta. Los aviones, cargados de combustible, necesitaban potencia extra para trasponer rápidamente las montañas que rodeaban la bahía sin impactar contra ellas. Fue entonces cuando entró en funcionamiento el empuje adicional provisto por los jatos. En vuelo tranquilo, las aeronaves se dirigieron directamente a Buenos Aires, previa escala en Río Grande para reabastecerse de combustible. Esto marcó otro hito mundial, al unirse la Antártida y Buenos Aires en el día. En el sector militar de Aeroparque fueron recibidos por el Ministro de Marina, Contralmirante Aníbal Olivieri, y una comitiva. El 13 de febrero, el Presidente Juan Domingo Perón les otorgó una audiencia en Casa de Gobierno para felicitarlos personalmente por el exitoso cumplimiento de la misión. La presencia en la Antártida fue una de las directrices que la Armada priorizó para su componente aéreo. En 1942, embarcado en el transporte ARA “1° de Mayo”, un avión Stearman 76 logró el primer vuelo en la Antártida, amerizando con éxito en la Isla Decepción. Luego sucedería la hazaña de los dos Catalina, que hoy recordamos, uniendo por primera vez los dos continentes e inaugurando la ruta del correo aeronaval. Finalmente, en 1962, dos DC-3 navales llevarían por primera vez el pabellón argentino al Polo Sur. Hoy, como desde hace mediados del siglo XX, unidades de la Aviación Naval continúan cumpliendo con su misión en el árido territorio antártico. Los Sea King de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros se despliegan desde a bordo del rompehielos ARA “Almirante Irizar” para trasladar carga a las bases conjuntas antárticas durante el desarrollo de la Campaña Antártica de Verano, haciendo posible el abastecimiento del personal militar y científico que allí inverna   
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Gaceta Marinera Se cumplen 184 años del fallecimiento del Teniente Coronel de Marina Guillermo Granville Se cumplen 184 años del fallecimiento del Teniente Coronel de Marina Guillermo Granville Heroico marino que luchó bravamente a órdenes del Alte Guillermo Brown en los combates navales del Juncal y Monte Santiago, falleció a la temprana edad de 49 años. Guillermo Enrique Granville, marino argentino que participó en la Guerra de la Independencia Argentina y en la Guerra del Brasil, nació el 9 de julio de 1786 y falleció el 20 de enero de 1836. En los combates que conformaron la Guerra de la Independencia Argentina prestó servicio en el bergantín “Intrépido”, que participó de acciones corsarias entre 1817 y 1818. Con dicha nave formó parte luego de la Escuadra de la Expedición Libertadora del Perú, al mando del General José de San Martín y del Almirante Thomas Alexander Cochrane. Bravo marino en Juncal y Monte Santiago Al mando de la goleta “Guanaco”, Granville formó parte de la Escuadra Argentina a órdenes del Almirante Guillermo Brown, que el 26 de diciembre de 1826 partió con 15 buques hacia el curso superior del Río de la Plata –entonces considerado como el río Uruguay– para enfrentar a la Tercera División Naval Imperial, que contaba con 17 navíos al mando del Capitán de Fragata Jacinto Roque de Sena Pereira. La Escuadra Argentina tenía una dotación de unos 750 hombres con Brown, Drummond y Seguí, entre sus bravos comandantes. Granville era uno de ellos. En la batalla final de la campaña, librada en Juncal, los días 8 y 9 de febrero de 1827, la Escuadra Argentina derrotó a la brasileña, merced a la visión estratégica del Gran Almirante, logrando neutralizar el bloqueo al puerto de Buenos Aires. Batalla de Juncal Unos meses más tarde, el 7 y 8 de abril, Granville participó al mando del bergantín “República” en el Combate de Monte Santiago, donde la Escuadra Argentina sufrió grandes pérdidas. Habiendo varado en el banco de Monte Santiago, el bergantín “República” y el bergantín “Independencia” quedaron bajo fuego de 16 naves de la flota brasileña, sin más apoyo que el de la goleta “Sarandí”. Junto con la “Sarandí”, el “República” fue buque insignia durante la batalla y el Almirante Guillermo Brown pasaba de uno a otro buque, por lo que concentraron los disparos de la numerosa flota brasileña. La Plana Mayor de Granville comprendía 11 oficiales y la tripulación superaba los 100 hombres; en tanto que su artillería era la más poderosa de esta fuerza naval. Al mediodía del segundo día de la batalla el bergantín brasileño “Independencia ou Morte” varó también. El Almirante Brown envió a Granville con dos botes con el objeto de abordar la nave enemiga. Ante el peligro, el buque brasileño arrojó al agua 12 de sus 18 cañones, y con grandes averías logró zafar y replegarse. Durante la tarde, Granville recibió el impacto de un fragmento de metralla que le destrozó el brazo izquierdo, hasta el punto de que fue necesario amputárselo a la altura del codo. Brown se encontraba en el buque por lo que se mantuvo al mando acompañado por su segundo Comandante, Juan King. Finalmente, tanto el “República” como el “Independencia” varados e inutilizados, sin munición y con la baja de la mitad de sus tripulaciones, debieron ser evacuados e incendiados. La “Sarandí” aprovechó la llegada de la noche para reparar mínimamente sus averías, ya que todo su casco estaba acribillado, y llevando a los sobrevivientes de los buques perdidos pudo regresar a Buenos Aires. Granville, quien recibió por la acción una “Mención Honorífica” de parte del Almirante Brown, tras su recuperación volvió al servicio activo. El 9 de julio de 1828 recibió el mando de la recién adquirida goleta “La Argentina”, antigua goleta mercante francesa y unas semanas más tarde zarpó en corso con el Gobernador Dorrego y el bergantín “General Rondeau”, en el curso del cual hicieron varias presas y sostuvieron un combate contra seis naves de guerra brasileñas, en el que “La Argentina” sufrió bajas y averías que la forzaron a retornar a Carmen de Patagones y, luego, a Buenos Aires. El Teniente Coronel de Marina Enrique Granville falleció el 20 de enero de 1836 a los 49 años. En su honor, fueron bautizados dos buques de la Armada Argentina: el rastreador ARA “Granville” y la corbeta ARA “Granville” (P-33). Esta última, durante el Conflicto del Atlántico Sur formó parte de la Fuerza de Tareas durante la Operación Rosario
Historia de la Antártida Argentina
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Gaceta Marinera
69 años del primer vuelo de la Aviación Naval con descenso en la Antártida
69 años del primer vuelo de la Aviación Naval con descenso en la Antártida
Lo llevaron a cabo dos aviones anfibios PBY-5A Catalina de la Armada Argentina. Establecieron la aeroposta naval y, a su regreso, marcaron un récord al unir la Antártida y Buenos Aires en un día.El 7 de febrero de 1952, dos aviones anfibios PBY-5A Catalina de la Aviación Naval concretaron el primer vuelo desde América del Sur con descenso en aguas de la Isla Decepción, en la Antártida. Se convirtió en un hito de la aviación mundial. Como resultado de ese vuelo se estableció el servicio aeropostal naval entre el continente americano y las bases antárticas.
El primer PBY-5A Catalina de la Aviación Naval arribó al país en 1946 y tres años más tarde se crearon dos Escuadrillas de Patrulleros, con asiento en las bases aeronavales Punta Indio y Comandante Espora.
La disponibilidad de una aeronave relativamente moderna y de gran radio de acción permitió encarar tareas de exploración, salvamento y patrullaje costero, además del adiestramiento de gran cantidad de tripulaciones de vuelo.
La estafeta aeronaval argentina
En enero de 1952, el Ministerio de Marina decidió crear el servicio aeropostal naval entre la Argentina y las bases antárticas para establecer correspondencia de manera regular. Se designó como responsable al Capitán de Fragata Pedro Iralagoitia.Inmediatamente la escuadrilla conformada por los aviones Catalina, matrículas 3-P-5 y 2-P-3 (más un tercero de reserva y apoyo) decoló de la Base Aeronaval Comandante Espora rumbo a la ciudad de Río Grande.
Allí se estableció la base de operaciones: integraban el grupo, además de los aviones citados, las fragatas ARA ”Hércules” y ARA “Sarandí”, ubicadas en el Pasaje Drake, encargadas de proveer informes meteorológicos y emitir señales de radio para los radiocompases de los Catalina.
El 7 de febrero de 1952, un grupo de aviadores navales de la Armada Argentina transportaron por primera vez correspondencia hacia la Antártida, marcando un hito a nivel mundial.
Estos aviones debieron ser especialmente preparados para el operativo, se les agregaron dos tanques suplementarios de combustible para lograr mayor estabilidad de vuelo; se les introdujeron radares de exploración y dos jatos –sistema para proporcionar un empuje adicional– ubicados a ambos costados de la estructura de los aviones que, llegado el momento, se disparaban de la cabina del piloto y aumentaban la potencia de los motores.
Durante 5 horas y media sobrevolaron sin complicaciones el Cabo de Hornos, el Pasaje Drake y la Isla Snow, acuatizando en el Puerto Foster de la Isla Decepción a las 15.30 horas.
El regreso
El 10 de febrero se emprendió el viaje de vuelta. Los aviones, cargados de combustible, necesitaban potencia extra para trasponer rápidamente las montañas que rodeaban la bahía sin impactar contra ellas. Fue entonces cuando entró en funcionamiento el empuje adicional provisto por los jatos. En vuelo tranquilo, las aeronaves se dirigieron directamente a Buenos Aires, previa escala en Río Grande para reabastecerse de combustible. Esto marcó otro hito mundial, al unirse la Antártida y Buenos Aires en el día.En el sector militar de Aeroparque fueron recibidos por el Ministro de Marina, Contralmirante Aníbal Olivieri, y una comitiva. El 13 de febrero, el Presidente Juan Domingo Perón les otorgó una audiencia en Casa de Gobierno para felicitarlos personalmente por el exitoso cumplimiento de la misión.
La presencia en la Antártida fue una de las directrices que la Armada priorizó para su componente aéreo. En 1942, embarcado en el transporte ARA “1° de Mayo”, un avión Stearman 76 logró el primer vuelo en la Antártida, amerizando con éxito en la Isla Decepción. Luego sucedería la hazaña de los dos Catalina, que hoy recordamos, uniendo por primera vez los dos continentes e inaugurando la ruta del correo aeronaval. Finalmente, en 1962, dos DC-3 navales llevarían por primera vez el pabellón argentino al Polo Sur.
Hoy, como desde hace mediados del siglo XX, unidades de la Aviación Naval continúan cumpliendo con su misión en el árido territorio antártico. Los Sea King de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros se despliegan desde a bordo del rompehielos ARA “Almirante Irizar” para trasladar carga a las bases conjuntas antárticas durante el desarrollo de la Campaña Antártica de Verano, haciendo posible el abastecimiento del personal militar y científico que allí inverna
  