Desarrollo Aeroespacial Argentino
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Fueron 3 fuentes que lo han mencionado:
El discurso presidencia transmitido en vivo en el canal de Presidencia en donde el Presidente de México lo menciona cuando recibe a Diez Canel de Cuba.
CNN en Español y;
Canal 120 Milenio Diario TV -
Aparecen fondos asignados para el proyecto Tronador..
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Argentina y Rusia lograron obtener una imagen de radar biestática intercontinental de la Luna
Se utilizaron dos antenas, ubicadas una en cada país. La CONAE dirigió las operaciones locales, desde la estación de espacio profundo DS3 Malargüe en Mendoza.Compartir en
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Publicado el jueves 23 de septiembre de 2021
La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) en el ámbito del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, junto al Instituto de Astronomía Aplicada de la Academia de Ciencias de Rusia (IAA RAS), con la asistencia de la empresa Telespazio, realizaron con éxito un experimento sobre observaciones de radar biestático intercontinental para obtener una imagen de la Luna. Esto implica la utilización de dos antenas, ubicadas en la Argentina y en Rusia, que actúan como emisor y receptor del pulso del radar, respectivamente, para generar información de valor sobre el movimiento y la forma de los objetos, con gran resolución.
Imagen de radar de la Luna
La imagen, lograda el 1 de septiembre de 2021, se generó a partir de un pulso de radar emitido desde la Argentina, utilizando la Estación Deep Space 3 - Malargüe (DS3), de la Agencia Espacial Europea (ESA), instalada en la provincia de Mendoza por acuerdo con la CONAE, cuya moderna antena de 35 metros de diámetro, irradió el cráter de Arquímedes, en el este de Mare Imbrium, con una señal a 7190 MHz (4,2 cm). El eco de ese pulso de radar fue recibido por el Observatorio de Radioastronomía de Svetloe, de la red rusa Quasar, mediante su radiotelescopio de 13,2 metros (RT-13). Como resultado de las observaciones, se obtuvieron imágenes de radar de la superficie lunar con una resolución espacial de unos 300 metros.
“El instrumental sofisticado disponible en el país, sumado al instrumental de avanzada disponible alrededor del mundo, permite idear proyectos vertiginosos de exploración del universo a través de la colaboración, donde el rol de la Argentina resulta clave’’, indicó Stanislav Makarchuk, responsable de Área de Cooperación Internacional en Espacio Ultraterrestre de la CONAE, quien coordinó el experimento del lado argentino, realizado en el marco de un acuerdo de colaboración vigente entre la agencia espacial argentina y el IAA RAS.
“El experimento conjunto realizado no solo representa un salto tecnológico en la instrumentación, ofreciendo oportunidades para el desarrollo de capacidades nuevas de medición y generación de datos científicos de mucho valor, demuestra la sinergia que se logra establecer con nuestros socios, sino también desvela nuevas capacidades tecnológicas versátiles y perspectivas científicas exponenciales, resultantes de la cooperación espacial internacional”, dijo.
Las observaciones por radar son uno de los métodos más efectivos de detección remota de la Luna desde la Tierra, lo que permite el mapeo de alta resolución espacial y la exploración de propiedades físicas de la superficie y del subsuelo. Estos datos se pueden utilizar para seleccionar lugares de aterrizaje para naves espaciales, prospección y minería, lo cual es especialmente importante debido al mayor interés de muchos países en la exploración lunar.
Superposición de la imagen radar de la Luna, con la polarización circular (en color) que indica el grado de rugosidad de la superficie y la presencia de estructuras subterráneas
Yuri Bondarenko, quien dirige el grupo de astronomía de radar en el Instituto de Astronomía Aplicada de la Academia de Ciencias de Rusia, afirmó: “Este experimento demostró nuestra capacidad para realizar y procesar observaciones de radar de la Luna sin utilizar radares potentes especialmente diseñados y radiotelescopios de alta sensibilidad. La experiencia adquirida abre nuevas perspectivas para el estudio de Mercurio, Venus, Marte y los asteroides que se acercan a la Tierra en un futuro próximo”, concluyó.
Más investigaciones argentinas
Argentina posee dos estaciones para la exploración del espacio profundo, instadas en las provincias de Mendoza y Neuquén, generadas a partir de los acuerdos alcanzados entre la CONAE con la agencia espacial europea, en un caso, y en otro con China. La Deep Space 3 (DS3) fue inaugurada en 2012, a partir de un acuerdo con la ESA, y forma parte de la Red Europea de Seguimiento Espacial (ESTRACK).En ambos casos, la comunidad científica nacional puede acceder al 10% de uso de estas antenas de avanzada tecnología, para realizar observaciones aplicadas a proyectos de investigación del universo. En relación a este punto, Marcelo Colazo, responsable del Área de Estudios Ultraterrestres y Clima Espacial de la CONAE, sostuvo que “desde la Argentina podemos aprovechar el uso de la antena DS3 para realizar investigaciones en relación a la técnica de radar biestática y avanzar, en un futuro, en el procesamiento de los datos, que para obtener la imagen de la Luna se realizó en Rusia”.
“Esta técnica permite hacer estudios muy interesantes para conocer los movimientos y la velocidad relativa de los objetos, así como las características de las superficies, no sólo para la Luna, sino también para asteroides e incluso chatarra espacial, por ejemplo”, explicó. “La ventaja radica en que con el pulso del radar podemos iluminar objetos que no podríamos ver de otra manera, porque reflejan la luz del sol pero de manera muy tenue”, detalló.
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Financiacion para el Arsat SG1 https://www.ambito.com/economia/financiamiento/alberto-fernandez-acordo-la-caf-us2670-millones-n5297812
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Retoman el desarrollo del lanzador de satélites "made in Argentina"
Es un desafío tecnológico mayúsculo; ya cuenta con una financiación de alrededor de 4500 millones de pesos para el año que viene
03 DE NOVIEMBRE, 2021 | 18.07
Por
Nora Bär
NORA BÄR
Retoman el desarrollo del lanzador de satélites "made in Argentina"
Después de varios años de recorte de fondos que provocaron daños incalculables en equipos de trabajo altamente calificados, el nuevo ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, anuncia esta tarde desde la base de Pipinias, en Punta Indio, que se relanza el desarrollo del primer lanzador espacial para colocar satélites en órbita desarrollado íntegramente por un país latinoamericano, iniciado en la primera década de este siglo y que en 2015 ya había realizado vuelos experimentales. En la actualidad, solo 14 países poseen esa capacidad tecnológica: Estados Unidos, Rusia, Ucrania, Francia, el Reino Unido, Japón, China, la India, Israel, Irán, las dos Coreas, Nueva Zelanda e Italia.Según anticipó Filmus, vuelve a ponerse en marcha el programa de Acceso al Espacio de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), lo que incluye el desarrollo de los lanzadores Tronador II y III, y toda la infraestructura auxiliar asociada y las bases de lanzamiento (que ya estaban muy avanzadas). Solo en 2022, el proyecto contará con una inversión aproximada de 4.500 millones de pesos.
La noticia era largamente esperada por todos los que venían participando en esta aventura. “Después de muchos años de postergación, estamos proyectando usar alrededor del 40% del presupuesto total de la Conae (si se aprueban, unos 11.000 millones de pesos) en acceso al espacio –confirma Raúl Kulichevsky, director ejecutivo y técnico de la institución–. El lanzador va a ser nuestra ‘estrella’ de los próximos años”.
La reanudación de los trabajos es muy importante para la Conae, pero también para las universidades y empresas de base tecnológica que participan; como VENG SA, contratista principal a cargo de componentes del motor, la Universidad Nacional de La Plata, que tenía a su cargo la fabricación de seis vehículos experimentales y del Tronador II, las pymes que diseñan antenas de comunicaciones y materiales compuestos, Invap, que tendrá a su cargo los ensayos de motores… “En definitiva –subraya Kulichevsky–, se reactivará un sector ligado a nuestro crecimiento tecnológico que había quedado postergado”.
La idea de contar con un lanzador propio no solo tiene como objetivo satisfacer nuestras necesidades de poner en órbita nuestros satélites, sino también el de brindar servicios a terceros. “Tendremos dos vehículos espaciales con distintas capacidades y con muy buenas chances de captar una parte del mercado de lanzamiento de satélites de hasta 700 kg (que no son tan chicos), o de hasta 1000 kg, cuando tengamos el Tronador III, ya que podremos ofrecer condiciones muy ventajosas”.
Si todo sale bien, dentro de dos años ya podría volver a probarse un vehículo experimental.
Uno de los que participa de esta aventura desde sus inicios es el ingeniero espacial Marcos Actis, actualmente vicepresidente institucional de la Universidad Nacional de La Plata. “Nosotros teníamos convenio hasta 2024 y en 2015 se ‘cayó’ –lamenta, al pensar en el tiempo y el esfuerzo perdidos–. Acá se habían armado los lanzadores y todo eso se recicló, muchas cosas se llevaron a Córdoba, se desparramó la gente y va a llevar un tiempo recomponerlo. Llegamos a tener 170 personas abocadas a este proyecto y bajamos a 70. Ahora, estamos volviendo a tomar impulso”.
Para Actis, no se trata solamente de lanzar satélites. “Esto permite que los ‘pibes’ no se vayan a trabajar afuera y terminen la carrera –destaca este fanático confeso de Viaje a las Estrellas nacido en Arroyo Dulce, un pueblo de la provincia de Buenos Aires de apenas 3000 habitantes–. Por otro lado, promueven un ‘derrame’ virtuoso: gracias a que elaborábamos baterías de litio para los lanzadores pudimos hacer desarrollos de electromovilidad. También brindamos servicios de ensayo a la industria automotriz que no se ofrecen en ningún otro lugar del país porque usamos los equipos que se habían adquirido para probar el lanzador”.
En el momento de su interrupción, esta iniciativa agrupaba a más de 600 profesionales, contando los 250 que trabajaban en VENG SA, y otros dos centenares en numerosos institutos de investigación del Conicet, como el Centro de Investigaciones Ópticas, el Instituto Argentino de Radioastronomía, las universidades de Buenos Aires, Tecnológica Nacional, la de Córdoba y la de Mar del Plata, el Instituto Universitario Aeronáutico, la Comisión Nacional de Energía Atómica, el Servicio Meteorológico Nacional, el Instituto Balseiro, Invap, Y-TEC (centro de desarrollo de tecnología de YPF) y la Planta Piloto de Ingeniería Química (Plapiqui).
Un cohete como el Tronador, diseñado para inyectar satélites en órbitas de baja altura, a alrededor de 700 km de la superficie terrestre, puede tener más de 3000 piezas. En este caso, la idea fue que, salvo excepciones, estuviera íntegramente diseñado y producido en el país. Un desafío mayor si se tiene en cuenta que exige desarrollar materiales delgados, soldaduras de alta calidad e instrumental liviano, todo casi sin disponer de información técnica, que son secretos celosamente guardados por las compañías o agencias espaciales que la poseen. Además, está pensado como un vehículo de navegación autónoma, es decir que una vez programado busca su órbita, algo que nunca se había hecho en el país.
Con algo más de 30 metros de altura por dos metros y medio de diámetro, tendrá dos "etapas". La primera es la que lo impulsa algo más de los primeros dos minutos de vuelo hasta que logra vencer la fuerza de gravedad. Ésta llega hasta los 100 km de altura, se desprende y cae al océano. Para eso se emplea el 90% del combustible. Con el 10% restante, la segunda etapa sigue hasta inyectar el satélite en la órbita predeterminada.
Por ser un vehículo de combustible líquido (a diferencia de un misil, que usa combustible sólido), despega a muy baja velocidad. Un misil sale a una aceleración de 7 u 8G [1G es la aceleración que produciría la gravedad en un objeto cualquiera en condiciones ideales]. El lanzador despega a 1,4 G y se va acelerando a medida que se consume el líquido y se aliviana.
“Queremos que este proyecto sea un círculo virtuoso, que vincule al Estado con las universidades y la industria –afirma Félix Menicocci, presidente de VENG–. Tenemos que trabajar en conjunto tratando de lograr el lanzador que necesitamos en la región”.
Actis opina que es importante “no duplicar recursos, que todos participen, hasta las Fuerzas Armadas”. Y concluye Kulichevsky: “Se trata de un proyecto que, tecnológicamente hablando, es un desafío mayúsculo, está al tope de los que podemos encarar”.
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@zonca dijo en Desarrollo Aeroespacial Argentino:
Retoman el desarrollo del lanzador de satélites "made in Argentina"
Es un desafío tecnológico mayúsculo; ya cuenta con una financiación de alrededor de 4500 millones de pesos para el año que viene
03 DE NOVIEMBRE, 2021 | 18.07
Por
Nora Bär
NORA BÄR
Retoman el desarrollo del lanzador de satélites "made in Argentina"
Después de varios años de recorte de fondos que provocaron daños incalculables en equipos de trabajo altamente calificados, el nuevo ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, anuncia esta tarde desde la base de Pipinias, en Punta Indio, que se relanza el desarrollo del primer lanzador espacial para colocar satélites en órbita desarrollado íntegramente por un país latinoamericano, iniciado en la primera década de este siglo y que en 2015 ya había realizado vuelos experimentales. En la actualidad, solo 14 países poseen esa capacidad tecnológica: Estados Unidos, Rusia, Ucrania, Francia, el Reino Unido, Japón, China, la India, Israel, Irán, las dos Coreas, Nueva Zelanda e Italia.Según anticipó Filmus, vuelve a ponerse en marcha el programa de Acceso al Espacio de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), lo que incluye el desarrollo de los lanzadores Tronador II y III, y toda la infraestructura auxiliar asociada y las bases de lanzamiento (que ya estaban muy avanzadas). Solo en 2022, el proyecto contará con una inversión aproximada de 4.500 millones de pesos.
La noticia era largamente esperada por todos los que venían participando en esta aventura. “Después de muchos años de postergación, estamos proyectando usar alrededor del 40% del presupuesto total de la Conae (si se aprueban, unos 11.000 millones de pesos) en acceso al espacio –confirma Raúl Kulichevsky, director ejecutivo y técnico de la institución–. El lanzador va a ser nuestra ‘estrella’ de los próximos años”.
La reanudación de los trabajos es muy importante para la Conae, pero también para las universidades y empresas de base tecnológica que participan; como VENG SA, contratista principal a cargo de componentes del motor, la Universidad Nacional de La Plata, que tenía a su cargo la fabricación de seis vehículos experimentales y del Tronador II, las pymes que diseñan antenas de comunicaciones y materiales compuestos, Invap, que tendrá a su cargo los ensayos de motores… “En definitiva –subraya Kulichevsky–, se reactivará un sector ligado a nuestro crecimiento tecnológico que había quedado postergado”.
La idea de contar con un lanzador propio no solo tiene como objetivo satisfacer nuestras necesidades de poner en órbita nuestros satélites, sino también el de brindar servicios a terceros. “Tendremos dos vehículos espaciales con distintas capacidades y con muy buenas chances de captar una parte del mercado de lanzamiento de satélites de hasta 700 kg (que no son tan chicos), o de hasta 1000 kg, cuando tengamos el Tronador III, ya que podremos ofrecer condiciones muy ventajosas”.
Si todo sale bien, dentro de dos años ya podría volver a probarse un vehículo experimental.
Uno de los que participa de esta aventura desde sus inicios es el ingeniero espacial Marcos Actis, actualmente vicepresidente institucional de la Universidad Nacional de La Plata. “Nosotros teníamos convenio hasta 2024 y en 2015 se ‘cayó’ –lamenta, al pensar en el tiempo y el esfuerzo perdidos–. Acá se habían armado los lanzadores y todo eso se recicló, muchas cosas se llevaron a Córdoba, se desparramó la gente y va a llevar un tiempo recomponerlo. Llegamos a tener 170 personas abocadas a este proyecto y bajamos a 70. Ahora, estamos volviendo a tomar impulso”.
Para Actis, no se trata solamente de lanzar satélites. “Esto permite que los ‘pibes’ no se vayan a trabajar afuera y terminen la carrera –destaca este fanático confeso de Viaje a las Estrellas nacido en Arroyo Dulce, un pueblo de la provincia de Buenos Aires de apenas 3000 habitantes–. Por otro lado, promueven un ‘derrame’ virtuoso: gracias a que elaborábamos baterías de litio para los lanzadores pudimos hacer desarrollos de electromovilidad. También brindamos servicios de ensayo a la industria automotriz que no se ofrecen en ningún otro lugar del país porque usamos los equipos que se habían adquirido para probar el lanzador”.
En el momento de su interrupción, esta iniciativa agrupaba a más de 600 profesionales, contando los 250 que trabajaban en VENG SA, y otros dos centenares en numerosos institutos de investigación del Conicet, como el Centro de Investigaciones Ópticas, el Instituto Argentino de Radioastronomía, las universidades de Buenos Aires, Tecnológica Nacional, la de Córdoba y la de Mar del Plata, el Instituto Universitario Aeronáutico, la Comisión Nacional de Energía Atómica, el Servicio Meteorológico Nacional, el Instituto Balseiro, Invap, Y-TEC (centro de desarrollo de tecnología de YPF) y la Planta Piloto de Ingeniería Química (Plapiqui).
Un cohete como el Tronador, diseñado para inyectar satélites en órbitas de baja altura, a alrededor de 700 km de la superficie terrestre, puede tener más de 3000 piezas. En este caso, la idea fue que, salvo excepciones, estuviera íntegramente diseñado y producido en el país. Un desafío mayor si se tiene en cuenta que exige desarrollar materiales delgados, soldaduras de alta calidad e instrumental liviano, todo casi sin disponer de información técnica, que son secretos celosamente guardados por las compañías o agencias espaciales que la poseen. Además, está pensado como un vehículo de navegación autónoma, es decir que una vez programado busca su órbita, algo que nunca se había hecho en el país.
Con algo más de 30 metros de altura por dos metros y medio de diámetro, tendrá dos "etapas". La primera es la que lo impulsa algo más de los primeros dos minutos de vuelo hasta que logra vencer la fuerza de gravedad. Ésta llega hasta los 100 km de altura, se desprende y cae al océano. Para eso se emplea el 90% del combustible. Con el 10% restante, la segunda etapa sigue hasta inyectar el satélite en la órbita predeterminada.
Por ser un vehículo de combustible líquido (a diferencia de un misil, que usa combustible sólido), despega a muy baja velocidad. Un misil sale a una aceleración de 7 u 8G [1G es la aceleración que produciría la gravedad en un objeto cualquiera en condiciones ideales]. El lanzador despega a 1,4 G y se va acelerando a medida que se consume el líquido y se aliviana.
“Queremos que este proyecto sea un círculo virtuoso, que vincule al Estado con las universidades y la industria –afirma Félix Menicocci, presidente de VENG–. Tenemos que trabajar en conjunto tratando de lograr el lanzador que necesitamos en la región”.
Actis opina que es importante “no duplicar recursos, que todos participen, hasta las Fuerzas Armadas”. Y concluye Kulichevsky: “Se trata de un proyecto que, tecnológicamente hablando, es un desafío mayúsculo, está al tope de los que podemos encarar”.
Buenas noticias
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@tuco Hola a todos como se encuentran los trabajos de construcción de la base de despegue en las instalaciones de la base de puerto belgrano
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Me alegra escuchar esta frace:
Actis opina que es importante “no duplicar recursos, que todos participen, hasta las Fuerzas Armadas”. Y concluye Kulichevsky: “Se trata de un proyecto que, tecnológicamente hablando, es un desafío mayúsculo, está al tope de los que podemos encarar”.
Era hora que se dejen de jugar a tirar cohetes al aire, que no tiene trascendencia como hizo la Fuerza Aérea en 2013 y todos los esfuerzos se concentren en los vectores que nos darán acceso al espacio. No estamos para quemar presupuesto en juguetes caros.
Cohete del programa FAS-1500.
El cohete de combustible sólido "Experiencia Centenario", de la FAA, se lanzó desde la base de Chamical (La Rioja) a fines del año 2013 (proyecto FAS 1500). -
@darwin Concuerdo 100 por 100 en la frase de no duplicar esfuerzos y racionalizar el presupuesto, aunque disiento en que el proyecto FAS 1500 sea similar al Tronador. El FAS 1500, de combustible sólido tenía y tiene como objetivo desarrollar tecnologías que tengan aplicaciones militares, aunque digan que es para el acceso al espacio.