Europa y su encrucijada militar: la dependencia de los arsenales de EE.UU. que nadie sabe cómo romper
Más de la mitad del armamento europeo proviene de Estados Unidos, un vínculo que se ha vuelto incómodo ante el giro estratégico de Washington; pese a los planes de rearmamento, la independencia militar del bloque sigue siendo una meta lejana
PARÍS.– Aviones de combate, misiles, blindados… En 2024, más de la mitad del volumen de armas importado por los países europeos venía de Estados Unidos, según el Instituto Internacional de Investigación por la Paz de Estocolmo (Sipri, por sus siglas en inglés). En momentos en los que el bloque toma decisiones fundamentales para asegurar su propia defensa, la enorme dependencia del (¿ex?) aliado norteamericano representa un formidable obstáculo a corto plazo.
En Europa son legión. Desde los obuses a los aviones caza pasando por los misiles de defensa antiaérea, hay armas norteamericanas por todas partes. Ya sea en Alemania, Italia, Reino Unido… e incluso en los arsenales del Ejército francés, el país más independiente del continente en materia de defensa. Frente al reciente giro histórico de 180 grados de Estados Unidos sobre su participación en la OTAN y su apoyo a Ucrania en la guerra contra Rusia, los europeos han decidido tomar, por fin, su destino en manos propias. Pero, ¿son suficientemente independientes en términos de defensa?
“La constatación no admite vueltas: el 55% del armamento europeo es de origen norteamericano. El continente paga por ellos unos 50.000 millones de dólares anuales. En otras palabras, contrariamente a lo que dice Donald Trump, la protección de Estados Unidos nunca ha sido gratuita”, afirma el coronel (R) y estratega militar Pierre Servent.
Aun cuando el Viejo Continente dispone de una sólida industria de defensa -sobre todo en Francia y en el Reino Unido- las entregas de armas “made in USA” son masivas y aumentaron vertiginosamente después de la invasión rusa a Ucrania en 2022.
En reacción a esa guerra y a un contexto geopolítico cada vez más tenso, entre 2020 y 2024, los Estados europeos importaron casi tres veces más armas que durante los cuatro años precedentes. Así lo demuestra el último informe del Sipri, que monitorea el volumen de armamento intercambiado en el mundo.
Como lo explica la institución, “los montos (de las compras) no siempre son comunicados y, aun cuando lo son, no reflejan el verdadero valor del equipamiento”. El Sipri calcula ese volumen de armas que circulan entre países en función de su “valor estratégico” más que en su precio de venta. En pocas palabras, el “valor estratégico” de una compra de armamento se evalúa en función de su contribución a la seguridad nacional, de su capacidad operacional y su potencial para la realización de los objetivos de defensa a largo plazo.
Entre los principales importadores de armas estadounidenses se cuenta evidentemente Ucrania, pero también Reino Unido, los Países Bajos o Noruega. En realidad, casi la totalidad de los países europeos importan al menos un tipo de arma o de equipamiento militar fabricado en Estados Unidos, que son los líderes mundiales del sector.
¿Cómo explicar esta preferencia, cuando en 2015 la mayoría del armamento europeo provenía de países del bloque? Ante todo, por razones geopolíticas.
“Históricamente, Europa se aprovisiona en Estados Unidos para mantener buenas relaciones con su aliado”, explica Servent.
Ejército, marina, aviación… Mientras las marinas europeas son armadas “casi exclusivamente con material europeo, el continente importa muchas armas de defensa aérea y de aviación de Estados Unidos”, afirma el general Nicolas Richou, excomandante de la VII Brigada Blindada, agregado defensa en Berlín e historiador.
Así, la mitad de los 24 sistemas de defensa aérea encargados al extranjero desde 2020 son estadounidenses. Otros equipamientos, como helicópteros de combate o drones, solo son producidos en Estados Unidos.
“Europa recurre a Estados Unidos para su defensa aérea porque su material es más sofisticado”, dice Richou.
No todos los Estados europeos lo hacen. Francia, primera potencia militar de Europa, es casi autosuficiente y compra sobre todo motores de tanques a Estados Unidos. Por el contrario, Gran Bretaña y Alemania, respectivamente segundas y terceras fuerzas armadas del Viejo Continente, compran a los norteamericanos equipamiento militar más estratégico, como ciertos aviones y misiles.
En cuanto a los países europeos que no producen (o muy poco) sus propios equipamientos, Estados Unidos es el vendedor inevitable. Polonia, por ejemplo, depende casi totalmente. En los últimos cuatro años recibió 3000 misiles, 500 vehículos blindados, 12 aviones y cuatro sistemas de defensa aérea. También registra una dependencia limitada -pero que debería aumentar- en aviones de combate.
En el capítulo de las armas más sofisticadas, los aviones de combate ocupan un lugar de privilegio. Desde la Segunda Guerra Mundial, los países europeos conservaron una industria aeronáutica muy desarrollada, encarnada actualmente por tres grandes firmas: Dassault (Francia), Saab (Suecia) y Eurofighter GmbH (consorcio que reúne a Alemania, España, Italia y el Reino Unido). En las pistas de las bases y de los portaaviones europeos, los cazas Rafale, Gripen o Typhoon siguen siendo mayoritarios. Los casi 200 aviones de las Fuerzas Armadas francesas son de fabricación nacional.
Y la compra de sofisticados sistemas de armas a Estados Unidos es el punto fundamental que tortura en este momento a muchos dirigentes europeos que, de la noche a la mañana, han perdido confianza en su aliado norteamericano. Aliado que repite hasta el cansancio -con palabras y con hechos- que esa amistad es cosa del pasado.
“A algunos de nuestros aliados venderemos una versión ‘disminuida’ del F-47. Porque quizás un día dejarán de ser nuestros aliados”, dijo esta semana Donald Trump ante la prensa de la Casa Blanca.
¿Quién querría comprar aviones ‘disminuidos” que valen fortunas? Pero eso no es todo. En este nuevo contexto, los medios alemanes estudiaron los contratos de compra de F-35 firmados con Estados Unidos. Y la conclusión fue clara: es necesario anularlos de inmediato ya que las cláusulas secretas dan a Washington derechos especiales.
Por ejemplo, Estados Unidos puede negarse a entregarlos sin compensación. Según la revista Stern “el gobierno norteamericano se reserva el derecho, si el interés nacional de Estados Unidos lo requiere”, de poner fin o suspender la entrega de servicios de todo o de partes en cualquier momento. Pero incluso si esos aviones ya están en manos de los pilotos alemanes, Washington puede “controlar todas las utilizaciones finales”. En otras palabras: Trump podría prohibir a Alemania que sus aviones despeguen o participen en operaciones para su propia defensa.
Más allá de la transferencia de armas, varias decenas de miles de soldados norteamericanos están estacionados en el territorio europeo, distribuidos en unas 40 bases militares, repartidas desde Islandia a Turquía.
“Esas bases sirven ante todo para materializar el compromiso militar de Estados Unidos en Europa”, analiza Servent. Esto es importante porque, si se ataca a un país donde hay militares norteamericanos, sobre todo si es miembro de la OTAN, es como si se atacara a Estados Unidos.
Además de esa presencia disuasiva, el otro interés de esas bases es que los europeos pueden beneficiarse con las llamadas “capacidades de piedra angular”.
“Para esquematizar, con sus grandes aviones de reconocimiento, guerra electrónica, imaginería satelital, medios de comando, de enlace, de transmisión, los norteamericanos juegan el papel de nación-marco en Europa”, explica el especialista.
“La disuasión nuclear es también una capacidad de piedra angular”, precisa Richou. Si Estados Unidos posee el arma atómica, en Europa solo están dotadas el Reino Unido y Francia. Pero, al contrario de Londres, solo París es plenamente autónoma en la gestión de su arsenal nuclear.
En la OTAN, que reúne 23 países de la UE pero también Islandia, Noruega o Turquía, Estados Unidos tiene un papel fundamental. Tanto que, desde su creación, el puesto de comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa siempre fue ocupado por un general estadounidense. Esto puede, naturalmente, facilitar sus ventas de equipamiento militar al resto de la Alianza.
Para “rearmar Europa” en los próximos cinco años, los miembros de la UE piensan consagrar 800.000 millones de euros. Pero la verdadera misión “casi” imposible será terminar con la dependencia de Estados Unidos en el terreno militar.
Para la especialista Jenny Raflik-Grenouilleau, “teniendo en cuenta la cantidad de armamento estadounidense ya existente en la mayoría de los países del bloque, que exige mantenimiento y repuestos, o si los europeos necesitaran comprar armas rápidamente, es bien probable que buena parte de ese dinero termine en los bolsillos norteamericanos”.
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