Otra cara del conflicto….
Malvinas 365/6: "Pelea de Perros".
–Harrier, Harrier–tronó la radio.
De nuevo la voz de Márquez, pero esta vez como vigía de la cola de sus compañeros.
Atacar por detrás es la posición ideal para lanzar un misil o una ráfaga y en la jerga aérea ese tipo de combate se lo conoce como "Pelea de Perros".
Inmediatamente, Philippi ordenó lanzar las cargas exteriores: Los dos tanques auxiliares de cada avión junto con sus lanzadores de bombas se sumergieron en el Estrecho. Había que alivianar las naves para enfrentar al enemigo y desplegar maniobras evasivas.
El líder estaba concluyendo su giro a unos 300 m de altitud cuando un misilazo trituró la cola de su avión. Con la explosión, la nave corcoveó, levantó la nariz encabritada hacia el cielo y el bastón de mando se tornó ingobernable.
"Me di vuelta y vi que el Harrier estaba a unos 200 m detrás de mí y se acomodaba para rematarme".
–Me dieron. Me eyecto. Estoy bien–logró avisar por radio.
Accionó la manija de eyección entre sus piernas, sintió una fuerte explosión, su cabeza y su cuerpo se entumecieron por la presión del aire y se desmayó.
La velocidad para la eyección no es recomendable superados los 250 km/h. Philippi huía a 900 Km/h.
Cuando recuperó el conocimiento, colgaba del paracaídas sobre el Estrecho de San Carlos. A su alrededor los dos Harriers y los A4-Q se trenzaban en un duelo encarnizado. Otro Sidewinder buscó la cola del avión de Márquez, que hábil en la maniobra lo esquivó. Pasaron segundos cuando otra ráfaga de cañones 30 mm finalmente lo alcanzó y atomizó su avión.
El Skyhawk del Teniente de Fragata Márquez, un marplatense soltero, de 26 años, querido en su escuadrilla por su optimismo y buena predisposición, prácticamente se desintegró en el aire. Sólo fragmentos de su nave flotaban en el mar. Tenía 26 años. Restos de su avión hoy se exhiben en el Museo Aeronaval de la Base Espora, en Bahía Blanca.
Arca continuó en combate. Logró burlar con bruscas maniobras evasivas otro misil, cuando ya exhaustos de combustible, los Harriers se replegaron al HMS Hermes. Ahí entró en acción la segunda sección con los otros 3 Skyhawks rezagados., Con asepsia casi quirúrgica y el campo de batalla despejado, los pilotos Benito Rótolo, Carlos Lecour y Roberto Sylvester terminaron de masacrar a la Ardent.
De las 24 bombas de 500 libras lanzadas por los seis aviones, al menos 5 sellaron definitivamente la suerte la fragata. En el último ataque, el sector de babor quedó diezmado y las llamas consumían la popa cuando el capitán Alan West ordenó el abandono.
"Alberto no volvió"
En Río Grande, el comandante de la escuadrilla, Capitán de Corbeta Rodolfo Castro Fox llamó a la mujer de Philippi. Graciela había visto desde su escuelita el despegue de seis Skyhawks y el regreso de tres.
—Mirá, Alberto no volvió……..
En Puerto Argentino Arca dijo que vio un paracaídas, pero no pudo determinar si era el de Alberto o el de Márquez—le informó.
Luego, ensayó un consuelo:
—Conociéndolo a Alberto, si es que llegó en paracaídas a tierra, sabemos que va a aparecer. Mientras tanto en las islas, Phillipi se encontraba con el granjero Tony Blake.
—Soy un piloto argentino que cayó el día 21—dijo, la barba de tres días, su ropa húmeda y embarrada— y tengo intención de volver con mi gente. Si nos ponemos de acuerdo, bien, y si no, sigan su camino que yo continúo con el mío.
La respuesta del granjero Tony Blake, un kelper neozelandés, administrador de más de 100.000 hectáreas de la estancia North Arm, lo sorprendió.
—Mire, ante todo usted es un hombre con suerte, porque nosotros venimos a este sector sólo una vez cada seis semanas a hacer recambio de ovejas y carneros y hoy nos tocó. Sabemos que hay muchas tripulaciones caídas en la isla, pero a nosotros la guerra no nos interesa. Lo vamos a ayudar—dijo Blake.
Ahí mismo se sentaron en la turba y compartieron entre todos los alimentos que traían: Sopa, tartas, sándwiches, chocolates y tortas.
Blake lo alojó en su casa y le ofrendó un cuarto, mientras su mujer Linda le preparaba el baño y le extendía ropa limpia, de algodón, y un sweater de lana. Al salir de la ducha, el aroma a scons recién horneados embriagó al piloto. La familia se aprestaba a tomar el té y lo invitaron a la mesa. Ansioso por comunicarse con su gente, Blake le explicó que sólo de 10 a 11 de la mañana los kelpers tenían permitido usar la radio en el canal Medical Aid, (de ayuda médica).
—Mañana a esa hora contacto a su gente—prometió.
Exhausto, Philippi se fue a descansar. Pero antes elogió los scons de Linda. Estaba profundamente dormido, cuando Tomy, el hijo de la pareja, lo despertó.
—Dice mi padre que te espera abajo—soltó.
Blake lo convidó con un whisky. Evitaron hablar del conflicto, ya que no se pondrían de acuerdo.
El kelper sólo esbozó:
"Su gobierno y el mío están locos en hacer esta guerra".
Y en la conversación afloraron los intereses comunes: ambos cazadores y pescadores de truchas con mosca; golfistas, radioaficionados y amantes de la fotografía.
Así pasaron horas hablando de calibres, de fusiles, de miras telescópicas, de cañas, de reeles, de señuelos y cámaras de fotos y de las señales distintivas de. Ambos tenían la misma, una Canon1. Y ambos eran también protestantes. Prácticamente almas gemelas separadas por el Atlántico, por un litigio de soberanía y por una guerra.
"Tenía más en común con Tony Blake que con el 98% de los oficiales de la Armada Argentina", conto Philippi.
Al día siguiente, 25 de mayo, tras cumplir con su promesa de informar por radio que estaba vivo, Blake le mostró la estancia y los galpones de esquila. El capataz era famoso en la isla por su sentimiento anti argentino. Cuando Blake los presentó, observó que manoteaba algo de entre sus ropas y temió por la vida del piloto.
—Hoy hay dos motivos para festejar—dijo el capataz con voz áspera y ceremoniosa.
Luego exhibió una petaca y propuso un brindis por "El día nacional de los argentinos" y por la supervivencia del piloto. Blake respiró aliviado.
Otro helicóptero UH-1H de la FAA, que realizaba relevos de observadores terrestres, aterrizó en la estancia North Arm y buscó al piloto.
Al momento de la despedida Blake le entregó un camioncito amarillo en miniatura para Mandred, el hijo menor de Philippi, que hoy ocupa un lugar de honor en su biblioteca y Linda le extendió un sobre cerrado para su esposa Graciela. Adentro contenía la receta de sus scons. El piloto permaneció dos días en Darwin y abordó el último helicóptero hacia Puerto Argentino antes de que aquel bastión fuera tomado por las tropas británicas.
Otros dos pilotos de Dagger, heridos y abatidos por Harriers, lo acompañaron en el viaje: uno era Héctor Luna que lo precedió en el ataque de la Ardent; el otro era Gustavo Piuma que aquel fatídico 21 se trenzó en otra "pelea de perros" y recibió un misilazo en el Estrecho.
Tony Blake visitó a Philippi en su casa de Bahía Blanca en marzo 2007. Sobre la mesa hay dos testimonios de su amistad. Una carta y un camioncito de colección
Philippi y Blake permanecieron en contacto después de la guerra. Hablaban por radio, se saludaban para navidad e intercambiaban noticias sobre sus familias.
En 1998 un cáncer terminal se llevó a Graciela; meses después murió Linda. Blake insistía con que Philippi lo visitara en las islas.
"Vos también podés venir. Acá no hay restricciones de ingreso", le dijo el piloto. Dos veces Blake lo visitó y se alojó en su casa, en Bahía Blanca. La primera fue en 2003, cuando Blake lo sorprendió con un trozo de chapa del fuselaje del avión de Márquez, que hoy se exhibe en el Museo de la Aviación Naval de la Base Espora.
En otra visita, bailaron tango, jugaron al golf, salieron de pesca, volvieron a recorrer el museo y Blake hasta se subió a un Super Étendard. Allí recorrieron el museo naval y recordaron a los tripulantes muertos del Crucero General Belgrano. El piloto nunca más regresó a las islas, a pesar de la insistencia de su amigo.
“El día que regrese, quiero hacerlo por la puerta grande”
Ellos, nunca permitieron que la guerra y el conflicto irresuelto por la soberanía de Malvinas se interpusieran en su amistad.
W/65 – Prom. XXIII –
Fuente:
https://fdra.blogspot.com/.../malvinas-el-hundimiento-de...
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