Malvinas: relatos del conflicto
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MALVINAS - PATA DE PALO
Relata: 1er.Teniente, Luna -Piloto de Mirage "V" –Dagger
No todo fue alegría ese día para nosotros, ya que debimos sufrir la pérdida de algunos aviones. Este es el relato del derribo de un Mirage V "Dagger". Gracias a Dios, el piloto salvó su vida.
**Primero que nada, debo decir que yo fui engañado a esta batalla, pues me dijeron que los ingleses tirarían al blanco en esta guerra y, aunque yo era bastante morocho, me tiraron igual.
Era un día 21 de mayo, cuando salimos por la tarde cinco aviones "Dagger" Mirage V, divididos en dos Escuadrillas, conformadas de la siguiente manera: Capitán Mir González, Teniente Juan Bernhardt, Primer Teniente Luna, y Capitanes Cimatti y Robles.
El Capitán Cimatti se volvió por fallas en su avión, quedando solo cuatro pilotos. Entramo s en la península que está al norte de la Bahía 9 de Julio y desde allí fuimos en línea recta hacia Bahía San Carlos. A sólo tres minutos del blanco nos interceptaron aproximadamente unos cinco Harrier. Por las condiciones meteorológicas adversas, debíamos entrar de a uno por vez en un cañadón, en el vuelo rasante y yo era el último. Cuando entré al mismo, vi una sombra pasar arriba y a mi izquierda. Era un Harrier que se dirigía hacia el avión del Capitán Robles; casi simultáneamente vi un fogonazo por el espejo e inmediatamente sentí el impacto del misil en mi avión, el que quedó descontrolado y sin comandos.
Traté de tomar altura y el avión quedó cabeza abajo, invertido; pensé que me mataba. Solté la palanca y busqué desesperadamente la manija de eyección superior.
Estimo que cuando la encontré estaba nuevamente con la cabina hacia arriba porque la eyección fue normal.
NOTA: Luna acciona la palanca a solo 20 metros del suelo.
Sentí la explosión, un fuerte ruido, un sacudón, se abrió el paracaídas y casi al mismo tiempo golpeé reciamente contra el piso. Me quebré el hueso del hombro (troquiter), al mismo tiempo que me luxaba el brazo y una rodilla. Sabía que no me encontrarían rápidamente y estaba anocheciendo, por lo que acomodé mi rodilla y junté todos los elementos de supervivencia; inflé el bote, lo traje hacia mí con la correa que nos unía, me metí adentro e hice una reposera con parte de mi equipo y el paracaídas.
Luego tomé un litro de agua de un recipiente plástico y, de a una por vez, me tomé siete pastillas de analgésico para calmar el terrible dolor que sentía. Me dormí hasta el otro día a las 09:00 horas, golpeando diente contra diente por el frío.
Al despertar me encontré en un valle rodeado de montañas, unos 20 kilómetros al oeste de Howard. En la semi vigilia de esa noche terrible e interminable, escuché a lo lejos el ruido de un motor que funcionaba a revoluciones constantes, por lo que lancé una bengala, pero no obtuve ninguna respuesta. Busqué restos del avión y con ellos y mi cuchillo construí una armazón que envolvía mi pierna transformándome en un moderno pirata.
Metí todas las cosas útiles dentro del bote y comencé a caminar arrastrándolo con una cuerda. Me imagino el aspecto que tendría con mi pata de palo y mi litera. Me acordé de la película de Django arrastrando su ataúd, pero no me hizo ninguna gracia...
A las 12:30 horas no pude seguir más arrastrando el bote y lo abandoné. Seguí caminando con dificultad debido a mi pierna, orientado por el ruido que había escuchado la noche anterior.
A las 15:15 horas me encontré con un Land Rover en el que venían un hombre y una mujer, y tres más los seguían en sendas motos. Les hice señas desesperadamente, pero sin hablar dieron media vuelta y se fueron dejándome solo.
Mi pierna dolía una barbaridad y al hombro ya no lo sentía. Cuando me encontraba a unos 400 metros de la casa, se acercaron en el Land Rover. En un primer momento no me quisieron ayudar; principalmente uno de ellos se oponía tenázmente. Me di cuenta de que miraban con mucho interés mi equipo de supervivencia, por lo que les regalé el cuchillo de monte, la gorra de neoprene para el agua, los guantes de vuelo y la linterna. Gracias a eso consintieron en llevarme a la casa de un inglés que tenía equipo de radio.
Este señor me prestó su radio y hablé a Puerto Argentino, hasta las 17:00 horas en que me vinieron a buscar.
Posteriormente a la guerra, se supo que el avión M5 Dagger del Primer Teniente Héctor Luna, fue interceptado y derribado por un misil Sidewinder lanzado por él Sea Harrier de Frederiksen, sin haber sido advertido ese hecho por los demás miembros de la formación (Cueca), quienes al regresar a la base de Rio Grande declararon que, les había parecido que Luna se había estrellado contra un cerro.
Por fortuna no fue así. -
El 1er. Teniente Héctor Hugo Luna sobrevivió a la guerra de Malvinas y nueve años después con el grado de Mayor, el 23 de noviembre de 1991 piloteando un avión Pampa matricula E-802 junto al Teniente Gustavo Javier Ottogalli, se precipita a tierra, tras realizar maniobras acrobáticas, y mueren ambos tripulantes en la IV Brigada Aérea de El Plumerillo, Mendoza.
Así se predio la vida de un héroe de Malvinas cuya hazaña permanece en la memoria de la historia argentina.
Fuentes:
Comodoro (R) VGM Pablo Marcos Rafael Carballo
Compendio de “Dios y los Halcones” y “Halcones sobre Malvinas”.
http://malvinasguerraaerea.blogspot.com/.../malvinas-la...
Resumen: W/65-Promocion XXIII FAA ESFAE -
MALVINAS: (Argies),
Instruyendo sin agredir.
Una victoria manchada por crímenes de guerra.Esta nota es orientativa, ya que el otro día un compatriota utilizo la palabra (argies), por desconocimiento u omisión el dilema era o bloquearlo, mirar su perfil o explicar el verdadero significado de esta palabra para un soldado, lo cual, opte por lo último.
Testimonios que manchan el honor de las tropas inglesas.
Noche del 11/12 de junio de 1982, monte Longdon, Malvinas: "... y encontramos a un grupo de cinco o seis efectivos que estaban golpeando a unos argies –argentinos– que gritaban. A uno le dieron con la culata en plena cara... A pocos metros, otro tipo le clavaba la bayoneta a un argie. Descargó todo el peso del cuerpo sobre el fusil, para que la bayoneta se metiera bien adentro".
Estas frases del libro Viaje al infierno, del cabo Vincent Bramley, veterano del 3er. batallón de paracaidistas británico, son demostrativas de los crímenes de guerra cometidos por efectivos de dicho cuerpo militar durante el combate de monte Longdon, en Malvinas. El testigo presencial continúa diciendo: "Miramos al suelo, era un (argie), herido. Me miraba fijo, tal vez suplicando, preso de dolor. “¡Apártese!”, gritó el sargento Pettinger. El sargento le apuntó y le pegó dos tiros en la cabeza. Lo trató como si fuera una pelota de fútbol...".
En su segundo libro, Los dos lados del infierno, Bramley aporta testimonios de soldados argentinos: "Al llegar a la cima, nos encontramos con el Cabo Pedemonte, que estaba herido. No pudimos auxiliarlo, nos escondimos detrás de unas rocas y desde allí vimos que los ingleses lo golpearon y le ordenaron que se quitara el casco; también le sacaron sus armas y su campera. De pronto, uno saca una ametralladora y le tira cinco balazos en la cabeza. Nos miramos y pensamos 'está muerto'".
Estos párrafos del libro de Bramley, quien fue uno de los combatientes del 3er. batallón de paracaidistas en monte Longdon, son descriptivos de las violaciones de la Convención de Ginebra sobre trato a los prisioneros de guerra. Las tropas argentinas pertenecían el regimiento 7 de Infantería y contaban con algunos infantes de Marina. Todos defendieron heroicamente sus posiciones; esto, atestiguado por el comandante en jefe de las fuerzas británicas, mayor general sir John Jeremy Moore, quien declaró "no pensábamos que estos muchachos nos iban a dar tanto trabajo".
El de Bramley no es el único testimonio británico de los crímenes de guerra cometidos por paracaidistas de ese país. En otro libro posterior, en 1996, también escrito por británicos (Green eyed boys, de Adrian Weale y Christian Jennings), se citan declaraciones del capitán Tony Mason, según las cuales este había dado la orden al ahora sargento Gary Sturge de que enterrara a 23 soldados argentinos caídos en combate en monte Longdon. Sturge encontró a un soldado argentino herido en una pierna, a quien apartó y, a pesar de que el argentino le mostraba un crucifijo que llevaba en el cuello, implorándole que no lo matara, le disparó un tiro de pistola en la cabeza.
Debemos tener en cuenta que estos asesinatos no se cometieron en el fragor del combate, sino después de este, sobre soldados argentinos ya prisioneros de guerra indefensos y que manifestaban una actitud pacífica.
Scotland Yard investigó las denuncias publicadas en el libro de Bramley. “La investigación fue conducida por el detective superintendente Alec Edward, con personal de la escuadra de crímenes. Comenzó después de que Vincent Bramley alegó, en el libro citado, que prisioneros argentinos habían sido ejecutados después de la batalla por monte Longdon” (Isabel Hilton, en “The Independent”, sábado 27 de marzo de 1993). Después de la misma, Scotland Yard recomendó “que no haya juzgamientos”, a pesar de que reconoció “la existencia de evidencias suficientes” (diario “El Popular”, 7 de febrero de 1994, página 6) y el alto mando militar británico presionó para que no se investigase.
Y siguen las denuncias: otras similares fueron hechas sobre asesinatos de prisioneros argentinos después del combate de la Pradera del Ganso; en esa oportunidad, por parte de efectivos del 2º batallón de paracaidistas británico.
En conclusión: tenemos nombres de algunas de las víctimas; al menos, dos acusados de asesinato: el sargento Pettinger y el sargento Gary Sturge, y la responsabilidad que, en su condición de jefe del 3er. PARA cabe al entonces teniente coronel Hew Pike. Son crímenes de guerra violatorios de la Convención de Ginebra de 1949, pero, además, de acuerdo con los tratados internacionales vigentes, son crímenes de lesa humanidad y, en consecuencia, también responsabilidad de los jefes británicos, como el entonces jefe citado, quienes no pudieron ignorar los mismos y ni siquiera los investigaron, aplicando sólo sanciones leves a los asesinos.
En contraste, a nosotros, los que nos sentimos argentinos, nos enorgullece el heroísmo del Capitán de Fragata (IM) Pedro Edgardo Giachino, muerto heroicamente en combate, y de sus buzos tácticos, quienes recuperaron la gobernación de las islas sin ocasionar una sola baja (esa fue la orden impartida) a las tropas británicas que la defendieron.
En honor a todos los que no volvieron y quedaron en custodia eterna de un pedazo de nuestro territorio.
Por respeto y la memoria de nuestros camaradas, la utilización palabra (argies) y mucho peor que lo utilice un supuesto compatriota con poca edad para comprender que para muchos veteranos la utilización de la misma, significa una forma despectiva de nombrar a nuestros soldados.
W/65/Promocion XXIII FAA ESFAE
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Enlace gratuito para la descarga del libro "Comandos en Malvinas - La otra historia"
LINK: https://www.mediafire.com/file/hnit5kecg81cymu/Papel_6x9_-COMANDOS_EN_MALVINAS%25281%2529.pdf/file?fbclid=IwAR1uH7PDGoyurd1-2Xe7wRIHDHmpifWOlHPDu1pVsVBgel8kyqkV0KKt5WE
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Excombatientes repudiaron a Javier Milei por reivindicar a Margaret Thatcher
A través de un comunicado, los excombatientes de la Guerra del Atlántico Sur pidieron no votar al candidato de La Libertad Avanza, quien reivindicó a la primera ministra inglesa Margaret Thatcher. Pidieron votar a Massa "en defensa de la soberanía".
El día después del debate presidencial sigue dejando esquirlas. Ahora fueron los excombatientes de Malvinas, quienes se sumaron con un rotundo pedido de "no votar a Javier Milei", en el balotaje, tras sus dichos en los que consideró a Margaret Thatcher como "una líder". A través de un comunicado, los exconscriptos de la Guerra del Atlántico Sur repudiaron estos dichos y llamaron a votar por el candidato de UP, Sergio Massa.
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La dramática experiencia de estudiar el terreno de los combates más encarnizados de la guerra de Malvinas
Es la primera vez que un equipo interdisciplinario argentino investiga los campos de batalla en las islas. Una docena de antropólogos, arqueólogos, historiadores, militares y dos veteranos se sumergieron en las cruciales contiendas de Monte Longdon y TumbledownAdrián Pignatelli
29 Nov, 2023 00:38 a.m. AR
Gustavo Pedemonte era cabo en Malvinas. Aquí, en la última posición que ocupó en Monte Longdon (Equipo Los rostros y la savia de la guerra de Malvinas)
A Gustavo Pedemonte no le costó trabajo hallar la posición que ocupaba en el combate de Monte Longdon. Está tal cual, bajo una piedra cubierta por la turba, y aclara que en el sitio no volvió a crecer vegetación. Junto al equipo de arqueólogos despejaron la turba de la piedra y todos se sentaron en el mismo lugar donde 41 años atrás junto a sus nueve soldados se batieron a muerte con los británicos.Vieron cantidad de vainas, esquirlas y restos de equipos, como trozos de capotes y carpas. Pedemonte marcó la diferencia con la visita que hizo en el 2019. Esta vez fue muy distinto. En su posición, donde sólo él sabe lo que vivió, no aguantó la profunda emoción que lo dominó.
El cráter dejado por un proyectil de la artillería naval británica (Equipo Los rostros y la savia de la guerra de Malvinas)
Pedemonte era un cabo que el 20 de mayo de 1982 cumplió 20 años. Era jefe de tiradores de la segunda sección de la Compañía B del Regimiento 7. Fue, junto a Raúl Castañeda, entonces teniente de 25 años, jefe de la primera sección de la Compañía C de la misma unidad, los veteranos que integraron un equipo multidisciplinario de antropólogos sociales, arqueólogos, historiadores y militares que realizaron lo que ellos llaman “proyecto de mapeo” de los combates de Monte Longdon y de Tumbledown.El trabajo se desarrolló entre el 9 y el 19 de noviembre. La directora del proyecto es Rosana Guber, antropóloga social e investigadora del Conicet. Estudiosa de la forma de vivir y de pensar y las perspectivas que posee el individuo de distintas situaciones, en este caso en Malvinas, es autora de tres libros sobre el conflicto, problemática que la ocupa desde 1989.
Raúl Castañeda en su posición entre el río Murrell y Monte Longdon. Muestra su libro "Y fueron hombres. El contraataque a Monte Longdon y el combate de Wireless Ridge en primera persona" (Gustavo Quinteiro)
La investigadora organizó un equipo en el que fue entrevistando a veteranos de las tres armas. Con respecto a Monte Longdon y a Tumbledown, se buscó comparar dos combates terrestres con la información proporcionada por el propio periodismo y luego con los relatos de los veteranos que participaron en ellos. “Reconstruir un combate no es solo hablar con una persona; se reconstruyó con dos que relataron lo que hicieron y lo que dejaron en el terreno, que es ahí donde entran los antropólogos. Y también los historiadores que analizan y estudian los documentos”.“Un combate es fundamentalmente una ocupación territorial; son combatientes aferrados al terreno; el lugar es tremendamente definitorio, con la presencia de un enemigo sordo, que es el clima hostil”, explicó.
Diana Tamburini muestra el origen y la fecha del casquillo de un proyectil (Equipo Los rostros y la savia de la guerra de Malvinas)
En ambos combates se buscó estudiar la cuestión del mando, lo que Guber aclara que es la conducción, llevar a los soldados al combate, y el aspecto logístico. “Es un teatro de operaciones, con roles definidos, con un guión de una obra que no está completa, ya que falta la parte del enemigo. “Es un campo de vida y de muerte”, dijo a Infobae.Desde el 14 de abril de 1982, día en que llegó a las islas, el regimiento 7 ocupó posiciones en Monte Longdon y en Wireless Ridge. Longdon era la primera y más importante línea defensiva ante el avance inglés. La noche del 11 de junio los británicos lanzaron su ataque.
Pedemonte en el basurero de Monte Longdon, que estaba ubicado cerca de la cocina y del puesto de socorro (Equipo Los rostros y la savia de la guerra de Malvinas)
En cuanto a Tumbledown, fue el último bastión de la resistencia argentina, encabezada por el Batallón de Infantería de Malvinas 5, que también estaba desplegado en los cerros William y Sapper Hill. El ataque inglés fue el 13 de junio.Para Pedemonte, este viaje fue terapéutico; no fue como un visitante más sino como el integrante de un equipo. Con una memoria sorprendente, fue guiando a los arqueólogos por cada una de las posiciones que ocupaban con sus soldados. Siempre estuvo convencido de que hallaría la suya, si hasta en el viaje que hizo cuatro años atrás fue caminando desde Puerto Argentino, recreando la marcha que habían hecho como cabo en 1982.
Ese trabajo intenso de una semana que comenzaba a las seis de la mañana y que duraba hasta la noche, le sirvió para entender qué es lo que había fallado en la guerra, pudo ver una realidad que le hizo entender que habían estado mal ubicados, con fallas de logística y de comunicación.
Tomando medidas de un cráter de artillería. La vegetación que creció disimula su verdadera dimensión (Equipo Los rostros y la savia de la guerra de Malvinas)
Nunca mostró cansancio. Iba de un lado a otro guiando a los especialistas. Le pasó algo increíble: al tomar alguna vaina de proyectil revivía el olor a pólvora, los gritos de los heridos y hasta el sonido que se hacía sentir a las ocho de la noche cuando golpeaban la olla, señal de que había llegado la comida.A Pedemonte lo embargó la angustia, la bronca, la tristeza que dice que son sentimientos que se multiplicaron por los 41 años transcurridos. Desea que cada uno de los argentinos que no fueron a la guerra comprendan el titánico esfuerzo que ellos realizaron defendiendo ese monte. “Los que estaban en el continente no alcanzaron a dimensionar lo que vivimos acá”.
Las huellas de lo vivido las tiene aún a flor de piel. Se acuerda de memoria los nombres de los nueve soldados que estaban a su cargo. Con Ronconi estaban juntos en la posición; a su izquierda Pinto, Maidana y a la derecha Petrucelli, Pascual y Díaz. Aunque aclaró que a medida que los ingleses avanzaban, iban cambiando. En un principio se habían ubicado en la llanura, pero los pozos de zorro se inundaban y los bombardeos navales los hicieron moverse hacia el monte.
Héctor Tessey en la posición que ocupaba la batería que mandaba en el valle de Moddy Brook (Gustavo Quinteiro)
Explicó que el ataque enemigo comenzó como a las 20:15. Resistieron el ataque de varias patrullas. Los soldados venían a pedirle municiones, y era Maidana el encargado de llenar los cargadores, y les daban por lo menos tres a cada uno.Seis de ellos murieron justo cuando Pedemonte ordenaba un repliegue: Aldo Ferreira, Horacio Ronconi, José Petrucelli, Luis Díaz, Julio Maidana y Alberto Pascual. Fue cuando a los británicos no les quedó más remedio que arrojarles granadas para quebrar la resistencia. El mismo quedó herido. Eran las 1 y 40 de la madrugada.
Este joven que vivía muy cerca del puente que une Corrientes con Resistencia, a los 15 años ingresó a la Escuela de Suboficiales, maravillado por los desfiles militares en las fechas patrias. Se anotaron con varios amigos aunque él fue quien pudo graduarse. Desde antes del viaje, había propuesto al equipo quedarse una noche en el campo, para que pudieran experimentar lo mismo que ellos habían vivido. Los permisos en las islas no incluían el pernocte ni el encendido de fuegos, pero un día permanecieron hasta las once de la noche. Los arqueólogos comprendieron entonces el entorno en que se luchó.
“Esa semana la viví como si tuviera 19 años. Estuve bárbaro, espléndido. Aunque cuando regresé a casa, estuve una semana en cama”, contó.
Cuando regresó al continente, le diagnosticaron estrés post traumático y por 1984 o 1985 le dijeron que era un hombre joven, con una vida por delante, con oportunidad de hacer otras cosas, y le dieron la baja.
Siempre sintió la necesidad de reunirse con veteranos, cosa que las redes sociales facilitaron mucho. Contó con orgullo que sus “ex soldados” lo invitan a los asados.
El viaje llevó dos años de planificación, que incluyeron entrevistas a veteranos que participaron en combates y otros que no, lectura y análisis de documentos y hasta entrenamiento físico. Financiado por la Agencia Nacional de Investigación, el proyecto desarrollado se llama “Los rostros y la savia de la guerra de Malvinas”. Es el primer trabajo de este tipo hecho por argentinos en las islas Malvinas.
“Hemos aprendido mucho de los veteranos”, afirmó Guber. La idea de este proyecto fue el de analizar cómo los grupos humanos se organizan y actúan de determinada manera, enfrentados a muerte.
Daniel Chao muestra un envase combustible líquido (Equipo Los rostros y la savia de la guerra de Malvinas)
Hoy, en ambos escenarios aún pueden contemplarse vestigios de armamento, municiones y las sorprendentes marcas que quedaron de los proyectiles disparados por la artillería británica, donde ya no crece la turba.En el regimiento del ejército en Río Gallegos se equiparon con ropa térmica, ya que había que ir preparados para un clima donde en un mismo día llueve, graniza, nieva, sale el sol o sopla un viento de locos. El equipo les preguntó a los veteranos cómo habían hecho para soportar la hostilidad del clima.
Estuvieron cuatro días en Monte Longdon y dos en Monte Tumbledown, con el objetivo de estudiar estas batallas, cómo se combatió y los lugares de comunicación entre las fuerzas argentinas. “Qué distinto es estar en el lugar a ver videos o que te la cuenten”, dijo el arqueólogo Carlos Landa, para quien fue el primer viaje a las islas. Para Landa, Longdon, un monte de 270 metros de altura y de un kilómetro doscientos de largo, le parecía el lomo de un dragón.
Con Raúl Castañeda se reconstruyó el contraataque en Monte Longdon. Allí como en la mayoría de los combates se desarrollaron de noche. Con Castañeda se buscaron puntos que él recordaba. Llegó a ubicar su posición. “Se emocionó muchísimo”. También se hallaron posiciones inglesas, donde encontraron restos de envases de morfina.
Se realizaron relevamientos fotogramétricos de pozos de zorro y nidos de ametralladoras. “Ir con veteranos fue fundamental, porque sus relatos y testimonios arrojaron luz sobre diversas cuestiones”, aclaró Landa.
En las recorridas por los campos de batalla, iba adelante el veterano con GPS y micrófono.
Fueron seis días, donde se trabajaba doce horas. Se levantaban a las cinco de la mañana y luego de desayunar -ellos habían llevado alimentos calóricos- a las seis los pasaba a buscar Jimmy Curtis, el guía.
Guber es la directora del proyecto. Integran el grupo el subdirector Héctor Tessei, que en la guerra era teniente primero. En el Grupo de Artillería 3, fue el encargado de la Batería C, emplazada en el valle de Moody Brook, entre los montes Longdon y Dos Hermanas. También lo integran Daniel Chao y seis arqueólogos: Carlos Landa, Juan Bautista Leoni, Diana Tamburini, Sebastián Avila, Luis Coll y Alejandra Raies. El grupo lo completaron los veteranos Raúl Castañeda y Gustavo Pedemonte. Además, fue un equipo del Observatorio Malvinas de la Universidad de Lanús y otro de la editorial Taeda. Si bien no viajó, Guber quiso destacar la labor de la historiadora Alejandra Berrutia. Ahora viene la etapa de análisis de la información recogida en el campo, condensada en más de seis mil fotos y cientos de minutos de filmaciones del dron.
En una posición de una ametralladora Mag, en la ladera oeste de Monte Longdon, los investigadores en un descanso (Equipo Los rostros y la savia de la guerra de Malvinas)De los tres soldados que sobrevivieron junto a Pedemonte, están Felipe Ramírez; Juan Pinto falleció en los 90 y de Segura, que el día del ataque no estaba en el monte porque participaba de una patrulla de avanzada, hace años que nadie sabe nada. Admitió que la guerra es algo difícil de superar. “Mirá que hemos pasado cosas, pero uno intenta vivir”.
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De chico quiso ayudar a las viudas de los caídos en Malvinas y fundó el primer museo argentino dedicado al conflicto
Hace 28 años que veteranos, tanto militares como civiles son distinguidos por su papel en la guerra. Entre ellos se reconoció al Museo Nacional de Malvinas, posiblemente el más grande y más completo de la temática que existe en el país, creado por Gabriel Fioni en 1995, en la ciudad de Oliva, Córdoba con el apoyo de toda la comunidad. Su increíble historia
Por Adrián Pignatelli
Publicado: 02 Dic, 2023 00:07 a.m.
Actualizado: 02 Dic, 2023 08:13 a.m. AR
Gabriel Fioni, En el Regimiento de Patricios, en el momento en que el museo fue reconocido
Al son del redoble de tambor, ejecutado por un cadete del Liceo Militar vestido con el uniforme de Patricios -emulando a Pedrito Ríos, el famoso tambor que cayó en el combate de Tacuarí el 9 de marzo de 1811- entró la bandera que flameó en el hospital de Puerto Argentino durante la guerra. Así comenzó la ceremonia organizada por la Comisión Permanente de Homenaje a la Gesta del Atlántico Sur, creada a fines de 1982 para recordar a aquellos que allí lucharon.
Es la proa, en tamaño natural, del Crucero General Belgrano. Adentro funciona el museo dedicado a Malvinas
Desde 1995 esta institución entrega la estatuilla Malvinas Argentinas y distintos reconocimientos a hombres y mujeres que a lo largo de los años están consustanciados en la defensa y difusión de todo lo que envuelve al conflicto de Malvinas.
Vista aérea del extenso predio que ocupa el museo
En la ceremonia llevada a cabo en el Regimiento de Patricios fueron distinguidos veinte veteranos de guerra de distintas armas. Además, hubo reconocimientos especiales a diversas personas e instituciones. Uno de ellos fue para el Museo Nacional de Malvinas, situado en la ciudad de Oliva, Córdoba. Su titular, Gabriel Fioni viajó especialmente para recibir la distinción.Tenía 13 años cuando estalló la guerra de Malvinas. Cursaba el primer año en la Escuela Nacional de Comercio de Oliva, ciudad donde nació. Su primera aproximación a Malvinas fue el mismo 2 de abril de 1982 cuando participó en la plaza del pueblo del acto en el que se celebró la recuperación de las islas.
La primera nota. Fioni en la revista Gente, en el que afirmó que los caídos en la guerra merecían ser homenajeados
Cuando la crisis económica alcanzó a su familia, con el padre se la rebuscaron vendiendo sándwiches, facturas y criollitos en dependencias públicas.A Gabriel le impactó una nota que la revista Gente publicó sobre la viuda del capitán Gustavo García Cuerva, derribado por fuego amigo el 1 de mayo de 1982 cuando intentaba aterrizar en Puerto Argentino. La mujer, sumida en la tristeza y congoja, se lamentaba por haber perdido todo y haber quedado con un hijo muy chico.
Carballo y Fioni, junto a sus mujeres
Identificado con el padecimiento de la mujer, su papá Oscar estuvo de acuerdo con la propuesta de su hijo de separar algo de las ganancias de la venta de las viandas para ayudar a la mujer.Cuando en 1983 el piloto Pablo Carballo publicó “Dios y los Halcones”, Fioni le escribió y al mes le respondió. Cuando se conocieron personalmente, Gabriel le llevó el poco dinero recaudado. Carballo le propuso que, en lugar del dinero, ayudase a las viudas de los caídos escribiéndoles una carta por año.
El museo por dentro. Allí se exhiben objetos y testimonios que donaron los propios veteranos
La primera, de mayo de 1984, fue para la viuda del piloto y se sorprendió que la contestase y que le enviase las caponas de gala de su marido. De ahí en más comenzó un intercambio epistolar con muchas de ellas.Fue cuando nació la idea de hacer un museo dedicado a Malvinas. Las mujeres comenzaron a acercarles objetos, fotografías y documentos de los veteranos caídos. Fue clave la colaboración y el compromiso de toda la ciudad de Oliva en la concreción del proyecto.
2 de abril de 2017: estreno de la banda de música del museo, que se formó a partir de la que existía de los bomberos locales
El museo nació en 1995 como muestra itinerante y recorría las escuelas de su ciudad. Cuando en 1996 participó de las jornadas de puertas abiertas de la Fuerza Aérea, la muestra recorrió el país.Era el único y primer museo dedicado a la guerra del Atlántico Sur en el país, en momentos en que los veteranos eran ignorados, hablar de la guerra era mala palabra y su sola mención hacía que lo asociasen con el gobierno militar.
Sus iniciadores tienen sus historias. Están Dino Torti, actual vicepresidente de la fundación del museo, Carlos Marchisio y Juan Carlos Ferrero. Por 1995 Dino era el vicepresidente del aeroclub local y fue quien acompañó a Fioni para sumar al entonces intendente Daniel Lubatti al proyecto. Marchisio fue bombero voluntario junto a Dino, todos identificados con Malvinas; Juan Carlos Ferrero -ya fallecido- era piloto civil junto a Dino en el aeroclub.
Fioni fue y es persistente. Gracias a su acción, Oliva, una ciudad de 21.000 habitantes, ubicada a la vera de la ruta 9 a unos 100 kilómetros de la ciudad de Córdoba, fue la primera ciudad del país en que se conmemoró el 2 de abril, en contramano de la efeméride oficial, que recordaba Malvinas el 10 de junio, día de la reafirmación de nuestros derechos.
No solo eso: se logró primero que el 2 de abril fuera feriado a nivel local y a nivel provincial desde 2005.
La primera sede del museo fue en la estación del ferrocarril y abrió el 2 de abril de 2002. Al año siguiente se realizó un primer desfile, modesto, cuando nadie en el país lo hacía y al año siguiente, con la presencia del gobernador, participaron 3500 efectivos y 50 vehículos.Había nacido el Museo Nacional Malvinas. Cuando le donaron un avión Pucará, los turistas se desviaban a verlo pero no iban hasta el museo. Se decidió llamar la atención reproduciendo, a tamaño real, la proa del Crucero General Belgrano.
Gabriel Fioni (Facebook)
Allí se armó el museo. En la actualidad, en un predio de siete hectáreas, con siete aeronaves, todos testigos de primera mano de la guerra se exhiben cientos de objetos que los impulsores del museo fueron buscando, pidiendo, rescatándolos del olvido.Cuando Fioni se casó en 1995, las mujeres con las que por años se carteó, le regalaron una cuna. Ellas lo acompañan y lo defienden porque todo lo que dijo que haría, lo hizo.
En 2003 nació la fundación del Museo y colaboran un nutrido grupo de civiles y de veteranos de guerra, que a Fioni le gusta definirlos como un “verdadero equipo malvinero”, que incluyen a Anabel Bessone, Flavio Gianonne, Ivana Taliani, Rafael Giache, Jimena Fioni, Federico Boni, María Luisa Volando, Claudia Rosetti, Marcelo Prenna, Marisa Bianco, Angelina Aguirre, Fernando Demaría, David Taliani, Cristian Salgado, Noelia Elisei, Daniel Fulgenzi ,Silvina Turletto y . Además están las hijas de Fioni, Agustina, Candela y Lucia junto a Yemil Fatala, Emiliano Matelica y Juan Cesaretti.
Y detrás todo un pueblo consustanciado con Malvinas y con su museo.
Desde el 2017 la institución cuenta con una banda de música, que tiene su propia historia: en Oliva 110 músicos integraban la banda de música de bomberos -donde Fioni era uno de los percusionistas- la única de bomberos en el país. El director era Enrique Alonso, un reconocido músico arreglador de temas de jazz de los 50 y 60.
La banda dejó de tocar a fines de los 90 y en el 2016 a los del museo se les ocurrió revivirla. Se tomaron tiempo para rastrear a los 110 músicos, ubicaron a cerca de 80 y se incorporaron a la banda cerca de 65. Luego de comprar los instrumentos, hizo su presentación el 2 de abril de 2017 con 45 músicos, que muchos hacía treinta años que no se veían. Se decidió que llevase el nombre del viejo director, Enrique Alonso. Aún vivía Eduardo Navarro, el vice director, tenía 85 años y durante el 2017 fue el director. Actualmente dirige la banda Sergio Bassano.
El equipo de la fundación del museo, junto al F 28 que trajo los restos del capitán Pedro Giachino al continente
En la ceremonia de la Comisión Permanente en Patricios fueron distinguidos dos veteranos que cayeron en el conflicto: el suboficial principal Félix Oscar Artuso y el soldado Walter Becerra. Además, recibieron estatuillas los soldados Francisco Calatayud, Ignacio Cepeda y Sergio Rodríguez; el suboficial mayor Ovidio Bertorello; el coronel Alejandro Francisco; el sargento Angel Huenchul; el comodoro Carlos Martínez; el piloto civil Alejandro Nishimoto; el teniente coronel Pablo Oliva; el suboficial mayor Fernando Orieta; el mayor Jorge Ortiz; el suboficial mayor Segundo Palacios; los marinos mercantes José Parada y Avelino Rial; mayor Emilio Samyn Ducó; la oficial radiooperador Mariana Soneira; el capitán Carlos Tamini y el ayudante principal Carlos Vallejos, todos retirados.La ceremonia terminó como empezó: con el retiro de la histórica bandera, escoltada por veteranos y por ese tambor, que tanta historia de glorias e independencia encierra.
Crédito fotos: Museo Nacional de Malvinas
Comentario Tux-11: Estimados Administradores, en caso que este artículo consideren que no corresponde a este hilo por favor moverlo o indicarme a donde hacerlo.
Muchas gracias.