Conflicto de China con Taiwan
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China-Taiwán: Comparación del poder de sus cazas
J-20 y Su-35 chinos contra F-16 y Mirage 2000 taiwanesesDragón contra Halcón: la desigual batalla de cazas en la que China arrasaría a Taiwán en el aire
El J-20 chino, apodado Dragón Poderoso, es un caza de quinta generación muy superior a cualquiera de los que forman la fuerza aérea taiwanesa.
Izan González || El EspañolMientras que los servicios de inteligencia taiwaneses afirman que las maniobras de China se han convertido en un gran simulacro de invasión, ambas partes toman sus posiciones movilizando el mejor material dentro de su ejército. Al estar separados por el estrecho de Formosa, las vías marítima y aérea se han consolidado como los dos pilares fundamentales de las dos estrategias con aeronaves que no tienen representación en España.
A los Su-35 que despegaron al tiempo que la mandataria estadounidense Nancy Pelosi descendía rumbo a Taipéi se unen los Mirage 2000 que Taiwán ha desplegado recientemente a una base aérea al este de la isla. Pero no son los únicos, ni mucho menos.
La inmensidad de la fuerza aérea china con más de 1.500 aeronaves en activo, según datos de este mismo 2022, contrasta con la modesta taiwanesa cuyo número de cazas no llega a las 300 unidades y la mayoría de ellos ya arrastran varias décadas de servicio. Tal diferencia también queda patente en los desarrollos propios que Pekín ha ido sacando adelante en los últimos tiempos con aeronaves que se encuentran dentro de la categoría de los cazas de quinta generación.
Mirage 2000 taiwanés Ritchie B. Tongo EfeEsta gran diferencia queda patente en los primeros espadas de cada una de las fuerzas aéreas que deberían protagonizar los lances y ejecutar ataques de la mejor manera posible. En el lado chino se encuentran los Chengdu J-20 y los Sukhoi Su-35, mientras Taiwán dispone de aeronaves Dassault Mirage 2000 acompañadas por Lockheed Martin F-16.
Los reyes
El Chengdu J-20 (también conocido como Dragón Poderoso) es la joya de la corona de la aviación china. Su desarrollo se basa en un programa experimental realizado en los años 90 que finalmente cristalizó a principios del nuevo milenio en una aeronave furtiva. Realizó —oficialmente— su primer vuelo en enero de 2011 para entrar en servicio 7 años después cuando la rama aérea del Ejército Popular de Liberación puso en marcha el primer escuadrón que empleaba este modelo de caza.
Formación de J-20 chinos emperornie vía WikimediaUna de las propiedades más interesantes del J-20 es que se encuadra dentro de los cazas furtivos que consiguen pasar desapercibidos ante los radares enemigos. Se consigue empleando algunas técnicas de construcción, formas y materiales que suavizan las formas de la aeronave reduciendo considerablemente su sección transversal. Granjeándole a China el segundo puesto en países con cazas furtivos de quinta generación, tan solo por detrás de Estados Unidos con los F-22 y F-35.
Actualmente, según el último reporte de World Air Forces, China cuenta en activo con 19 unidades de J-20. Por su parte, algunos reportes de la Universidad de la Fuerza Aérea de Estados Unidos indican que en 2021 ya estarían en servicio más de 50 unidades de este modelo de caza; mientras que el ritmo de producción superaría ya los 150 aparatos fabricados. China no exporta esta aeronave.
El J-20 cuenta con una longitud de 21 metros por una envergadura alar de 13 metros. Dispone de un par de alerones delanteros muy similares a los que monta el Eurofighter Typhoon que le proporcionan una gran maniobrabilidad como buen caza de superioridad aérea.
Tiene un peso máximo al despegue de 37 toneladas impulsadas por un par de motores de fabricación nacional que le catapultan a 2 veces la velocidad del sonido. Cuenta con una autonomía de combate de 2.000 kilómetros y una amplísima carta de armamento disponible.
J-20 con la bahía central abierta emperornie vía WikimediaEn total, puede acarrear hasta 11 toneladas de munición que se reparten entre su bahía interna situada en la panza del avión —como buen furtivo— y sus 4 anclajes subalares. La lista incluye misiles aire-aire de corto, medio y largo radio; pequeñas bombas de precisión y misiles antirradiación. También dispone de accesorios externos en forma de tanques de combustible extra para aumentar la autonomía.
Al otro lado del estrecho de Formosa se encuentra el Lockheed Martin F-16 estadounidense (conocido como Halcón) que sirve dentro de las filas taiwanesas. Esta aeronave es uno de los desarrollos más importantes de la historia del país norteamericano cuyas exportaciones se cuentan por miles a lo largo y ancho del planeta. Además, Taipéi firmó una serie de programas de actualizaciones —como ha hecho Marruecos— con el fin de mejorar los aparatos e instalar sistemas más modernos y capaces.
F-16A de Taiwán Global Aviation Travels vía WikimediaLas 150 unidades de F-16 recalaron en Taiwán a finales de los 90 componiéndose la flota tanto de aparatos con uno solo como de doble asiento y con el Bloque 20 de versión. A finales de 2021 los asiáticos recibieron la primera unidad actualizada con nuevo equipamiento propio de la versión F-16V, la última disponible y presentada por el fabricante. Adicionalmente, el país solicitó la adquisición de 56 aparatos totalmente nuevos con la última versión de serie en marzo de 2019 que el ejecutivo de Donald Trump aprobó solo unos meses después.
Si bien no hay fecha de llegada de estos últimos, se espera que el programa de actualización de los modelos originales concluya en 2023. En total, la Fuerza Aérea de la República de China —como se conoce al ejército del aire taiwanés— dispone de 112 F-16 activos y espera obtener otros 56 en un futuro próximo.
F-16 taiwaneses despegando WikimediaPor concepto, el J-20 chino con su faceta de superioridad aérea no tiene mucho que ver con el F-16, que se establece más como un caza multipropósito. Una auténtica navaja suiza que, en sus últimas versiones, nada tiene que envidiar a aeronaves de cuarta generación mucho más modernas.
Con 15 metros de longitud por 10 de envergadura, dispone de un solo motor firmado por General Electric que impulsa sus 19 toneladas de peso máximo a 2 veces la velocidad del sonido a gran altura. Tiene un techo de vuelo de 18.000 metros y una autonomía de vuelo de 546 kilómetros.
Lockheed Martin F-16B taiwanés Toshi Aoki vía wikimediaDispone de un nuevo radar fabricado por Northrop Grumman, un nuevo ordenador de vuelo y equipamiento de guerra electrónica avanzado. El armamento de este F-16 es mucho más extenso que el del J-20 al ser una aeronave con una gran capacidad de ataque tanto aire-aire como aire-superficie. Gracias a ello dispone de una ametralladora de 20 milímetros con 551 municiones, capacidad de lanzamiento de cohetes, misiles de todo tipo —incluido antiembarcaciones— y bombas guiadas.
Ruso contra francés
Un escalón por debajo en cuanto a tecnología se encuentra el Sukhoi Su-35. Esta aeronave de factura rusa está presente en el Ejército Popular de Liberación chino y se establece como una evolución directa del Su-27. Además, las buenas relaciones con el gigante asiático han permitido que Rusia licencie la fabricación de modelos equivalentes en suelo chino.
https://youtu.be/Ygoh0Z7x5QESegún indica Eurasian Times, China dispone de 24 unidades del Su-35, la aeronave extranjera más moderna en operar en el país. Si se añaden las unidades de Su-27 y las fabricadas dentro de sus fronteras del país —J-11 y J-16— la cifra asciende a más de 300 aparatos en activo.
Era 2008 cuando despegó por primera vez el Su-35 y China tuvo que esperar has 2019 para recibir su lote tras aportar 2.500 millones de dólares a Moscú. Es uno de los cazabombarderos más capaces dentro de las filas chinas y cuenta con mejor tecnología que sus antepasados directos y que la inmensa mayoría de aeronaves de guerra que se fabrican en el gigante oriental.
Sukhoi Su-35 ruso Rob Schleiffert vía WikimediaEl Su-35 tiene una autonomía de 1.600 kilómetros y una altitud máxima operativa de 18.000 metros. Su par de motores firmados por la compañía rusa Saturn con postquemador consiguen impulsar sus 34,5 toneladas de peso máximo a 2.400 km/h, aproximadamente 2 veces la del sonido.
En el apartado del armamento, además del cañón de 30 milímetros, dispone de 12 anclajes externos donde acarrear hasta 8 toneladas de armamento. Dispone de cohetes aire-tierra, varios modelos de misiles aire-aire con alcances que superan los 300 kilómetros gracias a los sistemas de guiado y misiles preparados para la guerra electrónica. Estos últimos son capaces de dejar fuera de juego a sistemas tan elementales como los radares de los aviones enemigos.
También dispone de bombas guiadas por cámara, por láser y por satélite. El Su-35 se encuentra actualmente operativo en Rusia y China, siendo este último país el primero en estrenar las exportaciones de la aeronave. Se sabe que Egipto pidió en 2021 un total de 24 unidades —que no han sido entregadas— y algunos reportes han indicado el interés de Argelia para hacerse con otro lote.
Francia también ha tenido históricamente un gran peso en cuanto a proveedor de sistemas militares en Taiwán. A principios de los años 90 llegaron a un acuerdo para la entrega de 60 Dassault Mirage 2000 que llegaron a finales de esa década a la isla asiática con el veto de ataque a superficie aplicado y equipando sistema de reabastecimiento en vuelo.
Mirage 2000 taiwanés Ritchie B. Tongo EfeEl lote también comprendía 480 misiles aire-aire de corto radio, 960 de medio radio, tanques de combustible, equipamiento de soporte en tierra y sistemas de monitorización. Del mismo modo, Taiwán adquirió contenedores de inteligencia electrónica para sus Mirage. Actualmente disponen de 46 unidades en activo.
Cuenta con una longitud de 14,36 metros y una envergadura de 9,13 con un peso en vacío de poco más de 7 toneladas y un peso máximo al despegue de 17 toneladas. Su sistema de propulsión está representado por un único motor fabricado por SNECMA que le permite alcanzar 2 veces la velocidad del sonido a gran altitud y una autonomía de 1.500 kilómetros.
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Estados Unidos y China se preparan para una guerra por Taiwán
2022, The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.
Se extendería por toda la región, con consecuencias devastadoras para el mundo
Con los rostros embadurnados de verde y negro, algunos con misiles antiaéreos Stinger en sus mochilas, los hombres del “Darkside” -el 3er batallón del 4º regimiento de marines de Estados Unidos- subieron a un par de helicópteros Sea Stallion y se internaron a toda velocidad en la selva cercana. Sus comandantes les siguieron en otros helicópteros que transportaban vehículos ultraligeros y equipos de comunicaciones. Todo lo superfluo se dejó atrás. Nada de grandes pantallas para enlaces de video del tipo utilizado en Irak y Afganistán: para evitar ser detectados, los infantes de marina deben asegurarse de que sus comunicaciones se mezclen con el fondo con la misma seguridad que su camuflaje se mezcla con la vegetación tropical. El objetivo del ejercicio: dispersarse por una isla sin nombre, enlazar con aliados “verdes” amigos y repeler una invasión anfibia de fuerzas “rojas”.
Ignoremos las abstracciones de cortesía. Los marines se entrenan para una guerra con China, probablemente precipitada por una invasión de Taiwán. Su base de Okinawa, en el extremo sur del archipiélago japonés, está a sólo 600 km de Taiwán. Las dos islas forman parte de lo que los planificadores militares estadounidenses denominan la “primera cadena de islas”: una serie de archipiélagos e islas, grandes y pequeñas, que se extiende desde Japón hasta Malasia, impidiendo el paso naval de China al Pacífico. Ya sea hostigando a los barcos chinos desde la distancia o -lo que es mucho menos probable- desplegándose en Taiwán para ayudar a repeler un desembarco chino, los marines serán los primeros participantes en cualquier conflicto.
Lo más difícil, según el teniente coronel Jason Copeland, oficial al mando del Darkside, sería enfrentarse a “un adversario que viene en masa”. A medida que crece el poderío militar de China, resulta cada vez más difícil predecir cómo podría desarrollarse una guerra por Taiwán, y mejorar así las probabilidades de rechazar a China sin desencadenar una calamidad nuclear. Lo único cierto es que, aunque todas las armas nucleares permanecieran en sus silos, un conflicto de este tipo tendría consecuencias terribles, no sólo para los 23 millones de habitantes de Taiwán, sino para el mundo entero.
Los dirigentes comunistas chinos reclaman Taiwán desde que las fuerzas nacionalistas huyeron hacia allí tras perder una guerra civil en 1949. Estados Unidos se comprometió hace tiempo a ayudar a la isla a defenderse. Pero en los últimos años, la retórica y los preparativos de ambas partes se han vuelto más febriles. Las fuerzas chinas practican a menudo desembarcos en la isla. Sus buques de guerra y cazas cruzan habitualmente la “línea mediana” (de hecho, la frontera marítima de Taiwán) y hostigan a los barcos y aviones militares de Estados Unidos y sus aliados. Después de que Nancy Pelosi, entonces presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, visitara Taiwán el año pasado, China disparó misiles hacia ella.
Un estrecho peligroso
Estados Unidos, por su parte, está enviando más instructores militares a Taiwán. El gobierno taiwanés aumentó recientemente el servicio militar obligatorio de cuatro meses a un año. Destacados congresistas han instado al Presidente Joe Biden a que aprenda del ataque de Rusia a Ucrania y proporcione a Taiwán todas las armas que pueda necesitar antes de una invasión, no después de que ésta haya comenzado. A la sensación de crisis inminente se suman los esfuerzos de Estados Unidos por estrangular la industria tecnológica china y la creciente amistad de Xi con Rusia.
Comandantes militares y jefes de inteligencia estadounidenses afirman que Xi ha ordenado al Ejército Popular de Liberación que desarrolle la capacidad de invadir Taiwán para 2027. Algunos creen que el conflicto está más cerca. “Mi instinto me dice que lucharemos en 2025″, advirtió recientemente a sus subordinados el general Michael Minihan, jefe del mando de movilidad aérea estadounidense. Ambas partes temen que el tiempo se agote: A Estados Unidos le preocupa que las fuerzas armadas chinas sean pronto demasiado fuertes para disuadir, mientras que a China le inquieta que la perspectiva de una reunificación pacífica se esté evaporando.
“La guerra con China no es inevitable ni inminente”, declara el almirante John Aquilino, comandante del Mando Indo-Pacífico de Estados Unidos, que supervisaría cualquier enfrentamiento con China. Desde su cuartel general con vistas a Pearl Harbour, escenario del ataque preventivo de Japón en 1941, afirma que su primera misión es “hacer todo lo que esté en mi mano para evitar un conflicto”. No obstante, añade, “si falla la disuasión, hay que estar preparado para luchar y ganar”. Como demuestra la invasión rusa de Ucrania, advierte, “no existe la guerra corta”.
La primera pregunta para los estrategas estadounidenses es con cuánta antelación recibirían el aviso de una invasión inminente. El plan, con unos 2 millones de efectivos en activo, frente a los 163.000 de Taiwán, necesitaría amplios preparativos para llevar a cabo lo que sería el mayor asalto anfibio desde los desembarcos del Día D en 1944. Tendría que cancelar permisos, reunir barcos de desembarco, almacenar municiones, establecer puestos de mando móviles y mucho más.
Pero en una guerra de elección, en la que Xi puede elegir el momento oportuno, muchos de estos movimientos podrían disfrazarse de maniobras militares. Funcionarios de defensa estadounidenses dicen que podrían ver signos inequívocos de guerra inminente, como el almacenamiento de suministros de sangre, con sólo quince días de antelación. En el caso de operaciones de menor envergadura, como la toma de las islas que Taiwán controla cerca de la China continental, por ejemplo, el aviso podría ser de sólo unas horas, si acaso.
Estados Unidos querría sacar a la luz los preparativos de China con antelación, como hizo con la invasión rusa de Ucrania, y reunir una coalición internacional de oposición. Eso sería más fácil si Xi se embarcara en una invasión directa. Pero China podría intentar explotar las ambigüedades del estatus de Taiwán: no tiene relaciones diplomáticas con la mayoría de los demás países. Si Xi alude a alguna “provocación” y comienza con acciones que no lleguen a la guerra, como un bloqueo, Estados Unidos o sus aliados podrían equivocarse.
Estados Unidos también debe sopesar hasta qué punto sus preparativos pueden precipitar el conflicto. ¿Enviar portaaviones a la región como demostración de fuerza? ¿Desplegar tropas en Taiwán? ¿Amenazar el suministro de petróleo chino a través del Estrecho de Malaca? Todo ello podría ser considerado provocaciones por China, si no actos de guerra.
Cuando se acerque la guerra, Taiwán trasladará los buques de su vulnerable costa occidental al este, detrás de la cadena montañosa que recorre la parte oriental de la isla. Escondería cazas en refugios subterráneos y movilizaría a sus 2,3 millones de reservistas. También tendría que controlar el pánico generalizado, a medida que las multitudes intentaran huir y se cortaran los enlaces de transporte con el mundo exterior.
Estados Unidos también dispersaría sus aviones desde bases expuestas. Los marines se desplegarían alrededor de los puntos de estrangulamiento marítimos. Los submarinos estadounidenses se deslizarían bajo las olas, algunos reuniéndose cerca de Taiwán. Algunos mandos militares estadounidenses y taiwaneses presionarían sin duda a favor de ataques militares contra la fuerza invasora china. Probablemente se verían desautorizados por quienes buscan una solución diplomática, o al menos no quieren ser culpados de disparar el primer tiro.
China, por su parte, tendría que tomar una decisión trascendental. ¿Debería limitar su ataque a Taiwán, con la esperanza de crear un hecho consumado mientras Estados Unidos y sus aliados vacilan? ¿O debería atacar a las fuerzas estadounidenses en la región, en un nuevo Pearl Harbour? La primera opción deja a Estados Unidos en libertad de atacar a la flota invasora; la segunda prácticamente garantiza su entrada de todo corazón en la guerra, y probablemente también la de Japón, si China atacara las bases estadounidenses allí.
Una invasión comenzaría casi con toda seguridad con ataques masivos de misiles y cohetes sobre Taiwán. Estos destruirían rápidamente gran parte de la armada, la fuerza aérea y las defensas antiaéreas de Taiwán. Wang Hongguang, excomandante adjunto de la región pla frente a Taiwán, predijo en 2018 que habría 24 horas de bombardeos, primero sobre objetivos militares y políticos, y luego sobre infraestructuras civiles como centrales eléctricas y depósitos de combustible. Sugirió que China cegaría los satélites de Taiwán, cortaría sus cables submarinos de Internet y utilizaría la guerra electrónica para perturbar sus sistemas de mando y control, dificultando la coordinación con las fuerzas estadounidenses y aliadas.
El general Wang dijo que el ataque causaría suficientes estragos como para abrir un margen de al menos dos días para la invasión. Si las fuerzas estadounidenses no llegaban en tres días, dijo, “no se molesten en hacer un viaje en vano”. China también hará todo lo posible por minar la voluntad de lucha de Taiwán. Sus fuerzas cibernéticas intentarán piratear la televisión y la radio locales y bombardear a los soldados taiwaneses con mensajes de texto y en las redes sociales, ofreciendo recompensas a los amotinados y desertores.
A continuación, China deberá afrontar el formidable desafío de un asalto anfibio, una de las formas más difíciles de la guerra. Las playas de Kinmen, una isla taiwanesa a sólo 3 km del continente, están salpicadas de reliquias de un intento de invasión en 1949, cuando las fuerzas nacionalistas mataron o capturaron a casi toda la avanzadilla de 9.000 soldados comunistas que desembarcaron en pequeñas barcas de pesca. El pla ha avanzado mucho desde entonces, adquiriendo armamento avanzado y estudiando precedentes como el Día D, el desembarco liderado por Estados Unidos en Incheon (Corea) en 1950 y la reconquista británica de las islas Malvinas a Argentina en 1982.
Paseo de la lucha
Sin embargo, los riesgos siguen siendo grandes. China no ha librado una guerra desde que invadió Vietnam en 1979. Aunque el estrecho de Taiwán sólo tiene 130 km de ancho en su parte más estrecha, sus corrientes y mareas son potentes y erráticas. Las condiciones suelen ser propicias sólo en marzo-mayo y septiembre-octubre. Sólo 14 de las playas de Taiwán son aptas para el desembarco y están fuertemente fortificadas, especialmente las cercanas a Taipei, donde probablemente las fuerzas chinas preferirían iniciar una invasión. Taiwán ha construido muchos búnkeres y túneles en la zona.
Tampoco es seguro que el plan disponga de barcos suficientes para transportar rápidamente una fuerza de desembarco adecuada a través del estrecho. Necesitaría entre 300.000 y un millón de soldados para poder someter a Taiwán. Tiene seis brigadas anfibias estacionadas en las cercanías, con un total de 20.000 soldados, además de un número similar de infantes de marina. Pero los buques de desembarco anfibio de China probablemente sólo podrían transportar unos 20.000 soldados en uno o dos días, dependiendo del equipo que lleven. Del mismo modo, los aviones de transporte del pla probablemente sólo podrían transportar la mitad de sus 20.000 soldados aerotransportados en la fase inicial. El pla ha practicado recientemente el uso de transbordadores y otros buques civiles, que podrían transportar muchas más unidades, pero, para que eso funcione bien, China necesitaría capturar un puerto todavía utilizable.
La guerra de Ucrania también ha suscitado nuevas dudas, especialmente sobre las fuerzas terrestres chinas. Sus batallones de armas combinadas, incluidos los anfibios, siguen el modelo de los grupos tácticos de batallones rusos, que han tenido dificultades en Ucrania. Incluso si China consiguiera decapitar rápidamente a los dirigentes taiwaneses, se enfrentaría a una lucha prolongada contra fuerzas que reproducen el uso que hacen los ucranianos de lanzamisiles portátiles y aviones no tripulados.
La estrategia de Taiwán, por su parte, consiste en frustrar el desembarco inicial de China o impedir que traiga tropas suficientes. Las fuerzas taiwanesas bloquearían puertos y playas con minas marinas, barcos sumergidos y otros obstáculos. Respaldadas por aviones y buques de guerra supervivientes, atacarían con misiles a las fuerzas chinas que se aproximaran y bombardearían con artillería y cohetes a las tropas chinas que desembarcaran. En algunos textos se sugiere que Taiwán tiene oleoductos submarinos frente a sus playas que podrían liberar líquido inflamable. Algunas de sus islas periféricas están protegidas por cañones teledirigidos.
Si el Ejército chino saliera de sus cabezas de playa, tendría que atravesar un arduo terreno para llegar a Taipei y otros centros urbanos. Entonces ambas partes se enfrentarían a un desafío para el que ninguna está totalmente preparada: la guerra urbana. Taiwán es reticente a combatir en sus ciudades, por temor a las elevadas bajas civiles. El pla sí se entrena para la guerra urbana, pero durante mucho tiempo había apostado por una victoria rápida si llegaba a Taipei. Sin embargo, desde que comenzó la guerra en Ucrania, ambos bandos han practicado más la lucha en zonas urbanizadas.
Sin embargo, aunque una invasión china se empantanara, el tiempo no estaría del lado de Taiwán. “Podemos rechazarlos durante una o dos semanas, pero no más”, afirma Si-fu Ou, del Instituto de Investigación sobre Defensa y Seguridad Nacional de Taiwán. A menos que las fuerzas taiwanesas resistan con firmeza, todo lo demás es inútil. Pero, del mismo modo, Taiwán no puede esperar defenderse a largo plazo sin la ayuda estadounidense.
Como isla, Taiwán no sólo es más difícil de invadir que Ucrania, sino también más difícil de apoyar. Sus puertos podrían ser destruidos por China, sus propias fuerzas o incluso las de Estados Unidos. Intentar llevar refuerzos o suministros a la isla mientras llueven misiles chinos sería casi tan difícil como intentar invadirla.
Como mínimo, Estados Unidos y Taiwán necesitarían la ayuda de sus aliados. Japón, que acoge a decenas de miles de tropas estadounidenses, cuenta con fuerzas capaces. Filipinas es débil militarmente pero está cerca de Taiwán. Australia es un aliado cercano pero modestamente armado y más lejano. Los países del Pacífico podrían proporcionar bases de retaguardia. Aliados más lejanos, como Gran Bretaña, podrían enviar buques de guerra. Una gran incertidumbre es hasta qué punto ayudaría India. Dependería mucho de cómo se desarrolle la crisis y de a quién se culpe de ella.
Los planes de Estados Unidos para ayudar a Taiwán solían depender de los portaaviones. Envió uno a la zona después de que China disparara misiles cerca de Taiwán en 1995 y de nuevo tras otra salva en 1996. Pero desde entonces China ha invertido mucho en armas “antiacceso/denegación de área”, diseñadas para repeler a los barcos y aviones estadounidenses. Entre ellas se incluyen el misil df-26, que puede atacar en las profundidades del Pacífico, y nuevos misiles hipersónicos más difíciles de interceptar. La armada china es ahora la mayor del mundo, con una flota de submarinos para atacar a los buques estadounidenses que se aproximan. Sus bombarderos de largo alcance son también una amenaza. David Ochmanek, de la rand Corporation, un think tank que ha llevado a cabo juegos de guerra clasificados simulando un conflicto en Taiwán, sostiene que las viejas estrategias estadounidenses “conducen ahora a la derrota”.
La alternativa de los planificadores estadounidenses se resume en tres: interrumpir las operaciones chinas dentro de la primera cadena de islas, defender a los aliados en ella y dominar el mar y el aire más allá. Estados Unidos debe superar problemas de enormes proporciones: la “tiranía de la distancia” en el vasto Océano Pacífico, el crecimiento de la “zona de intervención armamentística” de China hasta abarcar las bases estadounidenses en el Pacífico occidental y la enorme masa de mano de obra y armamento de China, que supera a la de Estados Unidos en muchas categorías.
El riesgo de ataque chino, con misiles o bombarderos, disminuye con la distancia. Pero incluso Guam, el gran centro militar estadounidense situado a unos 3.000 km de China, es vulnerable. Además, la defensa aérea estadounidense es preocupantemente débil. También dispone de pocos medios de defensa pasiva, como hangares de hormigón para aviones.
Los oficiales estadounidenses hablan de la perspectiva de una guerra con una mezcla de temor ante el creciente poder de China (“Cada día me asombran sus capacidades”, dice uno de ellos) y optimismo ante la posibilidad de que nuevas tácticas puedan lograr la victoria. Hacen hincapié en la “letalidad distribuida”, es decir, en la dispersión y el movimiento constante de las fuerzas para evitar convertirse en objetivos fáciles, manteniendo al mismo tiempo la capacidad de agruparse o coordinarse en los ataques. Esto se basará en un grado sin precedentes en la experiencia estadounidense de luchar como una “fuerza conjunta”, en la que ramas militares y sistemas de armamento separados se refuerzan mutuamente.
Los aviones militares se dispersarían desde grandes bases, se reunirían en el aire para la batalla y se asentarían donde pudieran en motas de tierra. Repetirían el patrón lo más rápidamente posible repostando “en caliente” con los motores en marcha. A veces, los aviones se posarían en aeropuertos civiles; otras, en austeros aeródromos, muchos de ellos de la Segunda Guerra Mundial, que están siendo remodelados. Añadir cada vez más hormigón para proteger los aviones “es una tontería”, afirma el general de brigada Paul Birch, comandante del Ala 36 de la base aérea de Andersen, en Guam. “Estar en el aire es mucho más seguro”.
Los ingenieros, por su parte, intentarían reparar las pistas destrozadas en unas seis horas. El personal de tierra instalaría hangares improvisados, así como centros de control del tráfico y enlaces de datos. Un gran quebradero de cabeza sería cómo hacer llegar el combustible y las municiones a los lugares adecuados. Uno de los objetivos de este “ágil empleo del combate” es obligar a China a gastar sus grandes pero limitadas reservas de misiles.
En lugar de luchar cerca de Taiwán, los buques de superficie estadounidenses probablemente se mantendrían a distancia, para sobrevivir, proporcionar defensa aérea a Guam y otras bases de retaguardia y bloquear el comercio chino. En lugar de luchar cerca de Taiwán, los buques estadounidenses de superficie probablemente se mantendrían al margen para sobrevivir, proporcionar defensa aérea a Guam y otras bases de retaguardia y bloquear el comercio chino.
Hermanos de armas
Los marines se desplegarían en “terrenos marítimos clave”, especialmente en las islas que dominan los estrechos que separan Taiwán de Japón y Filipinas. Reforzarían las tropas locales, reconocerían las disposiciones chinas y, armados con los nuevos misiles que entrarán en servicio en los próximos meses, dispararían contra los barcos enemigos. Los marines están creando tres nuevos “regimientos litorales marinos”, cada uno con más de 2.000 soldados, renunciando a sus tanques y a muchos de sus obuses.
Algunos críticos dicen que estas unidades serían demasiado vulnerables; otros consideran que, sin un despliegue en la propia Taiwán, estarían demasiado lejos para ayudar mucho en la batalla principal. Los marines, sin embargo, argumentan que multiplicarían las amenazas a las que China debe enfrentarse, “canalizarían” los barcos chinos hacia posiciones vulnerables y, sobre todo, “darían sentido y sentido” a los despliegues chinos. El general David Berger, comandante de los marines, habla de “darle la vuelta a la tortilla” a China utilizando una estrategia para defender la primera cadena de islas. Estados Unidos no tendrá que abrirse paso luchando, dice: “Estamos allí persistentemente, 52 semanas al año”.
La guerra dispersa sacrifica la eficacia en favor de la resistencia. Para tener éxito, sin embargo, muchas cosas tienen que ir bien. En primer lugar, las redes de mando y control deben ser capaces de resistir los ataques electrónicos chinos. Los planificadores hablan de una “red asesina” aún por perfeccionar, en la que la inteligencia artificial ayuda a los “sensores” y a los “tiradores” -incluidos los de los aliados- a operar juntos aunque estén lejos. Marines en islas, cazas furtivos f-35, drones y otros pueden actuar como nodos. En segundo lugar, Estados Unidos necesitaría una logística más sofisticada para abastecer a las unidades lejanas. Por último, debe persuadir a sus aliados para que se arriesguen a la ira de China. Su voluntad sólo quedaría clara cuando estallaran las hostilidades, lo que complicaría la planificación.
Al principio de la guerra, la tarea de hundir la flota de invasión china -la tarea crítica en la defensa de Taiwán- recaería principalmente en submarinos y bombarderos de largo alcance. Aunque sus barcos superan en número a los chinos, Estados Unidos conserva la ventaja en la guerra submarina. Sus submarinos de ataque llevan torpedos, misiles de crucero y minas marinas. Tarde o temprano, sin embargo, se quedarían sin municiones y tendrían que zarpar durante varios días para reabastecerse en lugares como Guam, donde serían vulnerables.
Demasiado lejos
Mientras tanto, los bombarderos que vuelan desde Hawai, Alaska y el territorio continental estadounidense utilizarían municiones que pueden dispararse desde más allá del alcance de los misiles antiaéreos chinos. Pero los misiles antibuque de largo alcance de Estados Unidos, que pueden viajar 200 millas náuticas o más, probablemente se agotarían en una semana. A partir de entonces, las fuerzas estadounidenses tendrían que acercarse a Taiwán para hundir los barcos. Estados Unidos espera que, para entonces, China también se haya quedado sin municiones de largo alcance.
Estados Unidos y China debatirían si atacar los satélites del otro y cuándo, lo que podría convertir la órbita terrestre baja en un desguace. Algunos juegos de guerra sugieren que podrían abstenerse de hacerlo por miedo a dañarse a sí mismos. Pero como dice un alto cargo militar estadounidense: “El bando que dispara primero obtiene una gran ventaja”.
Todas las fases de la guerra se librarían a la sombra de las armas nucleares. Biden ha hablado de reducir la dependencia estadounidense de las armas nucleares, y China propugna el “no primer uso”. Pero es de suponer que el riesgo de desastre aumenta a medida que China amplía su arsenal. El Pentágono calcula que pasará de las 400 cabezas nucleares actuales a unas 1.000 en 2030 (menos de las que tienen Estados Unidos y Rusia). Un reciente juego de guerra llevado a cabo por el centro de estudios Centre for a New American Security sugiere que ambas partes subestiman el riesgo de escalada. Este riesgo aumenta si una de las partes ataca el territorio continental de la otra o si el conflicto se prolonga.
Incluso una guerra puramente convencional tendría consecuencias devastadoras, tanto para los vencedores como para los vencidos. Un juego de guerra del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, otro think tank estadounidense, descubrió que, en su “escenario base”, las fuerzas taiwanesas, estadounidenses y japonesas cortaban las líneas de suministro de placas al cabo de unos diez días, dejando varadas a unas 30.000 tropas chinas en la isla. Taiwán sobrevivió como entidad autónoma, pero se quedó sin electricidad ni servicios básicos. Estados Unidos y Japón también sufrieron, perdiendo 382 aviones y 43 barcos, incluidos dos portaaviones estadounidenses. China perdió 155 aviones y 138 barcos.
El coste económico también sería enorme. rand estimó en 2016 que una guerra de un año por Taiwán reduciría el PIB de China entre un 25 y un 35% y el de Estados Unidos entre un 5 y un 10%. La consultora Rhodium Group concluyó en 2022 que la interrupción del suministro de semiconductores (Taiwán fabrica el 90% de los chips informáticos más avanzados del mundo) provocaría una escasez mundial de productos electrónicos, lo que causaría un daño “incalculable” a la economía mundial.Dadas las terribles consecuencias, ¿entrarían realmente en guerra Estados Unidos y China? Los funcionarios chinos afirman que su opción preferida sigue siendo la unificación pacífica, y niegan que exista un calendario para un ataque. China también tiene muchas opciones antes de una invasión total. Entre ellas están la coerción económica, el bloqueo total o parcial y la toma de islas periféricas como Kinmen. China bien podría embarcarse en este tipo de operación de “zona gris” como sustituto o preludio de un ataque más amplio.
Xi tiene grandes incentivos para esperar el momento oportuno, entre otras cosas porque sus fuerzas están creciendo, mientras que el gasto en defensa estadounidense está cerca de su nivel más bajo en 80 años en porcentaje del PIB. Pero también puede sentirse presionado para atacar si Taiwán abandona toda pretensión de reconciliarse alguna vez con el continente y declara formalmente su independencia, o si Estados Unidos despliega tropas en Taiwán. El conflicto de Ucrania, que dura ya un año, es la prueba de que un autócrata irredentista puede cometer terribles errores de cálculo. Zhou Bo, un antiguo oficial de alto rango del pla, señala que, para alcanzar sus objetivos, China no necesita superar el poder mundial de Estados Unidos; sólo necesita una ventaja en el Pacífico occidental.
Muchos estrategas estadounidenses y asiáticos temen que la pérdida de Taiwán sustituya el orden liderado por Estados Unidos en la región por otro liderado por China. Japón y Corea del Sur podrían verse obligados a desarrollar sus propias armas nucleares. En lugar de limitar a China, la primera cadena de islas se convertiría en una plataforma para proyectar su poder más lejos. “Taiwán es el tapón de la botella”, como dice un militar estadounidense.
Estados Unidos se consuela con los fracasos de Rusia en Ucrania, creyendo que han aumentado las dudas de Xi sobre su capacidad para tomar Taiwán. Pero para preservar el precario equilibrio en el estrecho de Taiwán, Estados Unidos debe actuar con exquisita habilidad. Tiene que reforzar las dudas de Xi fortaleciéndose a sí mismo, a sus aliados y a Taiwán, pero no ir tan lejos como para que piense que debe atacar rápido o renunciar a tomar Taiwán para siempre.
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¿GUERRA INMINENTE EN TAIWAN? | PRÓXIMO CONFLICTO TRAS LA GUERRA EN UCRANIA | REFLEXIÓN GEOMILITAR
https://www.youtube.com/watch?v=skcqx6y6naA&ab_channel=MiguelRuizCalvo
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Creo que China no requiere invadir sino bloquearla por cielo y mar y en 1 mes se rinden porque no tendrían como comer.
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Taiwán en alerta máxima: Beijing ensaya el bloqueo total de la isla con un ejercicio militar masivo
Como represalia ante la visita de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, a Estados Unidos, el pasado 5 de abril, Beijing organizó unos masivos “juegos de guerra” que simulan la imposición de un cerco total a la isla.
El Mando del Teatro Oriental del Ejército Popular de Liberación de China (EPL) organizó el ejercicio “Espada Conjunta”, en el cual participaron más de 70 aviones, 11 barcos y compañías de misiles y cohetes de largo alcance del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada con los cuales simularon el lanzamiento de múltiples ataques simultáneos a la isla de Taiwán.
Los ejercicios, que se extenderán hasta el 10 de abril, tienen como cometido simular un ataque a objetivos clave en la isla y dar “severa advertencia a las actividades provocadoras de las fuerzas secesionistas/independentistas de Taiwán y a su connivencia con fuerzas externas, y de una medida necesaria para salvaguardar la soberanía nacional y la integridad territorial, señaló el portavoz del Ministerio de Defensa chino.
Masivo despliegue de medios
Según informó el Ministerio de Defensa Nacional taiwanés, de las más de 70 aeronaves que cruzaron la línea mediana del estrecho y penetraron su zona de identificación (ADIZ), se pudieron identificar los siguientes modelos:- Cazas de superioridad aérea J-11,
- Cazas pesados J-16 y Su-30
- Cazas ligeros J-10C
- Dron armado pesado de largo alcance TB-001
- Avión de inteligencia electrónica Y-9EW
- Aviones de patrulla marítima y guerra anti-submarina Y-8 ASW
- Bombarderos estratégicos portamisiles H-6K
- Aviones de reaprovisionamiento de combustible en vuelo YU-20
- Aviones de alerta temprana y control aerotransportado KJ-500
- Cazas navales J-15 (actualizado)
- Drones armados CH-4 (actualizado)
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El reabastecimiento estadounidense de Taiwán es 'imposible' una vez que comience la invasión china: juego de guerra.
EE.UU. no puede reabastecer a Taiwán con armas y equipos una vez que comience una posible invasión china, según el resultado de un juego de guerra reciente en el Congreso de EE.UU. El ejercicio de simulación fue realizado por el Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre el Partido Comunista Chino (PCCh) en cooperación con el grupo de expertos de Washington Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense.
El juego de guerra simuló una invasión potencial, ilustrando la necesidad de armar a la nación insular “hasta los dientes” antes de que comience un conflicto. Estados Unidos también debe impulsar su producción de misiles de largo alcance y prepararse para las consecuencias económicas. “Estamos dentro de la ventana de peligro máximo para una invasión de Taiwán por parte del Partido Comunista Chino, y el juego de guerra de ayer enfatizó la necesidad de tomar medidas para disuadir la agresión del PCCh y armar a Taiwán hasta los dientes antes de que comience cualquier crisis”, dijo el republicano Mike Gallagher.
Gran acumulación de armas
Estados Unidos se ha mostrado cada vez más preocupado por la posibilidad de que Pekín invada la isla autónoma, que reclama como propia. El presidente Xi Jinping no ha descartado usar la fuerza para reunirse con Taiwán. Para disuadir un posible ataque chino, Gallagher declaró que Washington debe liquidar su acumulación de armas de $ 19 mil millones en Taiwán.También debe llevar a cabo un entrenamiento militar conjunto mejorado y reforzar las fuerzas armadas estadounidenses en la región. Una fuente cercana al comité reveló las conclusiones del juego de guerra a Reuters y dijo que Estados Unidos perderá si no refuerza los acuerdos de bases con aliados regionales.
Fuente: https://www-thedefensepost-com
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Un incidente entre varios barcos (China, Canadá y EE.UU) en el estrecho de Taiwan, casi provoca una colisión
"Muchos dedos en el plato mucho garabato", dice el refran. Y eso fue lo que ocurrió en el estrecho de Taiwan este domingo entre varios de barcos de guerra cuando el USS "Chung-Hoon", el HMCS "Montreal" y el chino "Qingdao (N-113) estuvieron a solo 130 metros de colisionar
Foto de archivo: destructor la Armada de EE.UU: "USS Chung-Hoon"El incidente ocurrio cuando los 3 barcos estuvieron a punto de colisionar con un barco chino este sábado. Ambas embarcaciones se encontraban navegando por el estrecho de Taiwán cuando un destructor chino alcanzó al buque estadounidense por babor y cruzó su proa a 137 metros de distancia, maniobra con la que podría haber provocado una colisión, según ha informado en un comunicado el Comando del Indo-Pacífico de EEUU, que ha acusado a China de violar las reglas sobre el paso seguro en aguas internacionales..
Un reportero del medio Global News estaba viajando en la fragata HMCS Montreal -que participa en la misión, desde el 25 de mayo en el Mar de China Meridional- y fue testigo "de la casi colisión desde el ala del puente del barco". Según su relato, "un barco de la Armada Popular de Liberación aceleró considerablemente y cortó frente a la proa del USS Chung-Hoon, una maniobra que el comandante del HMCS Montreal, el capitán Paul Mountford, calificó de no profesional".
Cuando el barco chino alteró su rumbo, la fragata canadiense avisó al destructor estadounidense para pedir a su capitán que se movieran "o habría una colisión". Los estadounidenses respondieron pidiendo a los chinos que se mantuvieran alejados del barco, pero el destructor americano USS Chung-Hoon finalmente tuvo que cambiar de rumbo y reducir la velocidad para evitar un choque.
El ministro de Defensa de China, el general Li Shangfu, ha justificado las "peligrosas maniobras" del barco chino y ha asegurado que se trata de un acto para evitar "futuras provocaciones". "Todos los días veo mucha información sobre embarcaciones extranjeras y aviones de combate que llegan a áreas cercanas a nuestro territorio. No están aquí para un paso inocente. Están aquí para provocar", ha declarado Li durante una rueda de prensa en la conferencia de seguridad de Shangri-La Dialogue celebrada en Singapur, según el diario chino 'South China Morning Post'.
https://www.larazon.es/internacional/destructor-chino-otro-estadounidense-punto-chocar-estrecho-taiwan_20230604647c5a0e45377c00017327b1.html -
Video del incidente:
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Es hora que ee.uu deje de transitar por aguas internas de china
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@pepinillo dijo en Conflicto de China con Taiwan:
Es hora que ee.uu deje de transitar por aguas internas de china
Así "rodea" Estados Unidos a China en el Pacífico: cerca de 160 bases militares, casi 100.000 soldados y la Séptima Flota
Washington ha ido construyendo desde el final de la II Guerra Mundial un anillo militar frente a la costa china en el Pacífico en Japón, Corea del Sur, Filipinas o Singapur.
LA RAZÓN - - ANGEL LUIS DE SANTOS - 05.06.2023
China y Estados Unidos tienen claro que, más allá de lo que ocurra en Ucrania con Rusia, en el futuro serán ambos países las dos grandes potencias militares mundiales y, por eso, no se quitan el ojo de encima, habiéndose convertido la isla de Taiwan en el principal punto de fricción actualmente, algo así como un ensayo de lo que podrían llegar a esa conflictos de más envergadura.
Pero a pesar del potencial chino, fundamentalmente por su poderío económico y, sobre todo, demográfico, Estados Unidos lleva décadas de ventajas sobre Pekín pues, desde el final de la Segunda Guerra Mundial Washington ha ido salpicando toda la zona del Pacífico de bases militares con decenas de miles de soldados estadounidenses repartidos frente a las costas de China.¿Dónde están esas bases?
En Corea del Sur Estados Unidos mantiene 30 bases militares con entre 25.000 y 30.000 soldados acuartelados, mientras en Japón el número asciende a 57.300 en 120 bases, de las que 24.000 están en la isla principal japonesa y el resto repartidos por las pequeñas islas niponas situadas frente a la costa china, sobre todo en la de Okinawa, conocida como la "piedra angular del Pacífico". En total, solo en esta isla hay 32 instalaciones, destacando la Base Aérea de Kadena, sede del Ala 18 de USAF, el Grupo de Operaciones Especiales 353, unidades de reconocimiento, el primer Regimiento de Artillería de Defensa Aérea y muchas otras unidades. En total, más de 20.000 militares estadounidenses, familiares y empleados japoneses viven o trabajan en esta instalación militar, la base de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos más grande y activa en Asia Oriental. En total, unas 18.000 hectáreas, el 8,1% de la isla.
Todas estas bases existen tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, que quedó prácticamente bajo la tutela de Washington como potencia vencedora, y, posteriormente, tras la guerra de Corea, gracias a los acuerdos firmados con el Gobierno de Seúl para mantener a raya tanto al belicoso vecino del norte como a la propia China.
No podemos olvidar tampoco la base militar de Guam, una isla en el Pacífico que oficialmente es parte de Estados Unidos, pero solo como territorio no incorporado, es decir, que está bajo soberanía estadounidense, pero no formar parte del territorio nacional del país. Los habitantes de Guam son ciudados estadounidenses pero con derechos restringidos, como no poder votar en las elecciones presidenciales. Un tercio de la isla está ocupada por instalaciones militares de Estados Unidos, que se empezaron a construir en 1944, tras la toma de la isla en la Batalla del Pacífico ante Japón, siendo a día de hoy uno de los principales puntos de apoyo para realizar operaciones en el Pacífico Sur. Allí se sitúa la base Andersen, de la Fuerza Aérea, y la base Naval Guam, de la Marina, utilizadas por Estados Unidos con un armamento que cuenta, entre otras cosas, con tres submarinos de propulsión nuclear y un barco para logística y tareas de abastecimiento. Se calcula que unos 6.000 soldados están estacionados en estas bases.A estas habría que sumar las cinco bases que tiene en Filipinas, a las que se unirán en el futuro otras cuatro en este país para almacenar y suministrar equipamiento después de que ambos gobiernos llegaran a un acuerdo en febrero de este mismo año. Estas bases son las de Camilo Osias (Sta Ana) y el aeropuerto de Lal-lo en Gagayan, Camp Melchor Dela Cruz en Gamu (Isabela) y en la isla de Balabac (Palawan). Las bases en Gagayan, en la parte más septentrional del país, se sitúan a menos de 400 kilómetros de Taiwán, mientras que Isabela se encuentra en el noroeste y las bases de Palawan están cerca de las islas e islotes que Manila y Pekín se disputan en el mar de China Meridional.
Por último, cabe destacar la presencia militar en Singapur, otro de los socios más fiables de Estados Unidos en la zona, en esta zona en el Mar de la China Meridional, donde también hay presencia militar norteamericana. Así, la Marina de EE. UU. mantiene una unidad de comando logístico, el Grupo de Logística del Pacífico Occidental, en Singapur y lleva a cabo implementaciones rotativas continuas de buques de combate litoral y aeronaves P-8 Poseidon. Estos despliegues han facilitado las patrullas en el Mar de China Meridional, la participación en ejercicios navales multilaterales y las respuestas a los desastres naturales.Todas estas tropas, junto a algunas otras con base en California o Hawaii, por ejemplo, forman parte del Comando del Indo-Pacífico de Estados Unidos, un comando unificado de las Fuerzas Armadas de este país, encabezado por un comandante, que es la suprema autoridad mlitar de las diferentes ramas de las fuerzas armadas estadounidenses que prestan servicio en la zona de responsabilidad de este comando. Está incluida dentro de este comando la Flota del Pacífico, con base en Pearl Harbor, y, a su vez, y dependiente de ésta, la Séptima Flota, una de las cinco que la Armada de Estados Unidos tiene en activo, con base en Yokosuka, en Japón, en la que se integran el portaaviones USS George Washington y su 5ª Ala Aérea Embarcada, el buque anfibio USS Blue Ridge y nueve destructores. En otras de las bases de Estados Unidos en la zona hay otros cuatro buques anfibios, cuatro dragaminas, un buque nodriza de submarinos y tres submarinos. También está integrada en la Flota del Pacífico la III Fuerza Expedicionaria de Marines con base en Okinawa, el mando de las fuerzas navales en Corea o la Task Force 72, compuesta por aviones de guerra antisubmarina (ASW), P-3 Orión y aviones de reconocimiento EP-3.
https://www.larazon.es/internacional/asi-rodea-estados-unidos-china-pacifico-cerca-160-bases-militares-casi-100000-soldados-septima-flota_20230605647e031021debe0001a020c6.html