Polonia descubre lo difícil que es salir del túnel de la ultraderecha
Hace tiempo que la extrema derecha ha dejado de ser un actor marginal en Europa y pasó a ser el dominador en muchos países (como en Polonia), a liderar gobiernos. O a ser, el apoyo decisivo de sus socios facistas europeos. Junto a ellos y su discurso ultrareaccionario, tóxico y divisorio, no solo en Europa si no en el mundo, vienen realizando ataques a todas las democracias (el mejor ejemplo fue el ataque al Capitolio) y cercenando libertades y derechos sociales que tanto costaron conseguir
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Sentado en su despacho de paredes verde pistacho y columnas de mármol rosado, Adam Bodnar cuenta que, antes de instalarse en este ministerio, no sabía que sus salones eran tan majestuosos. Una de sus primeras decisiones nada más asumir la cartera de Justicia fue volver a colocar en su oficina la bandera de la Unión Europea junto a las insignias rojas y blancas de Polonia. Ese mismo día, en un golpe de timón, firmó una solicitud de adhesión a la Fiscalía Europea.
El ministro dirige la mirada a una pared. Ahí, señala con el dedo, su predecesor dejó un crucifijo. “Lo quité, no era el lugar para ese tipo de símbolos”, dice en una conversación con elDiario.es. Ahora hay un póster con la inscripción ‘Konstytucja’ [Constitución, en polaco], un diseño que se popularizó en las protestas en defensa del sistema judicial. “Es muy importante para mí y también uno de los símbolos de mi lucha por el Estado de Derecho. Debe estar aquí”, apunta.
Bodnar, un reconocido y veterano abogado de derechos humanos que fue Defensor del Pueblo, define sus primeros meses en el puesto como “intensos” y “muy exigentes”. Está a cargo de una tarea monumental: revertir la erosión del sistema judicial polaco tras ocho años de gobierno ultraconservador, un plan estrella del primer ministro Donald Tusk.
A orillas del río Vístula soplan vientos de cambio, pero desmantelar el profundo legado de Ley y Justicia (PiS) no está resultando fácil. Tusk cogió las riendas del Gobierno en diciembre con la promesa de deshacer el retroceso democrático, despertando grandes expectativas. Pasados los primeros meses, algunos polacos no están contentos con el ritmo de cumplimiento. Otros, en cambio, piensan que aún es pronto para sacar conclusiones. “Ha pasado poco tiempo”, dice Artur, un ingeniero aeronáutico de 45 años, en una estación de metro cerca del emblemático Palacio de la Cultura y la Ciencia de Varsovia. “Tenemos esperanzas de que las cosas cambien. Ganara quien ganara, limpiar todo el caos del Gobierno anterior iba a ser una tarea difícil. Exige decisiones poco populares”.
Atravesar “el barro”
Aupada por una participación récord, la oposición, con el centroderecha liderado por Tusk a la cabeza, se hizo con la mayoría parlamentaria para formar una coalición gubernamental y desalojar a los ultraconservadores del poder ejecutivo en las elecciones del pasado octubre. Sin embargo, a la hora de avanzar con el proceso de reformas para pasar página, el nuevo Gobierno tiene la manos atadas a nivel legislativo: en la cúspide de los obstáculos está el veto a cualquier ley que puede ejercer el presidente Andrzej Duda, aliado del PiS.
“No tenemos posibilidades de que ninguna ley preparada por este Gobierno sea firmada por el presidente”, dice Bodnar. Repasa los recursos que sí tiene a su alcance como los decretos y ordenanzas, mientras insiste en que no va a tomar “atajos”. “Intento aprovechar esas posibilidades para demostrar a la gente que el cambio se ha producido de verdad. Podemos conseguir muchas cosas usando la legislación vigente, sin cambiar la ley”, explica, en referencia a algunas medidas, como el fin de los procedimientos disciplinarios contra los jueces críticos o la cancelación de los nombramientos de varios presidentes de tribunales designados por sus predecesores.
El Gobierno está navegando por lo que algunos expertos llaman el “campo de minas legal” dejado por PiS, que llenó instituciones y organismos clave de leales y ahora acusa a Tusk de violar la ley con sus medidas. “Polonia está viviendo una fase de postpopulismo en la que hay que volver a establecer los fundamentos del Estado a través de un verdadero campo de minas legal”, dice Jaroslaw Kuisz, analista político. “Es como atravesar el barro. Tras 2015, todos los cambios se hicieron ilegalmente. El Tribunal Constitucional está lleno de gente que no debería estar ahí. Así que hay que utilizar el poder ejecutivo de una manera muy astuta pero limitada”, agrega Kuisz, redactor jefe de "Kultura Libertaria".
Desde su despacho en el ministerio, Bodnar traza cómo era el engranaje creado por el Gobierno ultranacionalista: basado en “politizar” las instituciones – además del Constitucional, “la Fiscalía, los servicios secretos, la Policía y los medios de comunicación públicos”– y concebido “para durar para siempre”. “Construyeron una especie de sistema iliberal, con características de una democracia típica pero con todas las instituciones al servicio de los que controlan Polonia”. Tampoco había rendición de cuentas, ya que estas mismas instituciones “encubrían” los abusos cometidos, añade.
Al calor de las protestas que estallaron en defensa de la independencia judicial, Paulina Kieszkowska-Knapik y otros tres abogados fundaron Tribunales Libres para luchar contra los ataques contra el Estado de Derecho. “Cuando el PiS tomó las instituciones y las cambió contra la Constitución, viramos a un sistema autoritario. Sus medidas buscaban controlar totalmente la sociedad. Es un milagro que hayamos revertido esto”, dice la letrada. Ahora, Kieszkowska-Knapik asegura que puede ver la luz al final del túnel. “La prioridad debe ser limpiar el sistema de falsos jueces que, según los tribunales europeos, no son independientes y no han sido elegidos adecuadamente. Esto requerirá una ley, que está en preparación. Va por buen camino”.
Reconciliación con la UE
Las controvertidas reformas del poder judicial estuvieron en el corazón de la larga disputa con Bruselas, donde la deriva de Varsovia ha sido uno de los mayores dolores de cabeza para los líderes europeos. El regreso de Tusk, expresidente del Consejo Europeo, ha sido recibido con alivio en las instituciones comunitarias. El pasado miércoles, la Comisión Europea dio carpetazo definitivo al procedimiento sancionador del artículo 7 contra Polonia, que podría haberle dejado sin derecho a voto, al considerar que ya no hay un “claro riesgo” de agresiones al Estado de Derecho.
El Ejecutivo comunitario también ha desembolsado los primeros fondos del plan de recuperación que tenía bloqueados por las dudas sobre la independencia judicial. Lo hizo alentada por el plan de acción que presentó Bodnar en un intento de reparar la relación con Bruselas y corregir sus preocupaciones. “Hay mucho escepticismo sobre si ha cambiado algo importante mientras que la UE despeja tanto dinero, que son fondos que este país necesita para la transición hacia un futuro más sostenible. ¿Qué ha cambiado? Lo principal es la adhesión a la Fiscalía Europea”, dice Piotr Maciej Kaczyński, experto en la UE. “Y no somos el mayor problema de Europa de momento, este es el gran cambio. Polonia no solo está de vuelta: está asumiendo una posición de liderazgo. Tusk es en 2024, de facto, el político más importante del Partido Popular Europeo”, añade.
Bodnar dice que su equipo ha estado en comunicación con Bruselas desde el primer día. “Independientemente de los cambios que hemos hecho, hemos logrado un nivel de confianza diferente. Tal vez ayuda que no solo hablamos, sino que tenemos cierta credibilidad. No intentamos hacer trampas”. Su intención, explica, es que varias leyes relativas a la judicatura presentadas a la UE se aprueben antes de finales de año.
Pero el ministro reitera que la magnitud de los cambios requerirá más tiempo. La coalición gobernante tiene en el punto de mira las elecciones presidenciales de 2025 –a las que Duda no puede presentarse– y confía en tener mucho más margen para actuar si logra una victoria en las urnas. Sin embargo, este escenario no se da por descontado, ya que hay grandes interrogantes sobre estos comicios. “El PiS sigue siendo fuerte, lo vimos en las últimas elecciones locales de abril [en las que bajó la participación y fue la fuerza más votada]. El partido está en reconstrucción y preparándose para las futuras elecciones. Va a ser una batalla dura”, anticipa Bartłomiej Biskup, politólogo de la Universidad de Varsovia.
https://www.msn.com/es-es/noticias/internacional/polonia-descubre-lo-difícil-que-es-salir-del-túnel-de-la-ultraderecha/ar-BB1nstMe?ocid=msedgdhp&pc=ENTPSP&cvid=828aabbe08e04c5f8457e936cd7154e0&ei=9
Fascismo a la americana
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Por Antón Losada
Una vez más el desconcierto y el asombro recorren Europa ante la evidencia de que la condena unánime emitida por un jurado popular, declarando culpable de 34 delitos de falsificación a Donald Trump, ha tenido como único efecto inmediato el colapso de su web de donaciones, superando los 35 millones de dólares en 24 horas, además de una loca carrera de adhesiones inquebrantables por parte de compañeros de partido, rivales ayer, aspirantes hoy a ser elegidos como compañeros del candidato en la candidatura republicana. Multimillonarios, genios de las finanzas y masterminds del capitalismo de amiguetes 3.0 se han apresurado a asegurar que la multicondena tendrá en ellos el mismo efecto que el multiverso en sus vidas: ninguno.
Como si en Europa no hubiera una ola ultra llamando a las puertas de la Unión mientras le pone la alfombra roja la derecha de orden, equiparable al hoy desaparecido Partido Republicano, como si en España no estuviéramos asistiendo a una operación de islamización del presidente Sánchez o de la vicepresidenta Yolanda Díaz hasta convertirlos en comandos de Hamás, Europa y España se asombran ante la posibilidad de que un reo convicto pueda acabar en el despacho oval. No se pasmen tanto. Lo único que evita a Santiago Abascal o a Giorgia Meloni tener que proponer construir un muro en el sur es que el Mediterráneo mide más ancho que el Rio Grande y ya nos hace el trabajo sucio.
Si uno piensa que las elecciones ganadas por Joe Biden en realidad las había ganado Donald Trump pues los resultados fueron amañados, los votos fueron quemados y los poderes más oscuros de occidente se aliaron para derribar al legítimo presidente, considerar que la condena de Trump es la prueba definitiva de que Trump tiene razón sólo parece la única conclusión lógica; reforzada por el testimonio de funcionarios y lideres y gobernadores del antes llamado Partido Republicano y un imperio mediático que funciona cada día más como un gueto informativo,
Si uno cree que los fantasmas y búfalos que asaltaron el Capitolio encarnan lo mejor y más patriótico del pueblo norteamericano y deberían estar en sus casas, no en la cárcel, sentenciar que el juicio ha resultado otra conspiración contra Trump, el juez es un agente de la internacional capitalmarxista y los miembros del jurado forman una banda de pederastas, sodomitas, provacunas y blasfemos no parece ni de lejos el mayor de tus problemas con la realidad.
Lo sorprendente sería que considerasen que la condena aporta otra prueba más de que la justicia es igual para todos, quien hace trampa la paga y lucir una jeta del tamaño de la Quinta avenida no te libra porque vives en una democracia, no en un estado fascista donde, además, hay que pagar impuestos. No se engañan ni les engañan. Es una forma de ver el mundo.
https://www.msn.com/es-es/noticias/internacional/fascismo-a-la-americana/ar-BB1nvF20