CNEA - Comisión Nacional de Energía Atómica
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Un argentino al frente del máximo Organismo Internacional de Energía Atómica, OIEA
El director general de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, asume la iniciativa de volar a Teherán para salvar temporalmente el Acuerdo Nuclear mientras Joe Biden se posiciona en la Casa Blanca
Satisfacción.El director de la OIEA, Rafael Grossi, sonríe a su llegada a Viena desde Teherán el domingo pasado tras lograr un acuerdo provisional con el régimen iraní (LISI NIESNER / Reuters)LA VANGUARDIA - ROBERT MUR - 27/02/2021
Con permiso del fallecido presidente Néstor Kirchner, que da nombre a una de las tres centrales nucleares del país austral, hay un argentino mucho más atómico: Rafael Mariano Grossi. A punto de cumplir 60 años, el director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) acaba de lograr un acuerdo in extremis con Irán, que permitirá a la organización seguir monitoreando el programa nuclear del régimen islámico durante los próximos tres meses.
Mientras tanto, se gana tiempo para que fructifiquen las negociaciones políticas para salvar el Plan de Acción Integral Conjunto acordado en el 2015 por Irán y las principales potencias, al que ya ha anunciado su regreso el nuevo presidente estadounidense, Joe Biden, tras la retirada de Donald Trump hace tres años. “Es un acuerdo provisional que básicamente lo que hace es comprar un poco de tiempo”, decía ayer Grossi a este corresponsal desde Viena, la ciudad donde este diplomático argentino ha desarrollado buena parte de su carrera, enfocada desde sus inicios en los ámbitos de la seguridad, el desarme y la no proliferación nuclear.
Elegido a finales del 2019, Grossi se convirtió en el primer director general de la OIEA que proviene de Latinoamérica, una región que votó en bloque por su candidatura, apoyada también por EE.UU. y buena parte de los países de la UE, incluida España. Su mandato es por cuatro años pero la tradición en el organismo –donde no hay límite de reelección– es que su máximo responsable lo sea durante al menos una década. Grossi es el sexto jefe de la agencia desde su fundación en 1957.
Después de licenciarse en Ciencias Políticas, formó parte de la primera promoción de la escuela diplomática argentina tras la recuperación de la democracia en 1983 y, al ingresar al ministerio de Exteriores, fue destinado a la Unidad de Asuntos Nucleares, hecho que marcaría su carrera de por vida. Junto a sus compañeros de unidad, durante seis meses se formó sobre el terreno en el Centro Atómico de Ezeiza –a las afueras de Buenos Aires– y en Invap, la empresa estatal de tecnología nuclear y espacial, con sede en Bariloche.
Aunque ejerció distintos destinos en el ministerio y en embajadas argentinas, la temprana especialización de Grossi le valió para ocupar puestos vinculados a la seguridad y el desarme, tanto en nombre de su país como en cargos internacionales. Participó como negociador de Argentina en el histórico Tratado de Prohibición de Armas Químicas que se firmó en 1993, fue representante de su país ante la OTAN o jefe de gabinete de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), con sede en La Haya.
Entre 2010 y 2013 ya había trabajado en la OIEA, como director general adjunto y jefe de gabinete de su predecesor en el cargo, el japonés Yukiya Amano, que falleció ejerciendo sus funciones en el 2019, lo que precipitó la Junta de Gobernadores del organismo que acabaría eligiendo a Grossi.
La presidenta Cristina Fernández lo designó en el 2013 embajador en Viena y ante la OIEA. La líder kirchnerista lo postuló en 2015 para dirigir la organización atómica, aunque su turno llegaría finalmente bajo la presidencia del liberal Mauricio Macri, que le había confirmado en el cargo de embajador. De esta manera, Grossi, consolidaba su imagen profesional altamente especializada, sobreviviendo a la llamada “grieta” política argentina, algo de lo que pueden presumir muy pocos diplomáticos del país del tango.
Nacido en el barrio porteño de Almagro, Grossi es hijo de un periodista crítico de cine y de una escultora y ceramista. Tiene ocho hijos de dos matrimonios y actualmente está casado con otra diplomática argentina, Cinthia Echavarría, que también ocupa un cargo internacional como subdirectora de Administración del organismo que supervisa el Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN).
Hincha de Estudiantes de La Plata, club que vivió su época más gloriosa durante la infancia de Grossi, el jefe de la OIEA está deseando que acabe la pandemia para cumplir la promesa que le hizo a su único hijo varón, Benjamín, de 12 años, de viajar a Barcelona para ver jugar a Messi en el Camp Nou. Orgulloso, el diplomático dice que su hijo también “viste la número 10 y es zurdo”.
Grossi recuerda con “mucha emoción y recogimiento” cuando en el 2017, siendo aún embajador en Viena, se le ocurrió pedir al director del TPCEN que consultara los registros de los detectores hidroacústicos repartidos por el Atlántico, lo que resultó clave para escuchar la implosión del siniestrado submarino argentino ARA San Juan, con sus 44 tripulantes fallecidos, y para su posterior localización.
Durante la pandemia, Grossi está enfrascado en que las restricciones por el virus no frenen las inspecciones que debe realizar la OIEA y responde como buen diplomático cuando se le pregunta sobre la política de su país o por el hasta hace poco inquilino de la Casa Blanca. “Soy fundamentalmente optimista con relación a la Argentina”, dice. Y sobre Trump asegura que se sintió “siempre muy respetado” por la anterior administración estadounidense y recuerda que también el año pasado pudo viajar a Irán y llegar a un acuerdo con el Gobierno para inspeccionar dos instalaciones nucleares sospechosas.
Grossi no duda en calificar la actual situación con respecto a Teherán como “un momento muy difícil” pero también es optimista porque “existe una convicción de que hay que reencaminar el acuerdo nuclear del año 2015” y está dispuesto a hacer todo lo que esté en su mano para llevar la calma a “una región del mundo volátil, frágil y a la que hay que ponerle paños calientes”.
https://www.lavanguardia.com/internacional/20210227/6260455/rafael-grossi-argentino-mas-atomico.html
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@Teodofredo dijo en CNEA - Comisión Nacional de Energía Atómica:
Un argentino al frente del máximo Organismo Internacional de Energía Atómica, OIEA
El director general de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, asume la iniciativa de volar a Teherán para salvar temporalmente el Acuerdo Nuclear mientras Joe Biden se posiciona en la Casa Blanca
Satisfacción.El director de la OIEA, Rafael Grossi, sonríe a su llegada a Viena desde Teherán el domingo pasado tras lograr un acuerdo provisional con el régimen iraní (LISI NIESNER / Reuters)LA VANGUARDIA - ROBERT MUR - 27/02/2021
Con permiso del fallecido presidente Néstor Kirchner, que da nombre a una de las tres centrales nucleares del país austral, hay un argentino mucho más atómico: Rafael Mariano Grossi. A punto de cumplir 60 años, el director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) acaba de lograr un acuerdo in extremis con Irán, que permitirá a la organización seguir monitoreando el programa nuclear del régimen islámico durante los próximos tres meses.
Mientras tanto, se gana tiempo para que fructifiquen las negociaciones políticas para salvar el Plan de Acción Integral Conjunto acordado en el 2015 por Irán y las principales potencias, al que ya ha anunciado su regreso el nuevo presidente estadounidense, Joe Biden, tras la retirada de Donald Trump hace tres años. “Es un acuerdo provisional que básicamente lo que hace es comprar un poco de tiempo”, decía ayer Grossi a este corresponsal desde Viena, la ciudad donde este diplomático argentino ha desarrollado buena parte de su carrera, enfocada desde sus inicios en los ámbitos de la seguridad, el desarme y la no proliferación nuclear.
Elegido a finales del 2019, Grossi se convirtió en el primer director general de la OIEA que proviene de Latinoamérica, una región que votó en bloque por su candidatura, apoyada también por EE.UU. y buena parte de los países de la UE, incluida España. Su mandato es por cuatro años pero la tradición en el organismo –donde no hay límite de reelección– es que su máximo responsable lo sea durante al menos una década. Grossi es el sexto jefe de la agencia desde su fundación en 1957.
Después de licenciarse en Ciencias Políticas, formó parte de la primera promoción de la escuela diplomática argentina tras la recuperación de la democracia en 1983 y, al ingresar al ministerio de Exteriores, fue destinado a la Unidad de Asuntos Nucleares, hecho que marcaría su carrera de por vida. Junto a sus compañeros de unidad, durante seis meses se formó sobre el terreno en el Centro Atómico de Ezeiza –a las afueras de Buenos Aires– y en Invap, la empresa estatal de tecnología nuclear y espacial, con sede en Bariloche.
Aunque ejerció distintos destinos en el ministerio y en embajadas argentinas, la temprana especialización de Grossi le valió para ocupar puestos vinculados a la seguridad y el desarme, tanto en nombre de su país como en cargos internacionales. Participó como negociador de Argentina en el histórico Tratado de Prohibición de Armas Químicas que se firmó en 1993, fue representante de su país ante la OTAN o jefe de gabinete de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), con sede en La Haya.
Entre 2010 y 2013 ya había trabajado en la OIEA, como director general adjunto y jefe de gabinete de su predecesor en el cargo, el japonés Yukiya Amano, que falleció ejerciendo sus funciones en el 2019, lo que precipitó la Junta de Gobernadores del organismo que acabaría eligiendo a Grossi.
La presidenta Cristina Fernández lo designó en el 2013 embajador en Viena y ante la OIEA. La líder kirchnerista lo postuló en 2015 para dirigir la organización atómica, aunque su turno llegaría finalmente bajo la presidencia del liberal Mauricio Macri, que le había confirmado en el cargo de embajador. De esta manera, Grossi, consolidaba su imagen profesional altamente especializada, sobreviviendo a la llamada “grieta” política argentina, algo de lo que pueden presumir muy pocos diplomáticos del país del tango.
Nacido en el barrio porteño de Almagro, Grossi es hijo de un periodista crítico de cine y de una escultora y ceramista. Tiene ocho hijos de dos matrimonios y actualmente está casado con otra diplomática argentina, Cinthia Echavarría, que también ocupa un cargo internacional como subdirectora de Administración del organismo que supervisa el Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN).
Hincha de Estudiantes de La Plata, club que vivió su época más gloriosa durante la infancia de Grossi, el jefe de la OIEA está deseando que acabe la pandemia para cumplir la promesa que le hizo a su único hijo varón, Benjamín, de 12 años, de viajar a Barcelona para ver jugar a Messi en el Camp Nou. Orgulloso, el diplomático dice que su hijo también “viste la número 10 y es zurdo”.
Grossi recuerda con “mucha emoción y recogimiento” cuando en el 2017, siendo aún embajador en Viena, se le ocurrió pedir al director del TPCEN que consultara los registros de los detectores hidroacústicos repartidos por el Atlántico, lo que resultó clave para escuchar la implosión del siniestrado submarino argentino ARA San Juan, con sus 44 tripulantes fallecidos, y para su posterior localización.
Durante la pandemia, Grossi está enfrascado en que las restricciones por el virus no frenen las inspecciones que debe realizar la OIEA y responde como buen diplomático cuando se le pregunta sobre la política de su país o por el hasta hace poco inquilino de la Casa Blanca. “Soy fundamentalmente optimista con relación a la Argentina”, dice. Y sobre Trump asegura que se sintió “siempre muy respetado” por la anterior administración estadounidense y recuerda que también el año pasado pudo viajar a Irán y llegar a un acuerdo con el Gobierno para inspeccionar dos instalaciones nucleares sospechosas.
Grossi no duda en calificar la actual situación con respecto a Teherán como “un momento muy difícil” pero también es optimista porque “existe una convicción de que hay que reencaminar el acuerdo nuclear del año 2015” y está dispuesto a hacer todo lo que esté en su mano para llevar la calma a “una región del mundo volátil, frágil y a la que hay que ponerle paños calientes”.
https://www.lavanguardia.com/internacional/20210227/6260455/rafael-grossi-argentino-mas-atomico.html
Una de las razones por las que Argentina es un jugador necesario en el G-20 es esta.
El programa nuclear iraní tiene aportes argentinos, y por eso en 2015 la propuesta de EEUU fue permitirle a Irán continuar con su programa nuclear siempre que el combustible lo pusiese Argentina. En ese momento la diplomacia de EEUU e Irán tenían el acuerdo cerrado por debajo de la mesa, pero Cristina Kirchner puso como condición que EEUU emitiese un documento público en el que reconociese que EEUU proponía a la Argentina como proveedor nuclear iraní y eso enfrío un poco el tema (CFK temía que si algo salía mal en ese acuerdo dejen pegada a la Argentina)...
Las conversaciones se retomaron y cuando comenzaban a prosperar apareció la denuncia de Nisman contra CFK por encubrimiento y eso dinamitó todos los puentes diplomáticos que con la llegada de Macri a la Casa Rosada y Trump a la Casa Blanca ya no interesó renconstruir...
En 2015 el gran impulsor del acuerdo nuclear con Irán y de que Argentina juegue de "Garante" había sido el propio Biden...
Grossi fue otro de los importantes hacedores de esas negociaciones y si pueden reflotarse le darían a la Argentina un rol internacional más que importante en un tema muy delicado...
Tan delicado que cuando estuvimos a punto de meter la cuchara apareció una denuncia por un delito que nadie cometió y que nadie leyó en el contexto de este tema...
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Alfredo Caro: «El futuro de la energía nuclear en Argentina y el mundo»
7 marzo 2021, 05:50La obra inconclusa del CAREM
MORATORIA PARA LA CENTRAL CHINA. PONER LA PLATA EN EL CAREM
En este subtítulo, tratamos de resumir –quizás brutalmente- la nueva propuesta del Dr. Alfredo Caro para el sector nuclear argentino. Sugiere decirle “por ahora no, gracias” a la oferta china de una central Hualong-1, decretar la moratoria de toda importación nucleoeléctrica durante 5 años, y usar los escasos presupuestos del Programa Nuclear Argentino para desarrollar en lo tecnológico, societario e industrial el único proyecto de potencia nuclear propio y exportable: el CAREM.
La trayectoria del Dr. Caro en el área nuclear, tanto en Argentina como en otros países, se puede consultar al final de esta nota, y es adecuadamente impresionante.
Las ideas de Caro son bastante más sofisticadas que mi resumen, y se desarrollan con devastadora prolijidad en este Power Point, cuya lectura consideramos imprescindible.
Partiendo de iguales datos pero con interpretaciones distintas, tenemos una lectura crítica de esta propuesta. Pero en AgendAR publicamos todo lo que estimule la polémica en el sector nuclear, nos guste, o no tanto.
Pero además compartimos con Caro la idea de que como proyecto de potencia, el Hualong-1 por sí solo es muy perdidoso: endeudará aún más al estado nacional con China y volverá deficitaria la generación nucleoeléctrica (que hoy da saldo positivo), en la inversión inicial y durante los 20 años de pago. Nos dejará sin plata para nuestros propios proyectos. Se comerá al Programa Nuclear Argentino desde adentro, y para nada.
Pero centralmente, a la Hualong-1 la vemos como un proyecto sin interés tecnológico: es un implante chino. Un proyecto de calidad, capaz de darnos 1120 MWe netos con una disponibilidad de al menos el 85%. Todo deseable, sin duda, pero sin una gota de investigación y desarrollo argentino apropiable.
Si se construye añadirá diversidad y estabilidad a un sistema interconectado demasiado apalancado en lo térmico, y que incurre en apagones toda vez que el país demanda más de 26 gigavatios/h disponibles.
Pero blanco sobre negro, la Hualong-1 se presenta como la compra más “llave en mano” y tecno-dependiente de la historia nuclear argentina. Habría sido objetada por ello en los años ’60 y ’70 en que se decidieron las Atuchas I y II y Embalse. Curiosamente, épocas cuando sabíamos mucho menos que hoy de centrales, y no habíamos exportado tecnología nuclear argentina. Pero nos preparábamos para ello. Éramos más audaces y asertivos.
La Hualong-1 no contribuirá a formación de recursos humanos, ni generará directa o indirectamente ninguna exportación tecnológica. En cambio el arduo CAREM, incluso tan mal gerenciado desde que salió del control de INVAP y todavía lejos de ser una propuesta comercial, incluso atascado en un prototipo medio construido que no se termina nunca, es en cambio un camino más áspero y solitario, pero propio. Tiene sentido.
El negocio nuclear argentino no es la electricidad, suele decir el Dr. Carlos Aráoz, uno de los «apóstoles de Sabato», es la creación de tecnología original y vendible. Si tiene razón, nuestro Programa Nuclear ya se repagó muchas veces a lo largo de sus 70 años: fue el origen de algunos éxitos industriales argentinos en metalurgia de alto desempeño (el caso de los tubos sin costura para pozos petrolíferos de Techint), de la presencia mundial dominante de INVAP en reactores de investigación, de su incipiente ingreso al mercado de radares de aeronavegación y militares, y también de TODA nuestra industria espacial, hoy liderada por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), con 7 satélites exitosos de observación terrestre, 2 de ellos activos y de una audacia técnica como no los tiene ningún otro país (los SAOCOM, de radar en banda L).
También es indirectamente nuclear el origen de la empresa de telecomunicaciones ARSAT, con 2 satélites en órbita desde 2014 y 2015 que ganan plata, y un tercero en diseño, en sociedad con otra firma de peso mundial: Turkish Aerospace Industries. El personal que dirigió la apertura de todos esos frentes industriales salió de la CNEA y/o de INVAP, pero además INVAP fue fundada por la CNEA.
Tantos “spin-offs” exitosos muestran que nuestra inversión nuclear a lo largo de 71 años fue básicamente educativa e industrial, y dirigida a cambiar nuestra inserción en el mundo. Cosa que está logrando. Los compradores pasivos de tecnología ajena no tienen esos recorridos.
Por eso en AgendAR nos interesa tanto el CAREM. Los MWe están bien, pero lo importante es exportar tecnología, salir de la eterna trampa argentina de sólo vender naturaleza cruda, y endeudarse.
A fuerza de retrasar de modos increíbles el avance de este aparato compacto, el CAREM pasó de ser único en el mundo en su tipo, una rareza (en 1984) a competir hoy contra medio centenar de propuestas, algunas de ellas copiadas del CAREM sin pudor.
Pero sin embargo esta planta todavía suscita el interés de unas 100 empresas argentinas, entre ellas IMPSA y CONUAR. Si logra un éxito técnico y económico local en los próximos 5 años, será exportable. Como lo han sido, desde fines de los ’70 los reactores de investigación y de radioisótopos que vendimos en Perú, Argelia, Egipto, Australia, Arabia Saudita y Holanda.
Sólo que el mercado potencial nucleoeléctrico mundial es mucho mayor que el de los reactores de investigación. Y máxime con un mundo que pide a gritos electricidad limpia de carbono, pero disponible 24×7, como no la dan ni a palos las llamadas fuentes renovables.
En todo esto estamos de acuerdo con el Dr. Caro.
No así en su visión más bien hiperoptimista del futuro eólico y solar, y pesimista del futuro nucleoeléctrico en el mundo, ni en su apreciación de que las centrales de uranio natural ya son una vía muerta. El hecho de que sigan construyéndose en países sin democracia pluripartidaria, como China, como observa Caro, o que no han firmado el Tratado de No Proliferación, como la India, no les pone ni les quita mérito, ni mucho menos, futuro comercial. El 34% de la población mundial vive en esos dos países que apuestan sin timidez a las centrales de uranio natural. Y afirmar que están liquidadas deja de lado casos como el de Rumania y de Corea del Sur.
En AgendAR seguimos creyendo en la necesidad de diseñar, licenciar y construir una máquina argentina de 700 MW a uranio natural. Sería una locura no hacerlo, tras medio siglo de obstinados avances en infraestructura y recursos humanos para llegar a exactamente eso, y con tecnología propia.
Pero creemos que con el endeudamiento que dejó la administración Macri, lo primero es terminar de una vez el prototipo del CAREM, de 32 MWe, que va a demandar al menos U$ 300 o 400 millones y no menos de 4 años, y empezar a mostrarlo al mundo. Sin moratoria para importar centrales, no tendremos esa plata. Total concordancia en esto con el Dr. Caro.
Mientras tanto se termina el prototipo y se lo vuelve un «showroom» de ventas y búsqueda de compradores y/o socios, se puede empujar la ingeniería básica, la de detalle (y el licenciamiento de ambas) de un futuro CAREM comercial, hecho con 1, 2 o 4 módulos de 100 o de 120 MWe; así como ir tejiendo el armado de una empresa mixta para su construcción. Eso es diseño por computadora, planos y cálculos, y tomar mucho café en reuniones con firmas de ingeniería y metalúrgicas, en las que se habla mucho de plata, pero que en sí sólo cuestan tiempo.
Pero por la misma causa creemos que hay que dedicar un esfuerzo similar al desarrollo conceptual de una central 100% argentina tipo CANDU de 700 MW con sistemas de seguridad post-Fukushima, y al estudio de quiénes serán, dentro del país, los proveedores de sus componentes. Nuevamente, el único gasto son las horas/hombre de expertos… y el café.
Hacer ambas cosas a la vez es un desafío, pero mientras no se empiecen a fabricar componentes, está bien a nuestro alcance. Pero no podremos apostar a ninguno de ambos proyectos si los recursos humanos y financieros de las distintas partes del Programa Nuclear Argentino son devoradas para un proyecto gigante pero ajeno, como la Hualong-1. En el que hay período de gracia y 20 años para pagar el crédito. Pero por el cual y en lo inmediato el país debe desembolsar U$ 2100 millones taca-taca.
Ante eso, moratoria. No se importan fierros nucleoeléctricos de ningún origen durante 5 años. Esos U$ 2100 millones en AgendAR los queremos invertidos en volvernos competidores de China (y de la UE, y de Rusia, y de Corea y de Canadá y de los EEUU), no en sus clientes. No es nada que no hayamos hecho antes, desde los años gloriosos de Jorge Sabato. Y tuvimos éxito.
Caro es muy ingenioso para buscar alianzas. Sabe que en el Programa Nuclear todavía hay mucha gente independientista y keynesiana, que le ve futuro al uranio natural y el agua pesada. Por eso le hace un guiño significativo al sector pro-PHWR del Programa Nuclear. En el “mientras tanto” de 5 años que pide sin importar máquinas de potencia, sugiere un uso racional de las inversiones y recursos que hemos fondeado en centrales PHWR, a saber:
la Planta Industrial de Agua Pesada de Arroyito, Neuquén (la mayor del mundo),
nuestra experticia en retubado de plantas CANDU (demostrado en la extensión de vida útil de Embalse),
y sobre todo, nuestra independencia en fabricación de este tipo de combustibles.
Lo que propone es exportar, tanto servicios como cosas tangibles. Dedicar a ello seriamente los esfuerzos de la Cancillería. Hay 2 centrales CANDU a terminar de construir en Rumania y una a retubar, la India ya le está comprando a CONUAR algunos componentes metálicos de elementos combustibles para sus PHWR nuevas (tiene 7 “en parrilla”), somos buenos fabricando componentes gigantes como los generadores de vapor. Y finalmente está el hecho incontrovertible de que estas máquinas nuevas y también las viejas –incluidas las nuestras-, todas ellas requieren agua pesada para carga inicial o reposición de consumo.Y como propietarios de la mayor fábrica del planeta –que hay que poner en orden de producción, tras 5 años de abandono- todavía podemos dar el mejor precio. No hablamos de moneditas: la tonelada de agua pesada «grado central» (99,70 de pureza) se puede vender a U$ 700.000 dólares, y una máquina de 700 MWe a inaugurar necesita una carga inicial de 500 a 600 toneladas, según modelo, e incluso para una planta como la PIAP necesita de 3 o 4 años para fabricarlas.
Estimados, hay que salir al mundo a tocar timbres. Hoy hay posibles compradores.
Aunque publicamos casi todas, no siempre concordamos con las propuestas nucleares que nos llegan desde nuestro muy contencioso mundillo atómico, tan corroído de internas. Nos parece que las propuestas de Caro son un modo lícito de suturar grietas, salir de la actual parálisis del sector, y de evitar que la Argentina Nuclear se transforme en un apéndice de China.
O de quien sea.
Daniel E. Arias
Para un CV del Dr. Alfredo Caro:
es físico, egresado del Instituto Balseiro (1976), doctorado en el Swiss Federal Institute of Technology, Lausanne, Suiza (1981). Trabajó en el Centro Atómico Bariloche (1983-1987 / 1993-2003) donde fue Gerente del Centro Atómico y Director del Instituto Balseiro (1993-1995), en el Paul Scherrer Institute, Suiza, para el European Fusion Program (1987-1993), en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, California, US, para la National Ignition Facility, (2003-2010) y en el Laboratorio Nacional Los Alamos, New México, US, como jefe del grupo de Science of Nuclear Materials and Fuels (2010-2015). Durante el período 2015-2017 fue Program Director de la National Science Foundation en Washington, responsable del programa Materials Science and Engineering Centers, MRSEC. Actualmente es Research Professor en George Washington University. Es autor de 200+ publicaciones científicas, mayoritariamente sobre materiales nucleares y nano-materiales. Puede ser contactado a través de caro@gwu.eduhttps://agendarweb.com.ar/2021/03/07/el-futuro-de-la-energia-nuclear-en-argentina-y-el-mundo/
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El Senado de la Nación declaró de interés el reactor RA-10 que la CNEA construye en Ezeiza
La instalación multipropósito tendrá un impacto estratégico al asegurar el autoabastecimiento de radioisótopos para uso médico, consolidar las capacidades de nuestro país en la industria nuclear y convencional y abrir un nuevo horizonte en el desarrollo de proyectos de ciencia y técnica, señala la declaración.
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Publicado el viernes 28 de mayo de 2021
La Comisión de Ciencia y Tecnología de la Honorable Cámara de Senadores declaró de interés el Proyecto “Diseño, construcción y montaje del Reactor Nuclear Multipropósito RA-10”, que la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) construye en el Centro Atómico Ezeiza (CAE).La iniciativa fue impulsada por el senador Claudio Doñate y considera que el proyecto de la CNEA “tendrá un impacto estratégico al asegurar el autoabastecimiento de radioisótopos para uso médico, consolidar las capacidades de nuestro país en la industria nuclear y convencional y abrir un nuevo horizonte en el desarrollo de proyectos de ciencia y técnica”.
La CNEA trabaja junto a la empresa rionegrina INVAP en la construcción de esta nueva instalación de 30 MW, integrando y desarrollando capacidades nacionales en distintas áreas específicas. De hecho, las etapas de diseño, construcción y montaje se llevan adelante con un aporte de más del 90% de empresas e instituciones locales en tecnología y servicios asociados.
“El Proyecto tiene como antecedente los setenta años de experiencia de la CNEA en la actividad nuclear, los siete reactores de investigación construidos en Argentina y los cinco reactores exportados, principalmente el moderno OPAL, un reactor con similares características a las del RA-10 que INVAP construyó en Australia en el año 2007”, asegura el documento mediante el cual se declaró de interés al RA-10.
Entre otros fines, el reactor RA-10 permitirá asegurar el abastecimiento local de radioisótopos y contribuir también a la demanda del mercado mundial; proveer instalaciones para el ensayo de combustible nuclear completando las capacidades que nuestro país posee en cuanto a la producción de este suministro crítico; y brindar nuevas herramientas para la investigación básica y la industria basadas en técnicas neutrónicas.
Para cumplir con estos objetivos, el RA-10 funcionará articuladamente con la Planta de
Producción de Radioisótopos por Fisión (PPRF), el Laboratorio Argentino de Haces de Neutrones (LAHN), la Planta Industrial de Elementos Combustibles para Reactores de Investigación (PIECRI) y el Laboratorio de Ensayo de Materiales Irradiados (LEMI).
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Bien una buena que hacen los senadores
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El Senado declaró de interés el reactor RA-10 que se construye en Ezeiza. Hay una historia interesante
Comentario de AgendAR:
La obra del RA-10 se decidió en 2010, en la declaración conjunta CFK-Dilma Rousseff, según la cual Brasil nos compraba la ingeniería para hacer otro reactor similar, el RMB (Reactor Multipropósito Brasileño). Aquel habría sido el punto de partida de una estrategia de ambos países, Argentina y Brasil, para controlar al menos el 60% del mercado mundial de radioisótopos médicos.
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No era un negocio pequeño: aquel año se vendieron U$ 2.500 millones de radioisótopos médicos en el mundo, principalmente en el desarrollado. Como la medicina nuclear es un campo en expansión, la cifra viene creciendo en flecha: 2020 cerró en alrededor U$ 18.000 millones. El 60% de esa cifra habría estado en U$ 10.800 a repartir entre Argentina y Brasil.
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La mayor parte de esa cifra habría dependido de un único radioisótopo de corta vida media y por ende, imposible de almacenar. Su desabastecimiento fue una tragedia médica silenciada. Se trata del molibdeno 99 metaestable usado en el 90% de los diagnósticos por imagen nuclear. Su precio en 2010 se había disparado tanto que recuperar la inversión de construir el RA-10 era inmediato.
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El reactor tiene una vida operativa prevista de 60 años. A los precios altísimos del molibdeno 99 en 2010, habría pagado sus costos de construcción con la venta de 7 meses de ese radioisótopo. En aquel momento la planta en Ezeiza era una obra de U$ 300 millones. AgendAR rehizo la cuenta con incredulidad varias veces y luego la chequeó con el ingeniero nuclear a cargo, el Dr. Herman Blaumann, y luego con expertos del mercado de radioisótopos. Casi no hubo desacuerdos. Era verdad.
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Suponiendo un año de ingeniería y 6 de fabricación de partes y montaje, el RA-10 de Ezeiza debería haber entrado en criticidad en 2017. De sólo mirar el avance de obra a fecha de hoy, le faltarían entre 2 y 3 años, pero sólo si hay cash-flow continuo. Ése es un detalle que el Senado, pese a su interés, se olvidó de mencionar.
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La obra pertenece a la CNEA, no a INVAP, de modo que, lejos de la ejecutividad relampagueante con que la empresa barilochense construye sus reactores, entre 2010 y 2015 el RA-10 se dilató en consultas con usuarios, estudios y rediseños, y finalmente en distintos problemas con proveedores de obra civil.
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Mauricio Macri redujo al presupuesto de la CNEA en un 50% en cuanto asumió, y de ahí en más la obra, con casi la mitad de grado de avance, se fue deteniendo simplemente por falta de plata. Con la disparada del dólar y el endeudamiento público de 2018, fuera del montaje de piezas principales que ya habían sido fabricadas, como la enorme pileta abierta, el RA-10 se paró casi del todo.
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TODAS las obras nucleares se pararon en 2018. Incluso se fue cerrando una sin la cual nuestras 3 centrales nucleoeléctricas ya no pueden funcionar: la Planta Industrial de Agua Pesada de Arroyito, Neuquén, la mayor del mundo en su tipo. Durante la administración macrista, se despidió a casi todo su personal y se dejó la enorme planta abandonada a la intemperie y la corrosión. Es una instalación cuyo precio hoy no bajaría de U$ 3.500 millones. La Argentina, equipada para autoabastecerse de agua pesada y ser el primer exportador mundial, ahora deberá importar agua pesada a casi el doble de precio al que podría estar fabricándola.
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El mercado mundial de radioisótopos ya se normalizó un poco con la entrada en servicio de otros reactores de producción, de los cuales el más prominente es uno construido por INVAP en Australia (el pequeño OPAL, en Sydney, con 10 MW menos de potencia que el RA-10). Inaugurado en 2006, al OPAL se lo considera unánimemente como la mejor planta multipropósito (productiva y científica) del mundo. Hoy controla el 40% del mercado mundial.
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Pero entre nosotros, los atrasos improductivos, debido a la continua renegociación de contratos y las frecuentes indemnizaciones, encarecieron la terminación del RA-10. Eso y la depreciación del dólar tal vez lo hayan transformado en un reactor de U$ 500 millones. Se sabrá cuando se lo termine. ¿Cuándo? La administración de la CNEA, que sigue siendo la que puso el presidente Mauricio Macri, no dice ni «mu» al respecto.
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El RA-10 ya no es una obra que se paga en 7 meses de producción. Pero sigue siendo perfectamente capaz de capturar el 30% del mercado mundial.
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Toda la medicina nuclear argentina, extendida en CABA y en más de una decena de provincias, depende de la producción de radioisótopos en el Centro Atómico Ezeiza. También la de todo el sur de Brasil, así como Uruguay y Chile. Los diagnósticos y terapias nucleares en cardiología, oncología, neurología e inmunología de esta parte del Cono Sur se alimentan de la producción del hoy obsoleto RA-3, también en Ezeiza.
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Y es que los dos gobiernos que sucedieron al de Dilma Rousseff tampoco terminaron el RMB.
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Daniel E. Arias -
Confirmación oficial: se construirá la central nuclear Atucha III. Será con financiación china
La nueva planta será de 1.250 megavatios de potencia y el aporte de los capitales chinos rondará el 85%. El gobierno nacional prevé que inicie operaciones hacia 2028 y costará en total US$ 7.900 millones.
Está previsto que la cuarta central nuclear argentina, Atucha III -las otras son Atucha I y II y Embalse, en Córdoba- estará ubicada en la localidad de Lima, partido bonaerense de Zárate, donde ya funcionan las otras dos Atuchas. Se anuncia que iniciará su operación hacia 2028, lo que significa que las obras deben comenzar en 2022.La inversión total estimada de la nueva planta, de 1.250 megavatios de potencia, es de US$ 7.900 millones y el aporte de los capitales chinos será de 85%, como detalla la Jefatura de Gabinete de Ministros en su reciente informe enviado al Senado de la Nación.
A comienzos de abril pasado el secretario de Energía, Darío Martínez, mantuvo una reunión por videoconferencia con directivos de la Agencia Nacional de Energía de China (NEA) y de la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC), en la que se acordó avanzar en las gestiones para la construcción de Atucha III.
El informe de la JGM a los senadores detalló que la nueva central nuclear, con tecnología Hualong, podría producir anualmente 9.460 GWh (gigawatts hora) brutos (8.751 GWh netos), durante una vida útil de al menos 60 años.
Ese aporte, según destacan analistas del sector, sería equivalente a la demanda eléctrica actual que se registra para todo el país cada tres semanas.
El proyecto y su desarrollo
El desarrollo del proyecto, se indicó en el informe oficial, “generaría 7.000 puestos de trabajo directos y 2.000 indirectos en la etapa de construcción, así como 500 empleos durante la operación comercial, y el sostenimiento de otros 12.000 vinculados directa e indirectamente a la industria metalúrgica nacional”.
Durante el encuentro de abril, los representantes de ambos países repasaron el estado de las negociaciones en curso, y también se evaluó la posibilidad de potenciar un vínculo bilateral que incluya la exportación de servicios y componentes locales para proyectos nucleares chinos, como la extensión de vida de centrales nucleares en ese país.
Se destacó en la oportunidad el inicio de la operación comercial de la unidad 5 de la planta china de Fujiang, de referencia para el proyecto en la Argentina, así como la puesta en marcha del primer reactor de tecnología Hualong fuera de China, la unidad 2 del complejo nuclear de Karachi, en Pakistán.
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Adriana Serquis: “Debemos recuperar el filo tecnológico”
La nueva presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica habló con TSS sobre lo que pretende para esta nueva gestión de la institución, los proyectos en curso y las centrales nucleares con China, la minería de uranio y las críticas que recibió siendo candidata.Por Matías Alonso
Agencia TSS – El viernes pasado se publicó el Decreto 360/21, con el que se nombró como presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) a la investigadora del CONICET y hasta entonces jefa del departamento de Caracterización de Materiales del Centro Atómico Bariloche (CAB), Adriana Serquis. Ganadora de un premio Konex en el área de la Nanotecnología y del premio L´Oreal-UNESCO por su aporte al uso racional de la energía, Serquis es doctora en Física (Instituto Balseiro) y realizó estudios de posgrado en Estados Unidos a partir del año 2000, donde en apenas cuatro años logró que sus desarrollos vinculados con materiales superconductores obtuvieran dos patentes. El presidente saliente de la CNEA, Osvaldo Calzetta Larrieu, nombrado en 2016, siguió en su cargo hasta el pasado viernes 4 de junio.
El nombre de Serquis para dirigir a la CNEA se impuso sobre otros que recibieron cuestionamientos por parte de la comunidad nuclear, como el de Mauricio Bisauta, expresidente de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) durante su reducción en el gobierno de Mauricio Macri; y el de Sergio Solmesky, exsecretario general por la Argentina en la Agencia Binacional Brasileño Argentina de Contabilidad y Control de Material Nuclear, resistido en la institución por actitudes misóginas.
La CNEA recobró presupuesto y jerarquía durante el período 2003 a 2015, pero con el gobierno de Macri comenzaron a demorarse y a cancelarse los proyectos en curso, además de sufrir la pérdida de personal altamente calificado. La asunción de Alberto Fernández era vista como una señal de cambio por el sector nuclear, aunque el Gobierno mantuvo a la misma gestión durante casi un año y medio y relegó la posición de la institución en el organigrama del Estado.
“En la gestión por la central Hua Long debería hacerse el mejor acuerdo posible para poder desarrollar el combustible en la Argentina”, dijo Serquis.
En un comunicado interno que distribuyó la flamante presidenta, el foco está puesto en recuperar el capital humano de la institución y en objetivos como la soberanía tecnológica. Serquis habló con TSS sobre lo que pretende en esta nueva gestión de la CNEA, los proyectos en curso, la minería de uranio y las críticas que ha recibido siendo candidata.¿Cuáles son los proyectos que buscará impulsar desde su gestión?
En primera instancia queremos avanzar en los proyectos que ya están en marcha, que son importantes y tenemos que terminarlos de manera eficiente. Y poder revisar otras áreas en las que es necesario que la institución empiece a hacer desarrollos que impacten, tanto en el área de energía, como salud y ambiente. Debemos recuperar el filo tecnológico, como dijo alguna amiga mía que estuvo siempre en la CNEA, que es algo que se fue perdiendo con el paso del tiempo.
En cuanto al acuerdo con China: ¿Cuál es su opinión sobre si la Argentina debería tener una nueva central CANDU? ¿A la CNEA le sirve tener una central Hua Long?
En principio, creo que la CNEA no va a tomar la decisión sobre si tendremos una central CANDU o no, es algo que se decide más arriba,y conforme a otros intereses tanto geopolíticos como por cuestiones técnicas, en las que la CNEA debería estar ayudando y apoyando. Hay una decisión personal que tiene que ver con defender los nódulos tecnológicos y ambas centrales pueden colaborar con seguir contribuyendo a tener una soberanía tecnológica. Los conocimientos no se pierden, pero que haya una central CANDU reforzaría los 70 años de tradición y conocimiento tecnológico. En la gestión por la central Hua Long debería hacerse el mejor acuerdo posible para poder desarrollar el combustible en la Argentina, para poder ser capaces de continuar con esto y la CNEA debería ser capaz de poder dar su opinión y aprovechar no solo los combustibles, sino un montón de otras cuestiones más y aprendizajes que se deberían poder hacer. Así fue como se hizo con la primera central Atucha, en la que los acuerdos relacionados con la tecnología nuclear se han visto favorecidos por un incremento del conocimiento y la soberanía tecnológica.
¿No sería más conveniente concentrar los esfuerzos en terminar el CAREM y tratar de comercializarlo?
El CAREM es el proyecto insignia de la CNEA y debemos hacer una revisión de lo que se hizo hasta ahora. Necesitamos no solo saber si este prototipo va a llegar a funcionar, sino que deberíamos terminarlo en tiempo y forma, y debería ser uno de los objetivos de los próximos años, así como el RA10, que es el otro objetivo. Cada uno de esos megaproyectos tienen un montón de desafíos, pero uno de los principales es poder finalizarlos, poder demostrar el concepto de estos proyectos. Tenemos que poder devolverle a la sociedad toda la inversión que se hace. Una cosa no quita la otra: apostar a una tecnología, la que sea, para la generación nucleoeléctrica, no quita que haya inversiones en estos proyectos puntuales, como lo son el CAREM y el RA10.
“El CAREM es el proyecto insignia de la CNEA y debemos hacer una revisión de lo que se hizo hasta ahora”, sostuvo la flamante presidenta de la CNEA.
¿Cómo fueron los cuatro años del macrismo en la CNEA y qué balance hace de la gestión de Calzetta?Fueron años muy duros en todo el sistema tecnológico argentino, porque pasamos de tener un Estado presente, trabajando en todos los niveles, el educativo y el de equipamiento, ayudando a que la sociedad comprenda el rol de la ciencia y la técnica en el desarrollo, a una ausencia de eso y la evaluación de cualquier cosa que se hiciera en función del beneficio económico inmediato, como si se manejara un almacén. Este tipo de proyectos grandes, que tienen que ver con el desarrollo económico y, sobre todo, con el desarrollo nuclear, no se pueden manejar de esa manera. El desarrollo del CAREM no se puede pensar en si voy a ganar más o menos, o una licitación en la que da lo mismo hacer una contratación afuera o si busco una contratación interna que nos permite generar la demanda. No se puede medir solamente por el número, por una planilla de cálculo. En ese sentido, hemos sufrido la presencia de personas que nos querían mostrar que todo se podía medir en términos de productividad en una planilla, tanto la investigación básica como el desarrollo tecnológico. Nos han expuesto a esa situación y, lamentablemente, muchos y muchas creemos que ha sido bastante nefasto para el sistema. Creo que Calzetta simplemente lo permitió. Más allá de que haya intentado enfrentar algunas cosas y haya logrado los pases a planta de un montón de trabajadoras y trabajadores que estaban contratados en el Estado, y de que haya tratado de favorecer a ciertos sectores, en la práctica permitió muchas cosas que venían con esa lógica de que todo se podía medir de esta manera.
La Argentina tiene reservas de uranio. ¿En este contexto de restricción externa de divisas se debería avanzar con la minería de uranio? ¿Existe licencia social para hacerlo?
Justamente, la última pregunta, la del licenciamiento social, es el centro de la cuestión. Para eso hay que abrirse a los cuestionamientos y poder contestarlos sin la soberbia de decir que nosotros tenemos la verdad y poder explicar cuáles son las condiciones seguras para poder hacerlo. Abrirse a ese debate necesario en todo nivel. Hay que comprender cómo se va formando en el pueblo la idea de cómo se hacen ciertas actividades que pueden ser tabú en algunos ambientes y poder hacerlas de manera segura.
¿Es realmente necesaria la minería de uranio o se consigue como commodity?
Es fundamental, no podemos dejar de lado toda la parte de minería. Si alguien quiere volver a una etapa en la cual la energía se pueda conseguir con leña y volver a la Edad de Piedra, adelante, pero si queremos un país desarrollado y con mejor vida para todas y todos hay que continuar con ciertas actividades con los controles necesarios. Eso es lo que hay que poner en discusión: qué controles, quién los hace, cómo se hace de manera segura la actividad para evitar que el daño sea pagado por generaciones futuras. Ese balance entre ambas cosas, el no pasar un pasivo ambiental, tiene que hacerse entre todos los actores.
A usted se le critica la falta de experiencia en gestión, un aspecto que parece muy necesario para dirigir una institución como la CNEA. ¿Qué piensa de eso?
Esa crítica es medio extraña porque la gestión de esta institución hace 20 años que está a cargo de las mismas personas, por lo que la única manera de tener a alguien con experiencia en gestión, en la misma institución y en un alto nivel, es elegir a una de estas personas. Eso significa que esa crítica tiene más que ver con querer que permanezca todo tal cual como está. Pero la idea de un proyecto conformado por un montón de gente es hacer cambios y, justamente, cambiar a esas personas. En cuanto a mi experiencia en gestión, diría que por ahora tengo un nivel 3, soy jefa de departamento, pero he participado en un sinfín de otras actividades de gestión en el Consejo de Administración de la Fundación Balseiro, como coordinadora de proyectos de la Agencia (I+D+i), como presidenta de la Asociación Argentina de Cristalografía, y también tengo participación en un montón de comisiones del CONICET y en evaluación de un montón de proyectos y personal. Desde mayo del 2020 soy directora alterna de una unidad ejecutora de más de 200 investigadores y becarias y becarios, además de estar también como coordinadora del Sistema Nacional de Rayos X. La gente que me conoce sabe que a mí nunca me interesó trabajar por una candidatura personal. Me gusta sumar al conjunto de organizaciones que nuclean al Frente de Todos dentro del CAB. Venía con un trabajo más bien de apoyo al Gobierno nacional y de querer contribuir con mis conocimientos y tratar de lograr una mejor transferencia tecnológica de cualquiera de las personas que estuvieran dentro de la CNEA. En principio no pensé en una candidatura, no tenía el interés, pero si desde el Gobierno se veía como una salida a la crisis de egos personales, yo iba a aceptar como la expresión de un equipo que quiere sumarse a un trabajo que tiene que ver con la reorganización de esta institución.
“La gente que me conoce sabe que a mí nunca me interesó trabajar por una candidatura personal”, dijo Serquis.
En los últimos años, los empleados de la CNEA han perdido mucho poder adquisitivo en sus salarios y eso hizo que se fueran muchos empleados. ¿Cómo se puede solucionar este problema?Esa es la prioridad cero: un salario digno y un poco más competitivo para la gente que está en sectores tecnológicos, incluso comparado con otras instituciones del Estado, que nos permita retener a la gente que se fue formando y que es vital para muchos de los proyectos que están en curso actualmente.
Cuando trabajó en la investigación sobre la muerte de Rafael Nahuel recibió críticas desde diversos ámbitos. ¿Fue respaldada por la CNEA en ese momento?
Creo que hubo bastante buena voluntad desde la institución pero, en general, no se ha tomado la misma iniciativa que una institución que decide protege a sus trabajadoras y trabajadores. Inmediatamente después de la crítica mediática, desde el CONICET y el área de Legales del CONICET recibí un llamado de apoyo. Pero también me tocó salir a buscar el apoyo por mi lado. Y no solo yo, sino también otras personas tomaron ese rol de querer buscar un apoyo porque hay un trabajo académico y científico atrás, y está en juego el aval de la institución. No fue un ataque personal, sino que fue a la credibilidad académica de la institución. Decir que no recibí apoyo sería injusto, decir que quizás no lo recibí en el tiempo que correspondía sería más correcto. Sí hubo una movida desde los gremios para la defensa del trabajo institucional.
Ese tipo de críticas también buscan sembrar desconfianza sobre el trabajo científico, ¿no?
Claro, por suerte la institución en eso sí se ha puesto la camiseta, en el sentido de decir que un trabajo científico no puede estar influido por cuestiones personales. Cuando la crítica tiene que ver con tu ideología política quiere decir que las personas que la hacen creen que es posible alterar un resultado científico según la ideología política, y eso no debería ser así.
Fuente: http://www.unsam.edu.ar/tss/adriana-serquis-debemos-recuperar-el-filo-tecnologico/
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Interesante las propuestas de Adriana Serqui. Le veo bien enfocada, en los objetivos de CNEA. Sus dichos, aunque muy medidos políticamente, reafirman mis temores respecto de la nueva central Hua Long.
Lástima que se perdió un año y medio en que se pensara en una política nuclear para el país. Aunque no me extraña de un presidente que se enteró por teléfono que iba a ser candidato.
El entrevistador hizo un buen trabajo, fue bien preciso en las preguntas. -
@darwin un año y medio? Es como que haces un borrón y cuenta nueva desde el 2015 al 2019.