Y ahora qué hacemos con la OTAN: ¿Esto cómo se paga?... Está empezando un auge del gasto militar sin precedentes, al menos, en este siglo. ¿De verdad hay que aumentar tanto el gasto en defensa?
¿Qué hacemos con la OTAN? ¿Y quién la paga? ¿Qué pasaría si Estados Unidos saliera de la OTAN… o si deja de pagarla? ¿Y si hay que destinar más dinero a armas de dónde lo sacamos? ¿Quién va a hacer el agosto con el aumento del gasto en defensa? A esta y otras preguntas responde el nuevo episodio de Pausa, el pódcast de El Confidencial que presenta y dirige Marta García Aller y que puedes escuchar gratis y en abierto en Ivoox, Spotify y Apple Podcast. Junto a ella estará Kike Pretel, periodista especializado en Defensa de El Confidencial, además de algunos expertos más.
"La OTAN creo que durante muchísimo tiempo ha pasado de puntillas por nuestra realidad política, económica, social o industrial y ahora es uno de los entes que menos entendemos cómo funcionan y qué implican", explica Kike Pretel.
Europa ha jugado durante demasiado tiempo a la ingenuidad estratégica militar, creyendo que podía navegar entre gigantes sin sufrir las consecuencias de sus movimientos. Ha apostado por la dependencia tecnológica de unos pocos actores globales, ha relegado su política industrial y la ha dejado peligrosamente en manos de EE.UU por mucho tiempo y ha permitido la concentración de riqueza y poder en manos de un puñado de corporaciones.
Ahora, los vientos que sembró están comenzando a convertirse en una tormenta de incertidumbre económica, vulnerabilidad tecnológica y tensión geopolítica.
Los platos rotos los paga Europa
El excomisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, ha puesto el dedo en la llaga: el riesgo de que surja un “poder feudal tecnológico” es real y mayúsculo. Durante décadas, la Unión Europea se ha movido entre la sumisión a los intereses de Estados Unidos y la necesidad de mantener relaciones comerciales con China, sin forjar una estrategia propia ni consolidar una autonomía económica efectiva. El resultado es una Europa que camina sobre una cuerda floja, con las manos atadas por normativas internas que frenan la inversión y con una dependencia brutal de tecnologías ajenas.
La competencia global ya no es solo cuestión de comercio o inversión, sino de dominio tecnológico y digital. Mientras EE UU y China han desarrollado ecosistemas tecnológicos propios, Europa sigue atrapada en una burocracia que ralentiza su capacidad de innovación. Ahora, con la creciente incertidumbre geopolítica y la posible vuelta de políticas proteccionistas en EE UU, el viejo continente podría encontrarse en una posición de debilidad aún mayor.
Por si fuera poco, los riesgos de una nueva guerra comercial con Washington son evidentes. La historia reciente ha demostrado que Europa nunca ha estado preparada para enfrentarse a una oleada de restricciones impuestas desde el otro lado del Atlántico. Como bien apunta Gentiloni, si EE UU decide virar hacia un proteccionismo más agresivo, las relaciones transatlánticas podrían resentirse gravemente, afectando desde la estabilidad financiera hasta la seguridad energética del continente.
Y si miramos al interior, la situación no es mucho mejor. La UE sigue sin consensuar una política fiscal clara, sin una apuesta decidida por la industria tecnológica y sin una estrategia conjunta para financiar su propia defensa. Mientras tanto, los gigantes digitales han acumulado un poder sin precedentes, controlando datos, infraestructuras y, en muchos casos, incluso las reglas del juego.
¿Y ahora qué?... La única salida para Europa es asumir la realidad y tomar medidas urgentes. La dependencia tecnológica debe reducirse con inversión en infraestructura propia, el mercado digital debe ser regulado para evitar monopolios asfixiantes y la política económica debe pivotar hacia la autosuficiencia estratégica.
Europa necesita aprender que la neutralidad en tiempos de guerra comercial es un suicidio. Si no quiere ser la pieza más débil del tablero global, debe dejar de jugar a la equidistancia y apostar por la autonomía real. Eso implica inversión en innovación, una reforma fiscal seria y una política industrial que no dependa de lo que dicten Silicon Valley o Pekín.
https://www.msn.com/es-es/dinero/other/quien-siembra-vientos-recoge-tempestades/ar-AA1yUYyF?ocid=msedgdhp&pc=ENTPSP&cvid=6fb9e14e38d247968738814b1d43dff6&ei=25
https://www.msn.com/es-es/noticias/internacional/pausa-y-ahora-qué-hacemos-con-la-otan-y-esto-cómo-se-paga/ar-AA1yWKwQ?ocid=msedgntp&pc=U531&cvid=d83add75c73b4fa5a459b029fea0b35a&ei=44